El papel del neandertal sobre el origen de la conducta simbólica en Europa está causando una gran controversia en la actualidad. Tradicionalmente, su estudio siempre se ha abordado desde los métodos más convencionales de la arqueología, dejando de manifiesto una clara carencia en sus conclusiones, basadas en teorías poco fundamentadas y contrapuestas.
Es por esto, que actualmente se están abordando las investigaciones teniendo en cuenta un carácter multidisciplinar, en el que se incluyen aquellas ciencias cuyo cometido sea el análisis de la conducta humana (Neurología, Psicología, Sociología, Lingüística y Biología evolutiva). Su aplicación a la Arqueología Cognitiva nos ofrece nuevas claves para entender mejor el entramado de preguntas que nos supone la comprensión de algo tan complejo como el pensamiento humano en la prehistoria. En las siguientes líneas, vamos a procurar estudiar la conducta de los neandertales en su totalidad temporal y espacial, para tener una mejor comprensión de sus capacidades cognitivas y de su desarrollo.
Parece que las últimas teorías apuntan a que las capacidades cognitivas de los neandertales eran parecidas a la de los Humanos Anatómicamente Modernos (HAM a partir de ahora), pero no iguales. En general, se acepta una mayor fortaleza física y una mejor adaptación biológica de los neandertales a climas fríos, mientras que los HAM, provenientes de climas templados y cálidos, estarían en peores condiciones de adaptabilidad.
A pesar de todas estas ventajas selectivas, que aparentemente daban una superioridad adaptativa y de supervivencia frente a los HAM, son estos últimos los que se impusieron hasta la total desaparición de las primitivas poblaciones autóctonas de Europa. Esto se debe, a que no podemos basarnos en aspectos únicamente anatómicos ni medioambientales, sino que debemos centrarnos también en los aspectos cognitivos.
¿Cómo es posible realizar esta premisa si en valores medios tenían un volumen cerebral mayor que el de las poblaciones modernas? Para eso tenemos que echar la vista atrás a un ancestro común, el Homo antecessor. Los procesos de evolución referentes al cerebro de los neandertales y de los HAM debieron seguir caminos semejantes, pero no idénticos, ya que nunca evoluciones separadas dieron resultados iguales. Mientras el neandertal presenta un patrón de desarrollo cerebral definido por los especialistas como arcaico, en el que gran parte del cambio se basa en un crecimiento general, los humanos anatómicamente modernos presentan un aumento de los lóbulos parietales y frontales alométricos en forma y en superficie del córtex. Todo esto, junto con otras características de carácter ontogénico, supusieron el desarrollo de dos especies diferentes.
Asimismo, tenían una menor posibilidad de producción lingüística, dada la escasa capacidad de articulación, dificultando la producción de sonidos articulados a los que atribuir un determinado simbolismo. La menor superficie de corteza cerebral dedicada a funciones asociativas superiores y un periodo de inmadurez neurológica más corto, pudieron ser la causa de que el neandertal fuera en segunda posición en la carrera de las capacidades cognitivas, al menos en aquellas funciones de carácter creativo, lo que, unido a esa menor capacidad de producción de sonidos articulados debió dificultar la creación de un lenguaje simbólico y por tanto de un concepto de autoconciencia.
Sin embargo, partiendo de la premisa de que la conducta de los neandertales es claramente heterogénea, suponiendo esto una fragmentación social, una menor sociabilidad y un diferente desarrollo cognitivo que darán como resultado una fragmentación cultural, redes sociales limitadas en su extensión, falta de homogeneidad tecnológica y simbólica, asentamientos pequeños, menor distancia en la importación del sílex etc., no impidió que con otras condiciones más favorables que se produjeron en algunas zonas europeas con posterioridad a los primeros encuentros, pudieran desarrollar una conducta moderna y simbólica. Esto no solo se manifiesta en el aspecto tecnológico, sino en la producción de elementos que requieran de un alto desarrollo de la autoconciencia como los adornos personales.
