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“De vez en cuando, la piedra perfora la piedra”

Proverbio kurdo

Este proverbio sirve como ejemplo para describir la constante resistencia del pueblo kurdo sin perder su identidad frente a los ataques externos que han perseguido su desintegración y desaparición a lo largo de toda su historia.

La región que alberga esta población comprende la zona de Asia Menor y Oriente Medio, con una población de entre 30 y 40 millones de habitantes. Se puede afirmar sobre los kurdos que es el pueblo sin nación más grande del mundo y su historia se remonta a más de 5.000 años de antigüedad. Actualmente, su población se encuentra repartida entre los siguientes países: Turquía, Irán, Irak, Siria y Armenia. Esta región ocupa parte de los países ya citados y se denomina Kurdistán.

El kurdo es un pueblo de origen persa. Su lengua es el kurdo, una lengua indoirania de origen indoeuropeo. Su religión originaria es el yazidismo, preislámica, de fe monoteísta y de origen remoto, profesada actualmente por una minoría, ya que la religión mayoritaria es el islam de corte sunita. La reconversión al islam se produjo mayoritariamente durante la Edad Media.

Como dijo el periodista Manuel Leguineche acerca de este pueblo: “Siempre escribimos más o menos lo mismo sobre los kurdos: su fracaso histórico, el largo rosario de traiciones, la batalla en solitario contra poderosos vecinos…”.

El Kurdistán ha sufrido en las últimas décadas sucesivas campañas y actuaciones gubernamentales en cada uno de estos países para destruir su identidad, despoblar su territorio o exterminar una parte significativa de su población. Estas políticas siempre han buscado, a través de la represión, una solución definitiva al grave problema kurdo, aunque en cada país ha tenido un distinto grado de intensidad, que va desde la desvertebración geográfica en Irán hasta el genocidio (Operación al-Anfal) en el sentido estricto del término en Irak, pasando por diferentes formas de limpieza étnica en Siria y, sobre todo, en Turquía.

Después de esta breve introducción histórica y geográfica, nos vamos a detener en el periodo histórico en que tiene lugar, probablemente, el genocidio más importante sufrido por este pueblo en la Edad Moderna. Durante el conflicto entre los kurdos y el Ejército de Irak, Saddam Hussein llevó a cabo la Operación al-Anfal -o simplemente Anfal- (1986-1989). Esta “limpieza étnica” de kurdos acabó con la muerte de entre 50.000 y 182.000 personas. Esta campaña fue liderada por el régimen baasista de Saddam Hussein y dirigida por Ali Hassan al-Mayid (Ali el Químico), y toma el nombre de la sura al-Anfal en el Corán, que fue el nombre clave usado por el régimen baazista: Sus órdenes decían que para las unidades jash (literalmente “burro” o “potro” en idioma kurdo) el robo de ganado vacuno, ovino o caprino, dinero, armas e incluso el secuestro de mujeres kurdas era legal.​ La campaña se dirigió también contra otras comunidades minoritarias del país, incluyendo asirios, shabaks, yazidis, judíos, mandeos y turcomanos, y las aldeas de esos grupos étnicos fueron destruidas.

Los ataques fueron lanzados con una larga duración que destruyó aproximadamente 4500 aldeas kurdas en zonas del norte de Irak y se estima que desplazaron por lo menos a un millón de habitantes de un total de 3,5 millones de kurdos. Amnistía Internacional recogió los nombres de más de 17.000 personas que habían “desaparecido” durante 1988.​ La campaña se caracteriza como genocida por naturaleza. También se caracteriza como “generocida”, porque los hombres en edad de combatir fueron los objetivos principales, según Human Rights Watch/Medio Oriente.

Al-Anfal, oficialmente realizada entre el 23 de febrero y el 6 de septiembre de 1988, tendría ocho etapas en total, siete de ellas dirigidas a las zonas controladas por la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK). Las zonas controladas por el Partido Democrático de Kurdistán (PDK) en el noroeste del Kurdistán iraquí, que el régimen consideraba como una amenaza menor, fueron el destino de la etapa final de la operación al-Anfal a finales de agosto y principios de septiembre de 1988. Para estas agresiones, los iraquíes reunieron hasta 200.000 soldados con apoyo aéreo contra fuerzas guerrilleras kurdas, que no eran más de unos pocos miles.​

Es necesario añadir a estas operaciones militares, los ataques químicos, ya que el 16 de marzo de 1988 se produjo un ataque de gas venenoso en la ciudad de Halabja, en el que de 4000 a 5000 personas fueron asesinadas, la mayoría mujeres y niños.

