La ropa, los adornos y los complementos, han sido una forma de exteriorizar el estatus dentro de la mayor parte de las sociedades durante la inmensa mayoría de los distintos periodos históricos, así como en todo el mundo.
Podemos poner como ejemplo el uso de la capa y la espada por parte de la nobleza europea en la Edad Moderna, artículos prohibidos para la población que no pertenecía a esa clase social. Los pueblos precolombinos usaban, entre otros artículos, penachos de plumas para diferenciar a las personas que lideraban sus sociedades. Muchos pueblos africanos distinguen a sus jefes por los colores vivos de sus ropas, así como ornamentación personal como aros o perforaciones, etc. Esta dinámica como hemos dicho se repite a lo largo de la historia y del globo terrestre.
En la actualidad estos distintivos se han suavizado, pero si nos fijamos bien siguen estando vigentes al igual que en épocas anteriores.
Llama la atención cuando vemos a una persona lucir una prenda donde se puede leer la marca que ha fabricado dicha prenda o en su defecto un logotipo fácilmente reconocible.
Es curioso que muchas personas paguen una cantidad de dinero significativa para hacer publicidad de una marca concreta, ¿no se supone que son las marcas las que deben pagar por tener publicidad?
En realidad, cuando llevamos una prenda donde se puede identificar su logo, estamos mostrando a los demás nuestro estatus social, así como nuestra capacidad económica.
Todos sabemos, aproximadamente, el precio de determinadas marcas, así cuando vestimos una de sus prendas estamos diciendo a todo el mundo: “Eh, yo puedo permitirme gastar X dinero en esta marca”, y de manera secundaria hacemos publicidad de dicha marca para todos aquellos que quieran igualarnos en estatus.
Durante la crisis de 2008 marcas como Vuitton o Channel bajaron los precios con el objetivo de alcanzar una cota mayor de mercado y el resultado que obtuvieron fue una bajada en las ventas, sus productos dejaron de ser exclusivos para las personas que podían permitírselos originalmente, por lo que en un breve espacio de tiempo volvieron a subirlos hasta alcanzar un 32% de aumento en el precio allá por el 2014. Esto significa que estas marcas son exclusivas para las personas que pueden gastar una gran cantidad de dinero para adquirirlas, lo que las posiciona socialmente por encima de aquellos que no pueden acceder a ellas. Se podría decir que la marca que “adorna” el producto es más importante que el producto en sí.
A veces ir a la moda es llevar un cartel diciéndole a todo el mundo cual es nuestra posición en una sociedad donde la valora a las personas por su capacidad económica.
“Las empresas de éxito deben producir ante todo marcas, no productos”
Naomi Klein
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