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Susana R. Sousa

Susana R. Sousa

España está sufriendo una ola de censura cultural que no se veía desde el franquismo y que puede llevarnos a la oscuridad más absoluta. ¿Queremos eso?

A primeros de julio, la Plataforma de Artes Libres emitió un comunicado en el que denunciaba la censura y cancelación de varias obras de teatro en diferentes ciudades españolas. El comunicado decía así:

“Las y los profesionales del mundo de la cultura queremos denunciar el retorno de la censura que está atentando contra la libertad de expresión, un derecho consolidado social y democráticamente en nuestra Constitución. #stopcensura”.

Se sumaron a la movilización, entre otros, el Centro Dramático Nacional, el Teatro de la Abadía, el Teatro Kamikaze así como numerosos profesionales de la cultura para dejar clara su repulsa ante la censura impuesta por los gobiernos de PP y VOX en algunos ayuntamientos. Las garras de la derecha y la ultraderecha no solo alcanzaban a obras de teatro programadas y con las entradas vendidas, sino también a películas infantiles, como es el caso de “Lighyear” de la saga Toy Story cuya proyección fue suspendida en Santa Cruz de Bezana (Cantabria).  En la misma semana, un concejal de Vox en el Ayuntamiento de Mérida pronunciaba estas palabras “si nos seguimos saltando la ley, lo siguiente que vamos a ver es la bandera de los pedófilos» para justificar la retirada de la bandera LGTBI del consistorio.

Una de las obras censuradas fue “Orlando” de Virginia Wolf, adaptada y llevada a escena por la compañía Teatro Defondo y estrenada en enero de este mismo año en el Teatro Quique San Francisco de Madrid. Después de más de 100 funciones por toda España, la explicación que dieron desde el Ayuntamiento de la localidad de Valdemorillo, donde se censuró, fue que el contenido de la obra “no es conveniente” al tratarse de un hombre que se convierte en mujer.   Pablo Huetos, productor de la compañía, dejó dicho en el comunicado de prensa: “Ni su temática ni su poesía pueden herir. Intentar demonizar la cultura y reducirla a etiquetas tendenciosas es solo el primer paso hacia la quema de libros que no se ajusten a la ideología dominante. No aceptamos la censura política venga esta de la ideología que venga. Desde Teatro Defondo, empresa madrileña con 21 años de trayectoria profesional en las Artes Escénicas y recientemente incorporada a ARTEMAD, exigimos responsabilidad a las formaciones políticas y criterio a sus cargos electos”.

En la ciudad de Getafe, Vox exigió la eliminación de la obra de Lope de Vega “La villana de Getafe” por “sus insinuaciones sexuales” y, por su parte, el ayuntamiento del PP de Briviesca canceló la obra de teatro “El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca” de Xavier Bobés y Alberto Conejero sobre un maestro republicano fusilado.

Las reacciones ante esta cancelación real de la cultura no tardaron en multiplicarse en los medios de comunicación y las redes sociales. Marisa Paredes dejaba clara su postura: “Nos costó mucho llegar a conseguir que no hubiera censura en este país y ahora vuelven a censurar, vuelven a quitar obras de teatro” y Paco Bezerra, quién vio su obra “Muero porque no muero” eliminada de la programación de Los Teatros del Canal en enero de este año, no ha cesado en su empeño de   la censura al tiempo que ha seguido intentando estrenar su obra. Algo que, hasta el momento, ha sido imposible. Combativo e incansable, Bezerra inició una recogida de firmas en protesta por la cancelación cuyo manifiesto puede leerse aquí

María Guerra, en una entrevista al dramaturgo en su programa La Script, dice “Yo no puedo entender que esa obra de teatro no se pueda estrenar en España” a lo que Paco Bezerra responde “No se pudo y ahora nadie quiere hacerla”. La obra no provoca indignación, rechazo o escándalo, más bien al contrario, es una obra magnífica con mayúsculas que invita a la reflexión y la crítica, así que, si ningún productor ni director de teatro se atreve a estrenarla, tengo que darle la razón a Bezerra cuando dice “el teatro está lleno de cobardes”. Y de los cobardes se nutren la censura y el fascismo, porque ser cobarde está justificado en muchos casos, pero no cuando la dignidad y la cultura de un país están en juego.

La niña Liesel se jugaba su vida y la de sus padres con su pasión por la lectura, porque la cultura era peligrosa en la Alemania nazi. El Papa Pío IV ordenó “vestir” los desnudos del fresco que Miguel Ángel pintó en la Capilla Sixtina por considerarlos impíos. Durante el franquismo, La Junta Técnica del Estado decretó que quedaban fuera de la ley aquellos libros “comunistas, socialistas, libertarios y, en general, disolventes”. El informe de lectura del 9 de marzo de 1972 sobre la obra de Francisco Ayala dice así: “El autor, rojillo exiliado, tenía que asomar la oreja de rojillo, y la asoma en el cuento titulado “El tajo” que es todo él ligeramente tendencioso y antimilitarista, con su gotita antirégimen al final. Estimamos debe suprimirse o por lo menos hacer tachaduras ABSOLUTAMENTE IMPRESCINDIBLES en las pg. 129-130-136-141-143 y 152. El cuento “El loco de fe y el pecador” pg. 184 a 188 estimamos necesitaría revisión por un asesor religioso. Se considera por tanto AUTORIZABLE CON TACHADURA.”

Un acto tan sencillo como meter un voto en una urna un domingo por la mañana puede dar lugar a un sinfín de complicaciones que, en la mayoría de los casos, no podemos presagiar. Pero en otros muchos sí, aunque para ello el acto de meter un voto en la urna debe convertirse en algo más complejo. No podemos dejar que ganen los que queman libros, los que echan a la gente de sus casas, los que niegan la violencia de género, los que supuran odio (que no miedo) por todos los poros de su piel, los homófobos, racistas y machistas. No podemos volver al pasado de Los Santos Inocentes.

Bob Pop se preguntaba en un tuit hace unos días “¿Y si dejamos de decir lo que no estamos entendiendo de sumar y nos sumamos para explicarnos, que nos expliquen, entendernos y construir entre todxs un espacio que nos acoja, nos represente, nos pertenezca y hagamos propio para un futuro mejor?”.

Yo solo espero que le hayamos hecho un poco de caso y no estemos ahora lamentándonos de nuestra cobardía y falta de sentido de lo común.

Terminado de escribir el 07/07/2023, 16 días antes de las elecciones generales.

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