Siendo conscientes de la importancia de mantener la memoria histórica de hechos como el atentado terrorista ocurrido el 11 de marzo de 2004, cuya magnitud afectó a la sociedad madrileña (y española en general) y específicamente a las víctimas directas de este terrible suceso, hemos querido plasmar nuestro enfoque antropológico de la exposición “Once de marzo”, fotografía de una realidad doce años después. Un proyecto fotográfico del artista Eduardo Nave, realizada en el Museo Nacional de Antropología, desde el 8 de marzo al 22 de mayo.
El objetivo de la muestra, es el de recordar a las víctimas, mostrar los valores que afloraron, crear un espacio emocional-reflexivo y de interacción con todo aquel que visite la muestra. Para ello, la muestra se ha divido en varias áreas diferenciadas dentro del diseño de Eduardo Nave, para realizar un viaje simbólico y retrotraernos a aquel 11 de Marzo:
- En tu nombre: una instalación en la valla que rodea el museo, en dónde se han ubicado las iniciales de los nombres de los fallecidos.
- El Archivo del Duelo: ubicada en el centro del museo, gira en torno a los memoriales/altares que la ciudadanía creo de forma espontánea en las estaciones de Atocha, Santa Eugenia y El Pozo.
- Poema de las emociones (espacio central de la exposición): se trata de una instalación interactiva y propuesta por las asociaciones de víctimas, para que los visitantes expresen mediante palabras sus emociones y recuerdos.
- Patchwork de las puntadas: donados por La Asociación 11M Afectados por el Terrorismo, se trata de “tapices” que se han ido creando por los asistentes a varias actividades organizadas por dicha asociación.
El principal objetivo con este artículo es ofrecer una mirada antropológica del 11M, ir más allá para enfocarlo desde dos perspectivas: la respuesta/repercusión social y la política, desde el análisis del poder y de la memoria histórica, siempre desde el mayor respeto al proyecto del artista y el trabajo de las entidades organizadoras.
Nuestro planteamiento no es un posicionamiento cerrado, sino un enfoque siempre abierto a los debates que puedan surgir y puedan enriquecer nuestra visión. Así mismo, queremos dejar constancia de que somos conscientes de lo difícil que puede ser abordar el tema del terrorismo, sobre todo en las circunstancias actuales. Nuestra intención es abordarlo desde la empatía con las víctimas, y dejando claro que estamos en contra de cualquier forma de violencia, radicalismo, integrismo o actos de terrorismo. Nuestro deber como antropólogas es analizar la realidad que hay detrás de cada situación, lo que no implica, en lo absoluto, justificar ningún acto de violencia.
Respuesta social
La mañana del once de marzo del 2004 España fue sacudida por el peor atentado de su historia, cuando tres bombas estallaron en las estaciones madrileñas del Atocha, Santa Eugenia y El Pozo. Dejando a su paso 192 muertos, más de 2000 heridos y una sociedad que de forma inmediata respondió de forma colectiva ante la injusticia.
La gente sintió la necesidad de hacer algo, de tomar el espacio público, mostrar su indignación, ayudar y solidarizarse con las víctimas. De ahí, que se reaccionase con una serie de actos y respuestas simbólicas, reflejadas en el duelo colectivo, como así señala el sociólogo R. Collins.
El duelo es una demostración que se hace para manifestar el dolor ante la muerte de alguien allegado, una forma de enfrentarse a la ausencia para superarla y que, por lo general, se hace de forma privada. Pero, frente a un hecho traumático que supone una brecha social y que sacude al grupo, el ritual se convierte en colectivo porque la sociedad se erige como un familiar más.
En el caso del 11M, de forma espontánea se crearon altares efímeros en las tres estaciones y se ritualizó/sacralizó el espacio. Ya que, a partir de ese momento el espacio cambió radicalmente de significado y simbolismo: de estación, como espacio cotidiano de la vida urbana, se pasó a santuario, como espacio de culto, reunión, peregrinaje y manifestación pública de duelo a través de todo tipo de ofrendas. Las cuales, crearon un texto colectivo de emociones, a pesar de que muchas tenían un fuerte carácter individual.
En este sentido, lo curioso del 11M, fue la posterior conversión de santuario efímero de creación espontánea a santuario virtual de creación institucional en 2007, al acondicionarse en Atocha “El Espacio de las Palabras” (Se observa así, un deseo de recuperar el significado originario del espacio, pero también el deseo de recordar).Una zona virtual dónde se podía dejar mensajes de apoyo y, como ocurrió en el 2004, se convirtió en una parada casi obligada, en un acto simbólico y ritual.
