De la idealización del pasado como constructo social

Al albor de muchas ideologías (y qué decir de los distintos nacionalismos) se alude a determinado momento histórico como justificante romántico de determinadas reivindicaciones. Digo momento histórico a sabiendas de que estoy cometiendo un error, pues sería más correcto hacer referencia a un instante exacto en el que el ideal de determinadas circunstancias se hace culmen sobre un pedestal a punto de derrumbarse.

Este instante se aisla de unos meses atrás (como se llegó a aquello) y de un tiempo después (en qué desembocó todo aquello); admiramos una fotografía en la cual los protagonistas plasmados lucen un instante quietos, sonrientes, sin saber cómo llegaron a componer esa escena (o aún sabiéndolo minimizando sus razones) y echando al rincón del olvido hacia dónde fueron esos personajes una vez quedó la escena impresa en el negativo.

Nos corresponde, tal vez, a los que vivimos en este preciso momento, desde la perspectiva técnica que nos dan las herramientas de las ciencias sociales, derribar determinados mitos sobre los que se basan determinados idearios imperantes y sucesos concretos que nos llevan al añorar el «cualquier tiempo pasado fue mejor«. Muchos de estos episodios, no olvidemos, más cercanos a la publicidad política que a la descripción histórica.