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Marta Valle

Marta Valle Carbajo

La globalización y la migración ocasionan que los profesionales sanitarios en Europa tengan que afrontar las consecuencias de la grave violación de los derechos humanos que supone la mutilación genital femenina. Es fundamental superar el tabú que puede suponer preguntar por este tipo de procedimientos a las posibles víctimas de cara a tratar mejor sus problemas de salud y a aumentar su calidad de vida.

La mutilación genital femenina comprende todos los procedimientos consistentes en la resección parcial o total de los genitales externos femeninos, así como otras lesiones de los órganos genitales femeninos por motivos no médicos. Constituye una flagrante violación de los derechos humanos de las mujeres y las niñas porque no ofrece ningún beneficio para la salud y las consecuencias tanto a corto como a largo plazo son catastróficas (complicaciones agudas, hemorragia, infección, lesiones en órganos vecinos, problemas menstruales, alteraciones sexuales, dificultades en los partos, trastornos de salud mental, con resultado de mayor o menor gravedad, llegando incluso a la muerte).

Los procedimientos de mutilación genital femenina responden a factores socioculturales vehiculados por familias y comunidades, practicándose en la mayoría de los casos en la infancia y con mayor frecuencia en regiones de África, algunos países de Oriente Medio y en Asia. Es un problema de carácter mundial que a través de la población migrante llega a Europa, donde es clave la identificación de los casos a través de hacer las preguntas correctas en la entrevista clínica.

«Me organizaron una gran fiesta antes de la ablación, me peinaron e incluso me hicieron regalos» recuerda Hoda Ali, superviviente de una mutilación genital femenina, que más tarde cofundó «The Vavengers«, una organización benéfica cuyo objetivo es acabar con la mutilación genital femenina y otras formas de violencia contra niñas y mujeres. Pero las consecuencias de esta práctica no tardaron en hacerse patentes. Tenía doce años y vivía en Somalia cuando estalló la guerra civil y empezó a sentirse mal y a experimentar dolores intensos. Los médicos de un hospital del vecino Yibuti, acabaron por darse cuenta de que el dolor se debía a la acumulación de la menstruación, que no tenía por dónde salir, por lo que precisó una cirugía urgente con el resultado de graves daños en la vejiga y la necesidad de tratamiento posterior en un hospital italiano.

Se calcula que unas 600.000 mujeres sufren las consecuencias de la mutilación genital femenina en Europa y es harto probable que esta cifra esté muy infravalorada debido a las dificultades para identificar a las mujeres que han podido ser sometidas a esta práctica. Es importante animar a los profesionales sanitarios europeos a que formulen las preguntas necesarias, algo que no siempre es fácil ya que en el tema de la mutilación genital femenina intervienen diversos temas tabú, (mujer, raza, religión y violencia de género), Jasmine Abdulcadir, obstetra y ginecóloga que dirige la Clínica de Mutilación Genital Femenina de los Hospitales Universitarios de Ginebra, afirma que es necesaria la formación adecuada de los profesionales para que les permita abordar el tema con sensibilidad para identificar casos al hablar con personas de alto riesgo, lo que repercutirá muy positivamente sobre la salud general de sus pacientes.

Preguntar es lo más importante porque la mutilación genital femenina puede acarrear consecuencias físicas, psicológicas y sexuales de por vida. La mayoría de las personas que han sufrido una mutilación genital femenina experimentarán consecuencias urinarias y menstruales. A veces a las niñas se les tapan los orificios urinarios, lo que puede provocar dolor e infecciones recurrentes. Pueden tener lugar también múltiples complicaciones durante el parto. Además, cuanto mayor es la edad de la niña en el momento de la ablación, más probabilidades hay de que experimente síntomas de depresión, ansiedad o trastorno de estrés postraumático. También puede provocar complicaciones psicosexuales relacionadas con el dolor, el placer sexual o los orgasmos.

Tanto las consecuencias inmediatas como a largo plazo de la mutilación genital femenina justifican una identificación y rectificación tempranas. Sin embargo, los médicos europeos rara vez hacen preguntas relacionadas con esta práctica debido a su falta de conocimientos sobre ella y su temor a utilizar un lenguaje que pueda parecer racista, lo que contribuye aún más al estigma que pesa sobre quienes han sufrido la mutilación genital femenina.

Según la experiencia de Abdulcadir, las mujeres suelen estar muy agradecidas cuando por fin se les pregunta por la mutilación genital femenina ya que notan que se les escucha y están dispuestas a compartir su experiencia desde el día de la ablación hasta el momento de la consulta. Es importante hablar abiertamente y utilizar las palabras adecuadas. Utilizar términos como ablación, reducción y circuncisión, en lugar de mutilación, puede ayudar a las mujeres a entender mejor lo que se les pregunta.

Para pasar a la acción e impulsar la educación sanitaria hacia una mayor concienciación sobre la mutilación genital femenina y evitar que la falta de formación de los profesionales sanitarios repercuta en la atención que precisan estas mujeres y niñas, organizaciones como «ActionAid» en Suecia dan pautas sobre cómo hablar con estas pacientes y cómo hacerles las preguntas necesarias de acuerdo con las guías de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Preguntar es lo importante y no es ético no hacerlo ya que se pasarían por alto posibles elementos clave en la salud de estas pacientes.

La asociación «The Vavengers» también ha lanzado recientemente una campaña en Reino Unido llamada «One Question», diseñada para animar a los profesionales sanitarios europeos a familiarizarse con el tipo de entrevistas clínicas que deben hacer para identificar los casos que pueda haber entre sus pacientes.

Hay que tener siempre en cuenta que la mutilación genital femenina nos rodea. Puede estar ocurriéndole a tu vecina de al lado, a una clienta de tu farmacia local, o a cualquier otra mujer cercana. Ya no es un deber de cuidado sino de humanidad, el de dar a estas mujeres los minutos extra que pueden cambiar sus vidas.

Referencias

Álvarez Degregori, M.C. Sobre la mutilación genital femenina y otros demonios. Bellaterra: Universitat Autònoma de Barcelona. Servei de Publicacions, 2001. (Publicacions d’Antropologia Cultural; 19). ISBN 84-490-2261-4.

Female Genital Mutilation / Cutting: A Global Concern. UNICEF. New York, 2016.

Imagen de la exposición ‘Mi lucha nuestra lucha’, del grupo de mujeres activistas contra la mutilación genital femenina de Médicos del Mundo Madrid. CAMILA ESPINEL

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