Ese duelo oficial y guiado, se siguió manifestando a través de la creación de monumentos homenaje (Bosque de los Ausentes, Placa de la Puerta del Sol, Monumeto11M…), por lo que lo efímero se convierte en permanente, al perpetuarse para evitar el olvido e inmortalizar la memoria de las víctimas.
De todos ellos, El monumento al 11M es que mejor representa al edifico conmemorativo, por dos motivos:
- Ubicación: se encuentra en Atocha, dónde se originó el santuario más grande y dónde estalló una de las bombas.
- Significado: se compone de una parte exterior en forma de cilindro y una subterránea (conecta con la estación) que contiene muchos de los mensajes que se recogieron posteriormente. Así, dentro de la estación conviven dos espacios diferenciados, la estación como tal y el santuario que recuerda lo ocurrido.
Otra forma de duelo colectivo, quedo reflejado en las concentraciones silenciosas que se extendieron por todo el país la misma tarde del atentado y en la manifestación oficial del día 12, convocada por el gobierno. Esta marcha, fue la mayor de la historia de España, pues aproximadamente doce millones de personas se manifestaron en las principales ciudades, entre las que destacó Madrid (con casi dos millones de personas). La capital, quedó colapsada y se dio un doble fenómeno: el concepto de pueblo tomó cuerpo en una expresión multitudinaria de cohesión y la paralización del tiempo cotidiano, que se fracturó para girar en torno a lo ocurrido y al duelo.
Asimismo, ambas formas de duelo (santuarios y manifestaciones) fueron acompañas de un claro lenguaje simbólico, reflejado en las ofrendas de los santuarios y los símbolos portados en las manifestaciones. Los cuales, iban cargados de un fuerte significado que expresaba el sentimiento que sentía toda la comunidad, sin necesidad de hablar.
En los santuarios: entre los tres se catalogaron aproximadamente unas 70000 ofrendas[1] que abarcaban un amplio abanico. Desde velas y flores que simbolizan la luz y el respeto hacia el difunto, hasta pancartas, peluches, estampas de santos para honrar y proteger a las víctimas, dibujos infantiles, ropa…
Según Cristina Sánchez-Carretero, es precisamente en la ropa dónde se encuentra una gran carga simbólica, puesto que es la que está en contacto directo con el cuerpo, a través del cual se manifiestan las emociones y desde donde el duelo cobra sentido. De forma, que el depositar camisetas, bufandas, guantes, botas…sería una forma de dejar al “yo” doliente.
A lo que sumaría restos de ropa que pertenecían a las víctimas y de la gente que intervino en el rescate, como forma de guardar algo perteneciente al difunto o algo que estuvo en contacto con él.
En la manifestaciones los símbolos más repetidos fueron las manos blancas, el crespón negro en señal de luto (símbolo de la Asociación de Afectados por el 11M) y la paloma de la paz. En caso de las manos de las blancas, hay que decir que es un símbolo directamente relacionado con ETA, ya que surgió como emblema de paz y anti violencia tras el asesinato de Francisco Tomás y Valiente.
Doce años después, la sociedad sigue recordando lo ocurrido, pues la identidad de una comunidad en parte se fundamenta en el recuerdo y en el olvido (elegido de forma selectiva por la misma sociedad). Así, cada 11 de marzo en Madrid se llevan a cabo todo tipo de acciones públicas simbólicas guiadas (en su mayoría): se realizan ofrendas en las estaciones y en los monumentos erigidos en memoria de las víctimas, se ritualiza el tiempo y el espacio. Es decir, desde el atentado el día 11 de marzo, no es un día cotidiano o normal, sino un día en el que se recuerda a las víctimas y en el que se revive la reacción de la sociedad española, en espacios muy concretos que vuelven a sacralizarse.
Respuesta y repercusión política
Enfoques desde las esferas del poder
Toda situación que afecte al conjunto de la sociedad, en las circunstancias que fueren, tienen unas repercusiones políticas, sobre todo si las personas que componen dicha sociedad sienten que han sido atacadas, o corren el peligro de que se vulnere su seguridad y estabilidad. Estas repercusiones políticas, muchas veces son manejadas desde las esferas del poder, que son las que tienen el poder (valga la redundancia) para hacerlo. En el caso del atentado del 11M, además de las funciones del Estado de manejar la situación desde la garantía de la seguridad ciudadana y la prevención, también surgen otras formas de representación no estatales en defensa de quienes han sido víctimas directas de estos terribles sucesos, pero ¿Qué posibilidades hay de que estas representaciones ciudadanas se politicen, o se sumen a otros grupos de poder? Probablemente, más de lo que podríamos imaginar.
