Imagen 1: Foto del sarcófago visigodo donde se observa el estaurograma. Fuente: Fondo documental CEPOAT.
Josué Natanael Lorente Vidal
La tapa posee una representación de la cruz con el alfa y el omega que proviene del Apocalipsis de San Juan: “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”.
En junio de 2021, fue descubierto en la villa romana de “Los Villaricos” en Mula, Murcia, un sarcófago datado entre los siglos VI y VII d.C., en cuya tapa se encuentra un estaurograma con las letras intercambiadas que, en su orden habitual (Alfa y Omega), se asocian a las palabras de San Juan en el Apocalipsis: “Yo soy el Alfa y el Omega, principio y fin”.
El yacimiento
La villa romana de Los Villaricos está situada a 5 km de la ciudad murciana de Mula. La elección de su localización geográfica no parece casualidad, ya que responde a las características típicas que las fuentes clásicas[1] mencionan sobre este tipo de asentamientos: óptimo acceso a la comunicación terrestre y fluvial. Es por ello, que en sus proximidades se encuentra el río Mula y la vía Carthago Nova-Complutum. Las intervenciones arqueológicas en este espacio comenzaron en 1985 y continúan hasta hoy. El yacimiento es un ejemplo del típico modelo de asentamiento rural en época romana de los siglos I-II d.C. y muestra claras fases de reutilización en los siglos posteriores.
El área residencial (pars urbana) tiene diversas estructuras: patios, corredores y complejos termales. En una de las habitaciones más llamativas encontramos un gran mosaico hecho con teselas de diferentes colores, además de hallar en él cerámicas y lucernas paleocristianas con decoraciones en forma de crismón datados entre los siglos V-VIII d.C.
Otra de las diferencias que este lugar presenta son las termas, que no siguen la típica disposición lineal de los baños romanos, sino que están organizadas en dos bloques: uno, al norte, con agua fría (frigidarium), donde destaca una gran piscina (natatio) y baños de asiento. Hacia el sur se encuentran las habitaciones calefactadas y los hornos. Entre las salas calefactadas están las dedicadas al tepidarium, la piscina pequeña caliente (caldarium) y el sudatio dedicado a los baños de vapor. Las termas se encuentran separadas del edificio principal y, además, cuentan con sus propios hornos, siendo una prevención para disminuir el riesgo de incendios. Es interesante destacar la compleja red de suministro de agua que debió existir a base de cisternas, pozos, manantiales y conductos para abastecer todas estas habitaciones.
En cuanto al área de trabajo (pars rustica), encontramos las estancias dedicadas a la obtención y almacenamiento de aceite llamadas torcularium; en ella se encuentran los depósitos de decantación, la prensa, las canalizaciones, etc[2].
El sarcófago
Tras los siglos V-VI d.C. tiene lugar el abandono señorial de la villa que pasa a ser reocupada y reutilizada por los habitantes de la zona. De esta manera, antiguas salas se convierten en una necrópolis para enterrar a sus pobladores. Una de las habitaciones más importantes, el oecus, donde se recibían visitas, fue transformada en una basílica cristiana.
En este contexto, las excavaciones del verano de 2021 dirigidas por el catedrático Rafael González y los arqueólogos Francisco Fernández, José Javier Martínez y José Antonio Zapata, dieron como resultado el descubrimiento del (por ahora) único sarcófago del yacimiento.
El sarcófago se halló en la tumba llamada “T-35”. Esta zona se encuentra próxima a la transformada habitación del triclinium, que pasó a ser un ábside para ritos religiosos. Tras su descubrimiento y extracción se sometió a un análisis iconográfico de su decoración. Además de la figura principal que vamos a ver, hay formas que podrían simbolizar la hiedra o la vid, elemento artístico común en época tardorromana.
Imagen 3: Foto de la tapa del sarcófaco con el estaurograma. Fuente: (AeroGraph Studio, 2021)
Estaurograma vs Crismón. ¿Qué son?
Es importante resaltar que la imagen del sarcófago es un estaurograma y no un crismón. El primero constituye una de las representaciones más antiguas de la cruz, siendo el símbolo iconográfico anterior a cualquier otro dentro del cristianismo sobre la crucifixión. En cambio, el crismón tomó un mayor protagonismo a partir del siglo VI. Se forma con las dos primeras letras de Cristo (X y P) del nombre en griego: ΧΡΙΣΤΟΣ (/jristós/). El primer cristograma del que se conoce la fecha exacta pertenece al 323 d.C. Por ello, el uso del estaurograma podría fecharse unos 150-200 años antes de los primeros crismones y nos hablaría del culto que recibió desde el siglo II entre los cristianos.
Imagen 4: Dibujo del sarcófago realizado por José Gabriel Gómez (AeroGrpah, Studio, 2021)
La tapa posee un estaurograma (representación de la cruz) con el alfa y el omega rodeado por una corona dentada. La cruz monogramática está formada por las letras tau (τ) y rho (ρ), flanqueadas por las letras alfa (A) y omega (w) en posición cambiada, es decir, aparece como omega (w) y alfa (A). Estas palabras provienen del Apocalipsis de San Juan: “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”.