Fotografía publicada por Hispan TV

Otro aspecto a destacar es la existencia de campos de concentración y exterminio. Al ser tomadas las poblaciones kurdas, fueron trasladados a centros de detención (especialmente Topzawa, cerca de la ciudad de Kirkuk) varones adultos y adolescentes considerados como posibles insurgentes para separarlos de los civiles. De acuerdo con Human Rights Watch/Medio Oriente:

Con variantes de menor importancia (…) el patrón estándar para la clasificación de los recién llegados [en Topzawa] fue el siguiente: hombres y mujeres fueron separados en el lugar tan pronto como los camiones que los habían llevado se detuvieron en el gran patio central de la base. El proceso fue brutal… Más tarde, los hombres fueron divididos por edad, los niños pequeños se mantuvieron con sus madres, y los ancianos y enfermos fueron enviados a cuartos separados. Hombres y adolescentes que se consideraban en edad de usar un arma fueron conducidos juntos.

La «arabización«, otro elemento importante de al-Anfal, fue una táctica utilizada por el régimen de Hussein para obligar a poblaciones proinsurgentes a abandonar sus hogares en pueblos y ciudades como Kirkuk, que están en las valiosas áreas de yacimientos de petróleo, y reubicarlos en áreas del sur de Irak.​ La campaña usó la redistribución de la población, sobre todo en Kirkuk, cuyos resultados ahora dificultan las negociaciones entre la Alianza Unida Iraquí (chií) y la Alianza del Kurdistán. El régimen baasista de Hussein construyó varias instalaciones de viviendas públicas en Kirkuk como parte de su «arabización», atrayendo a pobres árabes de las regiones del sur de Irak a Kirkuk con el señuelo de la vivienda de bajo costo.

Dentro de esta masacre se encuentran miles de historias personales, pero vamos a destacar la terrible y trágica historia de Taimour Abdullah Ahmed, un kurdo que presenció cómo ejecutaron sin piedad a su familia delante de sus propios ojos. Lo cuenta a la cadena BBC News:

Me sentí horrible. Vi que mataban a mi madre delante de mis ojos. No tenía ningún poder. No podía protegerla. No podía defenderla. Después de eso, vi a dos de mis hermanas asesinadas. No fueron solo mi madre y mis hermanas, mataron a todos mis parientes.

Taimour Abdulla Ahmed recuerda casi todos los hechos del día de mayo de 1988 cuando, a los 12 años, fue llevado a una fosa común junto a su familia. Pero escapó de la muerte físicamente, aunque no emocionalmente. Estaba muerto. Mi corazón murió con mi madre y mis hermanas en ese cementerio, dijo a la BBC.

Le dispararon en el brazo y la espalda, pero logró salir de la fosa en la oscuridad y sobrevivió milagrosamente.

Ahmed tiene un recuerdo muy claro de la atrocidad, y no rehúye compartir los detalles más gráficos de ese día. “Vi una bala alcanzar a mi madre en la cabeza y su bufanda se desprendió debido al impacto. Vi otra bala atravesar la mejilla de mi hermana y salir de su cabeza”, cuenta.

Mi otra hermana recibió un disparo en el brazo y la sangre fluía como el agua”, dice.

El hombre tiene recuerdos recurrentes y cuando se duerme o ve a un bebé o una niña, piensa en lo que le sucedió a su familia.

No puedo vivir como un humano normal, dice,muero cada vez que lo pienso.

Ahmed recuerda claramente cómo cambió el estado de ánimo en su familia y en su pueblo, Kulajo, al enterarse del inminente asalto de los hombres de Hussein en abril de 1988. “Las aldeas en el norte de Irak fueron rodeadas una por una”, señala.

Hasta donde él recuerda, su pueblo estaba completamente habitado por miembros de su familia extensa, en su mayoría agricultores. Kulajo estaba escondido dentro de un área montañosa en una región escasamente poblada. “A menos que uno conociera bien el área, era difícil encontrar nuestro pueblo”, sostiene Ahmed.

Pero no faltaron los kurdos que estaban dispuestos a trabajar con el régimen de Hussein. “Fueron ellos quienes guiaron a las fuerzas iraquíes a nuestras aldeas”, asegura.

En ese fatídico día de abril, se ordenó la salida de toda la aldea, compuesta por 110 personas. “Dijeron: ‘Hemos abierto un campamento para la gente y ustedes irán a vivir felices ahí. Tiene de todo, desde agua hasta electricidad‘”, cuenta.

Algunos fueron agrupados en vehículos militares. La familia de Ahmed decidió seguirlos en su propio tractor.