Ejercer nuestro derecho, como la defensa de la libre circulación, la libertad de expresión o de reunión, etc. se supone está garantizado en una sociedad donde existe un Estado de derecho, y aunque muchas veces nos cuestionamos hasta donde esté realmente garantizado tal derecho (por la famosa nueva “ley de mordaza” que nos quieren imponer), esto no quiere decir que no podamos seguir reclamando estos derechos. En el caso de los atentados del 11M, una gran mayoría de la población salió a las calles a manifestarse en contra de aquel horror que sentimos todos/as al ver lo fácil que era vulnerar nuestra seguridad y atentar contra nuestras vidas en algo tan cotidiano como subir al tren para dirigirnos a nuestros centros de estudios o de trabajo. No olvidaremos nunca aquella mañana, en las que las sirenas de las ambulancias irrumpían en la tranquilidad de nuestros barrios, para mostrarnos que algo terrible había sucedido. Pero como siempre, el ser humano tiene una enorme capacidad de resistencia, siendo capaz de sobreponerse ante la mayor adversidad, con lo que a pesar de las heridas de alma, surgieron voces que velaban por los derechos de las personas que fueron directamente afectados por tal hecho de horror.
A partir de estos sucesos se crearon dos asociaciones: Asociación 11M afectados del Terrorismo y Asociación Ayuda 11M. Así mismo, la Fundación de Víctimas del Terrorismo y en los últimos meses se ha creado el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo. Sin querer establecer jerarquía entre estas entidades, podemos hacernos una idea de cuales podrían tener una mayor relevancia política, no sólo por el respaldo económico que puedan tener, sino también por las afiliaciones políticas que les caractericen. Esto lo hemos podido constatar en la inauguración de la exposición del 11M, en la que observamos cómo una de las representantes de las entidades de víctimas del terrorismo de ETA, ha tenido una mayor presencia en la actividad, que las de las asociaciones de víctimas del 11M. Lo cual no quiere decir que no se les haya tomado en cuenta, simplemente que no observamos unas cuotas de protagonismo de forma equitativa.
Para quienes nos interesa analizar el poder, muchas veces lo importante no es el discurso de los que ostentan dicho poder, sino el contexto en el que se exponga dicho discurso. En este sentido, nos ha llamado la atención el contexto, en todo su conjunto, en el que se expresaron los representantes de entidades en la inauguración de la exposición.
Por otro lado, somos conscientes de la atención que suscita la presencia de un Ministro (como el Ministro de Interior español) en cualquier actividad a la que asista, pero ha sido muy llamativo cómo un funcionario que ostenta dicho cargo puede situarse, (o pueden situarlo los medios de comunicación o lo/as asistentes), en una posición superior (como representante de una institución), frente las/os demás representantes de otras entidades. Sin entrar en detalles sobre el discurso del Ministro, podemos concluir que su marcado matiz político (comprensible, porque es miembro de un grupo que se sitúa en el poder), con alusiones constantes a las víctimas del terrorismo etarra, y del terrorismo yihadista, con el que dejaba entrever de forma sutil su posicionamiento. De alguna forma, no directa, hacía alusión a las esferas desde las cuales está garantizada la lucha contra el terrorismo y en qué bando es más sensato, recomendable y oportuno situarse, si se quiere realmente luchar contra el terrorismo. Desde luego, la contraparte ciudadana a este posicionamiento debía estar en consonancia con el discurso expuesto anteriormente, sin que esto signifique que se le haya restado importancia y peso a las familias/personas que han sido víctimas de los ataques terroristas.
Lo interesante es analizar, cómo los discursos pueden darnos una idea de la forma en la que las instituciones (entidades) o sus representantes, se sitúan a una u otra esfera del poder, y cómo esto puede influenciar en su repercusión en la sociedad o en el reconocimiento que puedan otorgarle estas esferas de poder, cuando se trata de entidades ciudadanas. Tal como lo expresa Foucault (Lewllen, 2003), los discursos están conformados por reglas (de “exclusión, clasificación y de orden”), que determinan quien tiene la posibilidad de hablar y quien no, y por lo tanto, quien puede ser o no escuchado. También determina lo que es verdad de lo que no y, por supuesto, lo que es más conveniente de lo que no lo es, en relación a quien (o quienes) va dirigido el discurso. Esto es así porque, tal como lo expresa el mismo Foucault, el poder no puede separarse del conocimiento, ni el conocimiento de éste. (Lewllen, 2003: 257-259).
