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Rubén Blasco

Rubén Blasco

“[…]cara ancha y juanetuda, esqueleto fuerte, pómulos salientes, distancia bicigomática fuerte, grandes ojos azules o verdes claros, algo oblicuos. Cráneo braquicéfalo, tez blanca, pálida y pelo castaño o rubio; no se parece en nada al vasco clásico. Es un tipo centro-europeo o del norte. Hay viejos de Bozate que parecen retratos de Durero, de aire germánico. También hay otros de cara más alargada y morena que recuerdan al gitano.”

Pío Baroja en “Las horas solitarias”(1918)

En 1715 el urbanista Juan de Goyeneche había fundado un nuevo núcleo urbano a las afueras de Madrid. Este se situaba al lado de la cuna de Cervantes (Alcalá de Henares). Aprovechando las leyes que, no mucho más tarde, se estaban promulgando, se intentó de llevar a este nuevo lugar a los agotes que aún quedaban en el valle navarro y por ello fue denominado “Nuevo Baztán”. Pero ¿quiénes eran los agotes?

La identidad del silencio y las proyecciones

Como sucede con muchos otros grupos del medievo, lo que sabemos de ellos es, únicamente, lo que se dijo de ellos.

Lo que no tenemos tan claro son sus orígenes; no tardaron en ser etiquetados como una raza inferior, básicamente leprosos. Una raza inferior acusada de herejía, que llevaban a cabo prácticas religiosas paganas. Es más, aseguraron tanto que los agotes sólo fueran los agotes que, designar como tal a alguien que no lo fuera conllevaba una multa.

La primera constancia que se tiene de ellos data de 1288, y se ubicaban, principalmente, en el valle del Baztán y Roncal (Navarra), Guipuzcoa, País Vasco francés y algunos núcleos aragoneses. Debido a las fechas de las que hablamos, y a los lugares que ocupan, ha habido quiénes han querido ver en el auge del Camino de Santiago su origen, a partir de grupos marginados de artesanos.

“Al agote garrotazo en el cogote”, de la identificación a la marginación

Sí se sabe que trabajaban como artesanos de la piedra y la madera (posteriormente también del hierro). Lo que queda claro es que habían quedado excluidos del circuito de la economía tradicional y tenían que dedicarse a actividades marginales. Porque, a decir verdad, el estilo de vida que llevaban no se diferenciaba en demasía al de las poblaciones locales a las que habían llegado. La condición social que presentaban era fruto únicamente, como si fuera poco, de la discriminación socioeconómica. Tal vez, el único rasgo diferencial de los agotes, fuera el de ser unos marginados.

 

Porque primero llegaron las etiquetas, los rumores, el decir lo que eran sin que ellos mismos lo supieran muy bien. Pero luego vinieron las leyes y las prohibiciones locales.

 

Y lo que sucedió es algo que nos cuenta muy bien Mary Douglas en “Pureza y peligro”. No podían casarse con el resto de la población, esto los llevó a la endogamia. Y esta endogamia los llevó a tener supuestos rasgos característicos físicos que posteriormente haría que se identificasen por sus estigmas. Una de las más llamativas era la de las orejas sin lóbulo.

 

Fueron obligados a vivir fuera de los núcleos urbanos y, en algunos momentos de la historia, debían vestir una ropa identificativa (algo rojo, o un símbolo similar a la huella de un pato, identificación que ya se había impuesto con anterioridad a otros grupos). En algunos sitios debían de mover una campanilla a su paso, anunciando su llegada.

En Navarra, debían de entrar a la iglesia por un lugar diferente y, dentro del templo, ocupaban un espacio diferenciado (bajo el coro, o el campanario normalmente). Usaban una pila bautismal exclusiva para ellos y de ninguna manera podían colocarse cerca del altar, siendo separados, en ocasiones, por una valla.

 

Tenían prohibido tocar la fruta del mercado (se creía que, si lo hacían, esta se echaría a perder), ni los animales en los establos, tampoco pescar…

 

El fin de la infamia

En 1514 lograron por parte del papa León X, una bula para poner fin a las restricciones. Sin embargo, pese a esto, su condición social era tan precaria que no se avanzó demasiado: su marginación social estaba profundamente arraigada. Hasta que, en 1819, en las Cortes de Navarra, se derogaron las últimas leyes que ponían fin a todo esto pensando en aquellos que quedaban, a modo de gueto reservado para agotes, en Bozate (Navarra).

 

Y con el fin de la marginación, desaparecieron los agotes.

Referencias

https://www.nationalgeographic.com.es/

https://es.wikipedia.org/

https://www.diariodenavarra.es/

https://www.ivoox.com/agotes-monograficos-la-biblioteca-audios-mp3_rf_10761569_1.html

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