Finalmente fueron llevados a una base militar en Topzawa, en el norte de Irak, donde los hombres fueron separados y vendados de los ojos. Esa fue la última vez que Ahmed vio a su padre, Abdulla Ahmed.

Él, junto con sus hermanas y otros jóvenes, fueron detenidos con su madre y sus tías durante aproximadamente un mes.

En un día caluroso de mayo, todas las mujeres y niños fueron puestos en tres camiones militares totalmente cubiertos y conducidos hacia el sur durante muchas horas, a un destino desconocido.

Hacía mucho calor dentro del camión. Dos niñas murieron debido al calor y al agotamiento”, dice Ahmed. “Se detuvieron en medio de la nada y nos dieron un poco de agua”, relata. “El agua tenía algunas sustancias químicas que nos adormecían. Nos vendaron los ojos, nos ataron de brazos y nos empujaron de vuelta al camión”, detalla. Ahmed de alguna manera logró desatarse y quitarse la venda de los ojos. Cinco minutos después, los camiones llegaron a su destino final. Cuando se abrieron las puertas, vio tres pozos, uno al lado del otro, cuidadosamente excavados.

Vi a dos soldados iraquíes armados con rifles AK47 mirando hacia abajo en el pozo”, cuenta. Mujeres y bebés de apenas un mes de vida fueron descargados de los camiones y empujados a los pozos.

De repente, los soldados comenzaron a dispararnos, le dispararon a una mujer embarazada que estaba a punto de dar a luz. Su vientre quedó destrozado”, recuerda.

Ahmed recibió un disparo en el brazo izquierdo. Estaba confundido y no sabía qué hacer. “Fingí estar muerto. Las balas pasaban junto a mi cabeza, hombros y piernas. Todo el suelo temblaba. Todo el lugar estaba lleno de sangre”, cuenta. Ahmed recibió dos disparos más en la espalda. Su cuerpo tiene las cicatrices hasta el día de hoy. “Estaba esperando mi muerte”, dice. Ahmed cree que su otra hermana fue ejecutada en la fosa adyacente.

“Tenía 12 años en ese entonces, mi hermana mayor tenía tal vez 10 años, los otros dos tal vez 8 y 6”.Estaba oscuro cuando cesaron los disparos. Después de que los soldados se fueron, Ahmed salió de la fosa. Caminó, gateó y corrió por el desierto y se detuvo cerca de una tienda que pertenecía a una familia beduina iraquí. “Dado que era peligroso llevarme al hospital, me llevaron a los médicos tradicionales del pueblo, cuyos fármacos curaron mis heridas de bala”, dice. La familia iraquí era plenamente consciente de las consecuencias mortales de albergar a un niño kurdo, pero arriesgaron sus vidas y lo cuidaron.

Ahmed (primero a la izquierda) dice que esta familia beduina arriesgó su vida para salvarlo

“Sabía que uno de mis parientes estaba sirviendo en el ejército iraquí. Me puse en contacto con él y me mudé a la región kurda después de tres años”, señala.

Poco después de llegar a las regiones kurdas en 1991, se corrió la voz sobre su supervivencia.

Cuando salió la historia de mi supervivencia, los funcionarios iraquíes y los colaboradores kurdos comenzaron a buscarme”, indica.

Ahmed, entonces de 15 años, tuvo que jugar a las escondidas con sus perseguidores. Periódicamente, tenía que abandonar la casa de su pariente y esconderse en las ruinas de pueblos quemados. “Vivía solo en pueblos kurdos vacíos. No tenía comida. A veces tenía que comer hojas”, dice.

Pero finalmente, su solicitud de asilo en EE.UU. fue aceptada.

En 1996, fui a EE.UU. y establecí un negocio de repuestos de vehículos. Ahora sigo con el mismo negocio”, dice.

Siento que Dios quería que sobreviviera por una razón. Dios me dio una gran misión y la misión es hablar sobre esas personas inocentes que ya no pueden hablar”, comenta.

He elegido la historia de vida de Taimour Abdullah Ahmed porque relata de manera muy explícita lo que supone la vivencia en primera persona de un genocidio, entendido como un acto perpetrado para la aniquilación sistemática e indiscriminada de un grupo humano por cuestiones nacionales, étnicas o de religión. Hicieron desaparecer pueblos enteros sin distinción de mujeres, hombres o niños.

Zozan Sima, escritora, activista kurda y miembro de la Academia de Jineoloji de Rojava, en un artículo de la revista Periferias, explica:

Nuestra democracia directa y participativa es fruto de una amplia red organizativa que da cabida a las particularidades regionales y a la diversidad de lenguas y culturas, así como a estructuras autónomas de mujeres y jóvenes.

