La disolución de la URSS a principios de los años 90 del siglo pasado generó un efecto mariposa que dura hasta nuestros días, las tensiones provocadas por dicha disolución entre las distintas repúblicas que componían el gigante soviético, todo lo acontecido antes, durante y después de la caída del bloque comunista es analizado por Manuel Castells, en “La Nueva Revolución Rusa” (1992) exponiendo unas raíces en el conflicto muy anteriores a lo que muchos podían originar, siendo una obra profundamente analítica, nos ayuda a extraer información que puede ayudarnos a entender los orígenes de un conflicto que no tiene visos de finalizar a corto plazo.
Para entender el presente hay que caminar hacia adelante mirando hacia atrás, y al igual que resulta imposible entender la Segunda Guerra Mundial sin conocer la Primera y los tratados de paz que sellaron el final de la contienda, la actual guerra entre Rusia y Ucrania no puede entenderse sin conocer el fin de la Unión Soviética y los acuerdos adoptados para su disolución.
En 1992 Manuel Castells, aquel que fuera ministro de Universidades entre enero de 2020 y diciembre 2021, uno de los científicos sociales más citados del mundo, así como un sociólogo de prestigio internacional, escribió “La Nueva Revolución Rusa” donde explica los entresijos de la desaparición de la URSS, así como el papel que desarrollaron en ella personas como Gorbachov o Yeltsin, entre otros, la situación en la que quedaban las antiguas repúblicas soviéticas, donde Ucrania tenía un papel destacado, las tensiones que se produjeron y el ascenso del nacionalismo fundamentado en el populismo de sus protagonistas.
Treinta años después de aquella etapa, todo salta por los aires en el momento en que el ejército ruso cruza las fronteras ucranianas comenzando una guerra abierta con el que años atrás fueran dos repúblicas unidas bajo el manto del comunismo soviético.
Castells expone como Rusia pretendía mantener el control militar, así como industrial, teniendo en cuenta que Ucrania poseía parte del armamento nuclear del que disponía recién enterrada Unión Soviética (que sería destruido posteriormente por Rusia debido a los acuerdos de desarme firmados previamente entre Gorbachov y EEUU)
Entre los puntos de fricción entre Rusia y Ucrania que Castells plantea son los gaseoductos rusos que pasan por territorio ucraniano para abastecer a Europa, así como la situación en la que quedaba la península de Crimea tras el desmembramiento de la URSS, temas que lamentablemente han sido protagonistas de las noticias en este último año. Hay que recordar que la península de Crimea fue cedida a Ucrania de manera irresponsable por Kruschev en 1954. En 2014 Putin como presidente de Rusia, observando como Ucrania se acerca al bloque occidental tras las manifestaciones de Maidan y dando las siguientes elecciones un gobierno proeuropeo y pro-OTAN, decide anexionar las provincias de Crimea para evitar que Rusia pierda un acceso propio de salida al Mar Mediterráneo.
Evidentemente, Castells no pude predecir todo lo acontecido en estos treinta años, pero pone el foco de atención en aspectos claves que nos hace entender de manera más clara lo que está sucediendo en la actualidad, poniendo como punto de partida la disolución del gigante soviético y el fin de la política de bloques que predominó tras la Segunda Guerra Mundial. Sin duda “La Nueva Revolución Rusa” se vuelve a poner de actualidad para, desde el pasado, poder entender, algo mejor, el presente.
Referencias
Castells, M. 1992. LA NUEVA REVOLUCIÓN RUSA. Madrid. Editorial Sistema
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