En este caso, nos llama la atención el cambio de orden en sus letras. Esto ha sido muchas veces interpretado como un error artesanal, pero existe un consenso científico que da otra explicación. Entre ellos destaca Dulce Ocón, quien subraya la voluntariedad de esta acción bajo la mística idea del abandono de la vida por parte del difunto y su llegada a otro principio. Fue Margherita Guarducci quien en 1958 aportó, gracias a los grafitos similares de la tumba de Pedro en el Vaticano, un pensamiento cristiano de la época, siendo el alfa representado como una nueva era y el omega como el fin de la edad pagana. De esta forma, los estaurogramas de la época con este orden terminarían remarcando el paso, a través de Cristo, de la vida terrenal a la eterna.
Otras teorías, como la de Alonso Sánchez: de principio a fin y de fin a principio, han sido relacionadas con los pensamientos de los padres de la Iglesia. Tertuliano (De monogamia 5) hace un juego de palabras que nos permite ahondar en esta cuestión:
“Así, también, las dos letras griegas, la primera y la última, el Señor las asume para sí mismo, como figuras del principio y del fin, que convergen en Él. De modo que, así como el Alfa rueda hasta llegar a Omega, y de nuevo Omega rueda hacia atrás hasta llegar a Alfa, de la misma manera, que todo el plan divino de la Creación, que se acaba en aquel que lo comenzó a través del Verbo de Dios que se hizo carne, pueda tener un final correspondiente a su principio”.
Clemente de Alejandría en la misma línea remarca que el “alfa y el omega” no tiene interrupción, sino que el final llega en el principio anterior[3]. Aunque estas formas no son las más comunes, en la Península Ibérica podemos encontrar varios casos en contextos paleocristianos, mozárabes, románicos y visigodos.
El CEPOAT
Imagen 5: Foto de los directores y arqueólogos junto con los voluntarios del grado de Historia de la Universidad de Murcia. Fuente: Tomada por el autor
Estas excavaciones y proyectos de investigación se llevan a cabo con la ayuda del voluntariado de diferentes universidades. El Centro de Estudios del Próximo Oriente Antiguo y Tardío (CEPOAT) en colaboración con los departamentos de la Universidad de Murcia coordina diferentes intervenciones arqueológicas en las que se puede participar de diversas formas: consultando información acerca de sus trabajos, visitando los yacimientos y asistiendo a sus jornadas de puertas abiertas, además de eventos realizados en la Universidad de Murcia como la noche de los investigadores, o la colaboración como voluntario para la formación del alumnado. A través de su página web https://www.um.es/cepoat/aulavirtual/ se pueden consultar los cursos que ofrece sobre el mundo antiguo y pedir información para aquellos interesados en sus diferentes actividades.
Referencias
González Fernández, Rafael; Lechuga Galindo, Manuel. “Los Villaricos Mula”. En Resumen de las Jornadas de Patrimonio Histórico y Arqueología Regional, n. 12 (Murcia: 2001).
Lechuga Galindo, Manuel; González Fernández, Rafael; Fernández Matallana, Francisco. “Un recinto de planta absidal en el yacimiento romano de los Villaricos (Mula, Murcia)” Antigüedad y Cristianismo: Sacralidad y Arqueología, 21 (2004).
González Fernández, Rafael; Fernández Matallana, Francisco; Zapata Parra, José Antonio. “Sobre la producción del primer torcularium de la villa romana de los Villaricos (Mula, Murcia)”. Zephyrus: Revista de prehistoria y arqueología, n. 81 (2018).
González Fernández, Rafael; Fernández Matallana, Francisco; Zapata Parra, José Antonio; Martínez García, José Javier. “La villa romana de Los Villaricos (Mula, Murcia): 30 años de investigación”. XXV Jornadas de patrimonio Cultural. Región de Murcia, (2019).
González Fernández, Rafael; Fernández Matallana, Francisco; Zapata Parra, José Antonio; Martínez García, José Javier y Martínez Sánchez, Miguel. “El sarcófago de la necrópolis tardorromana de Los Villaricos (Mula, Murcia)”. Pyrenae, vol 53 núm 1 (2022).
https://www.um.es/antiguedadycristianismo/villaricos/ Consultada el 9 de oct de 2023.
Imágenes
La mayoría de ellas han sido extraídas de: González Fernández, Rafael; Fernández Matallana, Francisco; Zapata Parra, José Antonio; Martínez García, José Javier y Martínez Sánchez, Miguel. “El sarcófago de la necrópolis tardorromana de Los Villaricos (Mula, Murcia)”. Pyrenae, vol 53 núm 1 (2022).
Créditos dibujos: (AeroGraph Studio, 2021)
[1]Marco Terencio Varrón en su De Re Rustica (1, 16, 1) dice: “Falta la segunda parte, lo que está fuera de la finca (…) si no hay o son idóneos los caminos y los ríos para el transporte”. Otros como Catón señalan también esta importancia.
[2] En el siguiente enlace se puede acceder a parte de las plantas de producción modelas en 3D: https://www.um.es/antiguedadycristianismo/villaricos/?page_id=31
[3] La idea proviene del texto Stromata IV, 157, 1
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