En la actualidad, se acuñan términos, generalmente provenientes del idioma de Shakespeare, para determinar situaciones que, en muchos casos, se vienen dando de hace siglos.
Este es el caso del anglicismo “Lawfare” que viene a determinar la utilización de la Justicia para desacreditar o eliminar a oponentes políticos. El término fue acuñado por primera vez por los humanitaristas australianos John Carlson y Neville Thomas Yeomans en un artículo de 1975, y se ha extendido en la actualidad para denominar este tipo de situaciones.
A pesar de la novedad del término su práctica ha sido utilizada inmemorialmente, y es con la llegada de los movimientos obreros cuando su objetivo se vuelve hacia los líderes de dichas organizaciones.
El caso de la Mano Negra, a finales del siglo XIX, es representativo de esta forma de actuar. El estudio llevado a cabo por José Luis Pantoja Antúnez y Manuel Ramírez López, titulado “La Mano Negra. Memoria de una represión” desvela como la maquinaria estatal se puso en marcha para eliminar físicamente, mediante un invento tan español como el Garrote Vil, a los principales miembros de la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) de orientación anarquista y donde también se incluían algunos miembros con orientación socialista. Fueron siete los ajusticiados, y decenas los que estuvieron más de veinte años en prisión, por delitos, que el tiempo y la investigación histórica demostraron que no habían cometido. Su verdadero delito fue organizar y concienciar a los trabajadores (principalmente jornaleros de la campiña de Jerez) a favor de una mejora de las condiciones salariales y laborales, usando como “arma” la huelga general, una situación que ponía en peligro los intereses de los acaudalados terratenientes jerezanos.
Hoy esta práctica se sigue utilizando, pero, como bien apunta el Coronel Pedro Baños, ya no es necesaria la desaparición física del adversario, con su “muerte” social, es suficiente.
El uso de los medios de comunicación, para desacreditar, vilipendiar, difamar a cualquiera que ponga en peligro el status quo establecido, es el comienzo de la operación, seguido de una denuncia en los juzgados, que al mismo tiempo será aireada por los medios afines. Si finalmente la denuncia no prospera, la duda habrá sido generada en la mayoría social, que se contentará con leer o ver los titulares del caso, acabando con la credibilidad de la persona o personas que intenten un cambio social.
Los objetivos siempre han sido los mismos, que sigan mandando los que han mandado siempre y que los cambios no les afecten ni a sus bolsillos ni a su influencia. Por eso es importante conocer la historia, para intentar aprender de ella.
“La historia no se repite, pero a veces rima”
Mark Twain.
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