En ese sentido, las repercusiones políticas del 11M, pueden constatarse en unos discursos cada vez más xenófobos y de exclusión. Es cierto que hay que garantizar que la seguridad ciudadana y luchar contra el radicalismo y el terrorismo, pero ¿Esto significa que se les catalogue a todos/as los/as inmigrantes que profesan el Islam de peligrosos y terroristas? Está claro que muchos son personas pacíficas, que están en contra de todo radicalismo y que incluso lo repudian abiertamente. Pero lamentablemente, en muchas ocasiones, los discursos establecidos desde grupos de poder sólo hablan de radicales (sin aclarar las muchas excepciones de la regla) y comienzan a dar mucha mayor fuerza a otro tipo de radicalismo: el de extrema derecha que comienza a resurgir con preocupante fuerza en Europa y en EE.UU. Este discurso de “exclusión, clasificación y orden” (Foucault en Lewllen, 2003), un orden donde prevalecen los intereses de grupos de poder, está calando cada vez más y sus repercusiones políticas pueden verse en el rechazo al derecho de asilo a los sirios que huyen de la guerra y de los mismos extremistas que repudia Europa.
Las repercusiones políticas, tras el 11M, deben ir encaminadas a la lucha contra el terrorismo, eso es cierto, pero garantizando el respeto a la convivencia con los y las migrantes que están en contra de todo radicalismo, que sólo quieren vivir y trabajar para dar una mayor calidad de vida a sus familias y el respeto al derecho de asilo quienes huyen de la guerra.
Terrorismo internacional: de Al Qaeda al denominado “estado islámico”
Este es un punto “espinoso” y complicado, que a tenor de los sucesos de estos días en Bélgica, (y anteriormente los atentados de Paris) es extremadamente difícil abordarlo sin que provoque confrontaciones. Como ya hemos expresado anteriormente, no estamos a favor de ningún tipo de radicalismo ni extremismo. No aceptamos el fanatismo, en ninguna de sus formas, y estamos totalmente en contra de imposiciones, ya sea desde la violencia, o desde otras formas de imposición. Reiterado este punto, queremos abordar, desde el respeto a toda persona que ha sufrido directamente por actos terroristas, la forma en que ha ido evolucionando este terrible fenómeno del terrorismo, desde aquel fatídico 11M.
Los atentados del 11M, fueron realizados por la organización terrorista AlQaeda, caracterizada por ser una organización de terrorismo internacional, cuyo líder y mayor colaborador fue el multimillonario Osama bin-Laden. Esta organización terrorista tenía una estructura que se apoyaba en células de militantes y redes clandestinas, similar a la estructura de los carteles del narcotráfico, lo que facilitaba la movilidad de sus integrantes y dificultaba la posibilidad de desintegrarla.
Surgieron muchas otras células (que no trataremos en este artículo), de las cuales una de las más radicales es la del “ISIS”o la denominada “estado islámico”. Este grupo terrorista, insurgente y fundamentalista, se autoproclama como “califato” y ocupa un amplio territorio en las zonas de Irak y Siria. Controla varias ciudades como la de Mosul, Faluya, o Al Raqa, a la que consideran la capital de un Estado no reconocido.
Para no extendernos, y dejar este apartado para un próximo artículo, concluiremos con los puntos más relevantes:
La evolución de estos grupos terroristas a partir del 11M, se ha caracterizado por el surgimiento de diferentes células, con una estructura apoyada en células de militantes y redes clandestinas, similar a la de los carteles del narcotráfico. Se caracterizan por la captación de miembros a través de herramientas modernas, como las nuevas tecnologías, siendo estos jóvenes de diferentes partes del mundo, incluyendo países de occidente. Se caracterizan también por financiarse mediante todo tipo de actividades delictivas, por su interpretación extremista de la Sharia, por cometer toda clase de atrocidades, además de los atentados terroristas. Estos, son cometidos cada vez más por jóvenes que han nacido o emigrado a países occidentales, que viven en situaciones socioeconómicas precarias, en los barrios más deprimidos de los países donde han nacidos, o donde se han asentado. Estos jóvenes son “carne de cañón” para estos grupos de radicales, que los utilizan para sus fines y terminan encontrando la muerte o en las cárceles, mientras los lideres de estos grupos terroristas siguen en libertad, planificando más atentados.
Kattya Núñez Castillo y Rocío Rivas Martínez
Referencias
– Álvarez de Toledo, C. (2004), 4 días de marzo. Planeta. Madrid
– Coarosa, R. (2004), 11M, El día que la solidaridad plantó cara al terror. Libros Libres. Madrid.pp. 15-59.
– Foucault en Lewllen, T. C. (2003), Introducción a la Antropología Política. Bella Terra, S.L. Barcelona. pp. 257-259.
https://es.wikipedia.org/wiki/Al_Qaeda
https://es.wikipedia.org/wiki/Estado_Islámico
http://digital.csic.es/handle/10261/41429 (Archivo del duelo, CSIC, Madrid, 20011)
[1] Posteriormente fueron retiradas y conservadas en el Archivo del Duelo.
Imágenes: Fotos de Rocío Rivas Martínez y Kattya Núñez Castillo
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