“El museo no debe servir tampoco para que un vagabundo lo observe por accidente, o para que el peregrino lo visite con asombro. Está destinado a los simples esclavos de una rutina de auto aprendizaje, un tipo de alimento intelectual incongruente que lo convierte en una rutina indigerible”
Gilbert K. Chesterton
No todos los museos sirven para convertirte en un nerd y parecer el cultureta de la pandilla, los hay que te condenan aún más como friki. Aquí te presentamos a alguno de ellos.
Hoy día cuando viajamos parece ser obligatoria la visita al museo emblemático de la ciudad; marchar de París sin haber puesto un pie en el Louvre o en Madrid con su particular Prado es una de esas cosas que conviene no decir muy alto a riesgo de que a uno puedan señalarle con el dedo.
También es cierto que dentro de los grupos de amigos y/o familiares existe una gran heterogeneidad; mientras alguien pudiera estar observando un cuadro de Goya a punto de hacer acto de presencia su síndrome de Stendhal, su acompañante hastiado mira el móvil deseando que termine la visita.
Pero no todos los museos son iguales; no todos son de esculturas, pinturas, momias o hallazgos arqueológicos.
Museo del pan
Empecemos, tal vez, por el más normalito de todos: ubicado en Ulm (Alemania) cuenta con una colección de más de 18.000 objetos donde aprender todos los detalles de la historia del pan; desde auténticas maravillas con miles de años de antigüedad que servían para elaborarlo hasta piezas de distintas partes del mundo.
Museo de saleros y pimenteros
Viajamos ahora de Alemania a España, Guadalest (Alicante). Todo empezó con la colección que iniciase Andrea Luccen admirando la creatividad de los artesanos para llevar a cabo estos objetos. Hasta que la colección alcanzó los 20.000 miembros y se convirtió en museo; desde animales hasta astronautas y lavadoras. Como afirma su conservadora “el museo tiene el balance perfecto entre arte, entretenimiento y cultura”.
Museo de la mostaza
Ahora damos un salto al charco hasta Wisconsin (Estados Unidos de América) para ver una enorme colección de mostazas (algunas bastante antiguas y probablemente caducadas por si a alguien se le ocurre probarlas) traídas de los puntos más dispares del mundo. Pero, sin desmerecer, tal vez lo más interesante del museo sea su propietario: el señor Levenson. Allá por Una noche de 1986 se encontraba comprando en un establecimiento 24 horas cuando escuchó una voz profunda al pasar por las mostazas que le dijo: “si nos tomas, ellos vendrán”, y así fue como compró una docena de botes de mostaza con la idea de iniciar la colección más grande jamás hecha de mostazas preparadas del mundo. Hoy día ha logrado reunir 53000 tipos de mostaza distintas y bastantes souvenirs relacionados con ella.
Museo de los fideos instantáneos
Cambiamos de nuevo de continente para llegar hasta Japón (Osaka), lugar en el que desde 1999 tienen su museo de fideos instantáneos Cup Noodles. Lo presentan como el lugar perfecto para ir con niños por la originalidad de su contenido y para conocer un poco más acerca de la historia de estos fideos. Pero por si esto no fuera poco, para aquellos que se les haga la boca agua ante la visita existe la posibilidad de prepararse su propio vaso de fideos con los ingredientes y sabor preferidos.
Museo de la pizza
Vamos ahora con mi favorito de todos a falta de que a alguna mente privilegiada se le ocurra hacer el de los macarrones con tomate. Para ello tenemos que irnos hasta Filadelfia (EEUU) donde Brian Dwyer tiene el récord Guinness por la mayor colección de artículos relacionados con la pizza.
El modesto establecimiento de Brian es mitad museo, mitad restaurante (¡no podía ser de otra manera tratándose de pizza!)
Museo de la comida quemada
Y para terminar el menos apetitoso de todos, pero sí el más divertido, como poco su propietario podrá estar seguro de que nadie trata de comerse su colección. La idea nació cuando a Deborah Henson-Conant, una conocida artista norteamericana, se le quemó la comida. Puede que a priori parezca algo banal, pero… Llegan a hacer exposiciones temporales temáticas.
Es por eso por lo que si un día te levantaras con el deseo de ver unos chipirones achicharrados, sartenes quemadas o una patata carbonizada aquí se encuentra el lugar al que debes acudir. Como poco cuentan con su propia página web.
http://www.burntfoodmuseum.com/
Referencias
www.museodesalerosypimenteros.es
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