Decir que en España hay una democracia burguesa al estilo de aquellas que surgieron tras la revolución francesa es ser, cuánto menos, laxos con la valoración que hacemos.
Dios (o Vishnu) me libre de querer hacer un juicio de valor basado en datos subjetivos: bien es sabido que uno de sus pilares es la separación de poderes, y que una cosa es el mestizaje y otra muy distinta el revoltijo.
Con el devenir de los años nos hemos dado cuenta de que la Constitución se hizo como se pudo y no como se debía. De hecho. el mayor ejemplo de que esto es así es la circunstancia de que la clase política nunca haya hecho nada por cambiarla con todo lo que les gusta apuntarse el tanto: a cada cambio la cuadrilla de turno va con su propia reforma laboral y educativa bajo el brazo.
Hace no mucho, y me imagino que la cosa no habrá cambiado demasiado, la facultad de derecho de la Complutense era el cortijo particular de catedráticos asentados por y desde el franquismo: como si hubiéramos pintado la casa para darle un cambio de imagen, pero siguieran los mismos cimientos. Blanco y en botella.
Con estos antecedentes se reúnen los partidos para elegir (ELEGIR) al poder judicial. Un poco como sucede cuando se va a pactar un nuevo convenio laboral. Unos señores eligen a otros señores que deben el puesto a los primeros señores sabiendo que no a mucho tardar tendrán que juzgarles por no haberse portado como señores. Esto en si tiene su parte estética: soy un gran fan de las películas que tratan del crimen organizado y la mafia.
Lo mejor de todo es cuando los políticos de turno (esto de turno es un decir, porque son los mismos de siempre), se dedican a criticar las decisiones judiciales llevadas a cabo por aquellos que ellos mismos han elegido para que tomen decisiones judiciales (y que sean, por supuesto, las decisiones judiciales que ellos quieren que tomen).
Y luego abogan a favor de la «autogestión» personal en la ola por Ómnicrom porque, es bien sabido, el estado no tiene que meterse en no sé qué de las decisiones individuales.
Está todo bien.
Feliz miércoles (o lo que cojones sea).
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