Estas estructuras han logrado florecer a pesar de los ataques racistas contra el pueblo kurdo que hemos sufrido durante milenios. De hecho, debido a nuestros orígenes en Mesopotamia, ubicación histórica de las primeras civilizaciones estatales del mundo, nuestra identidad se ha forjado a partir de la necesidad de defendernos de los ataques de los estados que se negarían a reconocer nuestra identidad cultural. Ahora, miles de años después, el pueblo de Kurdistán continúa luchando por su existencia y su libertad, guiado por el liderazgo de las mujeres y el espíritu de la revolución femenina.

A pesar de nuestra larga historia de existencia, la violencia más devastadora que ha ocurrido contra los kurdos solo ocurriría con el surgimiento de la modernidad capitalista en los últimos dos siglos. Aunque los ejecutores de estas políticas en la región han sido los Estados de Turquía, Irak, Irán y Siria, hay que reconocer que las potencias imperialistas mundiales, principalmente, Gran Bretaña y los Estados Unidos, han sido las que han preparado el terreno para que estos Estados cometan las masacres ofreciéndoles apoyo y orientación. Esta violencia, en su esencia, es de racismo cultural

Quiero aprovechar este texto de Zozan Sima para concluir, y es que explica muy bien la realidad kurda a lo largo de la historia hasta la actualidad. Hago también hincapié en el liderazgo de las mujeres y el espíritu de la revolución femenina, ya que, actualmente, la batalla del pueblo kurdo se está dando en Siria (sin obviar el continuo hostigamiento de Turquía).

Rojava, Administración Autónoma del Norte y Este de Siria, conocida coloquialmente como Kurdistán sirio, es el epicentro actual de acción del pueblo kurdo. Con el inicio de levantamientos y rebeliones populares en el Medio Oriente durante 2011, la revolución de Rojava logró establecer estructuras para la autogestión de personas basadas en la democracia radical, la ecología y la libertad de las mujeres. El papel de las mujeres ha sido decisivo en alcanzar la autonomía democrática en Rojava. La resistencia armada que se desarrolló bajo el liderazgo de las Unidades de Defensa de las Mujeres (YPJ) contra los grupos de ISIS tanto en Rojava como en Shengal en 2014 tuvo un impacto mundial. Gracias a su voluntad férrea y organización, las mujeres lograron una representación equitativa y la implementación de un sistema de copresidencia en el ámbito político y en todas las instituciones.

Las mujeres kurdas han establecido organizaciones autónomas en todas las áreas de la vida: desde unidades de defensa hasta organizaciones civiles, consejos de cultura y arte, instituciones de economía comunal e incluso el consejo de justicia de mujeres.  Además, se han establecido consejos comunes junto con personas de origen árabe, siríaco, armenio, circasiano, checheno y turcomano, así como con personas de creencias yazidíes, cristianas y musulmanas. Tanto las mujeres como personas de todos los grupos nacionales, religiosos y sociales tienen garantizada la participación en este sistema a través de su propia autoorganización.

Guerrilleras kurdas del YPG

Tanto el pasado como el presente kurdo viene a demostrar que “si no puedes edificar una casa, construye un corazón” (proverbio kurdo). Y es que este proverbio se amolda perfectamente al continuo ejemplo de resiliencia kurda. A pesar de no tener un Estado propio, la identidad, costumbres y cultura están dignamente representadas en cada una de las personas que pertenecen a esta comunidad, formando así un ejemplo mundial de “resistencia cultural”.

Roberto Aguado Gudiel

Estudiante del Grado de Antropología Social y Cultural de la UNED

 

Referencias

Gabella, P. R. (2003). El problema kurdo: un problema de represión, razón de estado y petróleo. Recuperado el 29 de 8 de 2021, de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=619808

Operación al-Anfal. (s.f.). Recuperado el 30 de 8 de 2021, de Wikipedia, la enciclopedia libre: http://es.wikipedia.org/wiki/Operación_al-Anfal

Genocide in Iraq: The Anfal Campaign Against the Kurds, Human Rights Watch, julio de 1993

Whatever Happened To The Iraqi Kurds? Human Rights Watch, 1991

Case Study: The Anfal Campaign (Iraqi Kurdistan), 1988 gendercide.org

The Crimes of Saddam Hussein – 1988 The Anfal Campaign

Anfal: The Kurdish Genocide in Iraq

Anfal//kdp.se (Sitio oficial del PDK)

https://www.bbc.com/mundo/noticias-49602260

https://revistaperiferias.org/es/materia/resistir-para-existir-el-pueblo-kurdo/

https://rojavaazadimadrid.org/revolucion-kurda-un-movimiento-interno/

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