Nuestros antepasados llevaban muchos adornos, sobre todo en forma de colgantes hechos con huesos y dientes de animales. Se pintaban el cuerpo con ceniza, carbón y almagre. Pero ¿cómo usarían los neandertales los adornos personales? ¿Se decorarían con almagre? ¿Echaban mano tal vez de plumas de cuervos y rapaces para ponérselas en el pelo? Tenemos conocimiento de que transportaban ocre rojo a sus cuevas y tal vez lo usasen como pigmento para pintarse el cuerpo, aunque es posible que se dieran otros usos. Un tocado hecho con plumas causaría un gran impacto sin duda a quién lo viera, pero las plumas no perduran, por lo que no forman parte del registro arqueológico. Sin embargo, varios yacimientos, nos han proporcionado indicios del uso de plumas por parte de los neandertales, en los que se han encontrado huesos de alas de rapaces y córvidos con señales de haber actuado sobre ellos. El interés por las rapaces, animales de bajo nivel calórico y de difícil acceso, tiene que obedecer a razones que no sean alimenticias por lo que la hipótesis del uso de plumas como adorno no debe ser descartada.
Otro ejemplo de adorno personal, lo podríamos hallar en el descubrimiento que se produjo en el yacimiento de Cova Foradada (Calafell, Tarragona) en 2019, de una garra de águila usada como adorno personal por los neandertales hace 39.000 años. Los investigadores sugieren que tal vez el empleo de garras como ornamento pudo en realidad haber sido un invento neandertal, copiado posteriormente por los humanos modernos. Aunque hay una decena de yacimientos europeos donde han aparecido pruebas de procesamiento de garras para obtener adornos, esta es la primera vez que se encuentra un adorno de este tipo hecho por los neandertales en la península ibérica. También debemos mencionar un estudio publicado en 2018 por ScienceAdvance en el que se debatía la posible autoridad neandertal en el arte parietal de las cuevas de Ardales en Málaga, Maltravieso, en Cáceres y La Pasiega, en Cantabria, datado en hace más de 65.000 años.
Esto pone de manifiesto la necesidad de abandonar la costumbre de elaborar teorías de rango general, para estudiar la cultura simbólica de una manera más sesgada. ¿Sería entonces el neandertal una especie tan tosca y burda como siempre nos han hecho creer? Todo parece indicar que tenían cierta capacidad de pensamiento simbólico, aunque les costaría más tiempo y esfuerzo conseguirlo, ya que tenían un nivel de respuesta menor respecto de los humanos modernos, a los cambios sociales y medioambientales que se presentaron en el período de transición del paleolítico medio al superior.
En conclusión, queda de manifiesto que nuestros compañeros de viaje de la prehistoria suponen una de las grandes incógnitas de la arqueología, cuya forma de pensar, sentir y vivir siguen suponiendo un misterio para los investigadores.
Victoria Alonso Yanes
Doctorando en arqueología cognitiva por la UNED
Imagen portada: Imagen de un neandertal ataviado con plumas de ave. Giorgio Bardelli, Museo de Historia Natural, Milán. Recuperado de https://historia.nationalgeographic.com.es/a/neandertales-mas-cerca-nosotros_7201/2
¡Muy interesante!
Hace tiempo escuché (y leí) que la cabeza de los bebés neandertales era bastante grande y complicaba los partos, dejando una alta tasa de mortalidad materna. Recientemente he leido que no eran tanto así, pero que luego la cabeza de los bebés crecía más rápido que el Homo Sapiens. Hay tanto aún por descubrir.. como que tenemos un 2% de ADN neandertal y las implicaciones que esto pueda tener :-O
En cuanto a la evolución, por pura optimización genética/evolutiva, es posible que nosotros tengamos un tamaño de cerebro óptimo para nuestro tamaño y, además, un tamaño óptimo para nuestro entorno; somos la convergencia de la evolución de nuestra especie..