0 0
Read Time:4 Minute, 7 Second

Aristóteles dijo que el éxito tiene que ver con la excelencia y que ésta es un hábito que debemos trabajar individualmente. Jeanette Winsterson escribió “¿Por qué ser feliz cuando puedes ser una persona normal?” y a Gabriel García Márquez se le escapó aquello de “el éxito no se lo deseo a nadie”.

Si partimos de la base de que felicidad y éxito no son sinónimos (aunque puedan ser consecutivos o consecuentes) tenemos que dejar claro que tampoco lo son éxito y mérito. ¿De qué hablamos, entonces, cuando hablamos de éxito? A este punto, tengo más preguntas que respuestas: ¿Cómo se consigue el éxito y quién lo otorga? ¿Cómo evolucionan los criterios y los gustos que otorgan un éxito? ¿Tiene que ver el éxito con el talento y el prestigio?

Hay un tipo de éxito, el más extendido, que tiene que ver con el reconocimiento social y la acumulación de capital. Es el éxito entendido como acumulación de seguidores que se traduce, por lo general, en capital. Dejamos de lado el hecho de que para muchas personas el éxito, individualmente, puede ser otra cosa y nos centramos en lo que, como sociedad, tenemos más normalizado, es decir, el éxito como audiencia y beneficios.

No descubro nada si afirmo que el éxito no tiene que ver, necesariamente, con el prestigio, la calidad, el talento o, lo más importante, el trabajo. Aunque, ciertamente, pueden coincidir y convivir. Y a este punto también cabría preguntarse ¿quién define lo que es calidad, talento o prestigio? ¿Se barajan los mismos barómetros en todas las épocas? ¿en todos los países? ¿en todos los géneros?

Sería ingenuo (o insolente) pensar que el éxito se debe solo al esfuerzo, el talento o a la calidad del trabajo realizado. Como igual de insolente (o ingenuo) es no reconocer que con lo que sí tiene que ver el éxito es con las personas que lo adornan. Y aquí es donde estaría el público, la audiencia, los seguidores. De hecho, en estos casos se reconoce el éxito de algo o alguien, porque miles de personas llenan teatros, estadios, compran millones de libros, van a ver en masa una película, descargan o reproducen un contenido. El éxito es pues el público, la audiencia, los seguidores. Si un producto no llega a la suficiente cantidad de público, no existe en términos de éxito, por lo tanto, negar que el público es lo que más tiene que ver con tu éxito es negar la realidad.

De hecho, alguien ha podido trabajar mucho para conseguir algo y no conseguir nada en absoluto. No ha tenido éxito y su trabajo es invisible y no da beneficios. ¿Significa eso que esa persona no tiene talento o que el trabajo realizado no es válido? Obviamente no, pero la sociedad le dice que sí.

Podría parecer que estoy alimentando el llamado síndrome del impostor, pero nada más lejos, pues no se trata de machacarse pensando ‘no merezco esto, solo he tenido suerte, no soy nadie’, pero tampoco se trata de ir por la vida como si el éxito estuviera en tu ADN. Y, hablando del síndrome del impostor que está tan de moda, me da la sensación de que se ha convertido en una forma de ocultar la creencia en la meritocracia en personas que dicen no creer en ella. Es decir, que cuando están en el umbral del éxito dicen que creen no merecerlo, pero una vez en el epicentro, ay, les cuesta ver que no todo es fruto de su trabajo y su talento.

Lo que me interesa recalcar es el hecho de que las nuevas generaciones de personajes mediáticos que pululan, sobre todo, por internet, abusan de esta conducta. Es una dinámica muy extendida esa de pensar que el público no te ha puesto ahí y que todo te lo has ganado tu sola o solo. Claro que es el público quien te ha puesto ahí ¿o crees que te darían un Ondas si no tuvieras audiencia?

¿Acaso la canción de ‘La Macarena’ es una buena canción y por eso dio la vuelta al mundo y tuvo un éxito internacional? ¿Sus autores pasaron años componiéndola hasta lograr una letra y música digna de pasar a la posteridad?

El éxito ni se merece ni se deja de merecer, es algo que, aunque esté ligado a un trabajo concreto (o lo parezca), no depende de él, sino de factores variables que habría que perfilar en cada caso. Lo más sabio, y por tanto lo más sensato, sería dejar el éxito en su lugar y no darle más importancia de la que tiene, aceptar que es algo aleatorio y transitorio, lo mismo que el fracaso. Porque todo lo que sube, baja, necesariamente, así que quizás estaría bien reconocer a todas esas personas gracias a las cuales estás arriba en un momento dado. Reconocerlas, darles su espacio y aceptar el feedback también cuando no reparten lisonjas.

Susana R. Sousa

Susana R. Sousa

Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %
anthropologies
Entrada anterior Soluciones al problema de la vivienda
Entrada siguiente El miedo y el cine

Average Rating

5 Star
0%
4 Star
0%
3 Star
0%
2 Star
0%
1 Star
0%

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.