La prostitución en el Reino de Granada tras la conquista cristiana

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Celia Muñoz Rosado

La prostitución es una práctica que se remonta a la Antigüedad Clásica, y su presencia ha ido in crecendo con el tiempo. Las principales causas fueron los conflictos bélicos, como la Guerra de Granada o la pobreza. La prostitución se ejerció desde la marginalidad. La marginalidad en la Edad Moderna suponía pertenecer al grupo de los olvidados, los pobres que pedían limosna en las calles o en la puerta de la Iglesia. Como consecuencia, se instaló en Andalucía una xenofobia hacía el pobre, por lo que la prostitución se convirtió en una alternativa o más bien en una forma de supervivencia para muchas mujeres que sufrieron la exclusión social.

 

La prostitución como necesidad

En la Andalucía moderna, la célula básica que sustentaba las redes sociales era la familia. Los grupos sociales no valoraban al individuo, sino que daban más importancia a la pertenencia a un núcleo familiar. En otras palabras, apellido y el linaje tenían un mayor peso. Pertenecer a una familia era una estrategia de supervivencia y, en el caso de las mujeres, fue esencial para evitar la marginalidad. Las familias establecieron redes invisibles de apoyo entre casas, creando así un elemento jerarquizante. En la modernidad, el patrimonio y el matrimonio eran las bases para formar una familia, ya que esta no se constituía si no se había asegurado el patrimonio. La familia era una red de apoyo social, y aquellos que permanecían al margen estaban condenados a la marginación. Este factor afectó más a las mujeres, en especial a las solteras o las viudas.

La única opción que les quedaba a aquellos y aquellas que estaban fuera de las redes familiares era pedir limosna en las calles. En la modernidad, pedir limosna era un derecho que recogía las sagradas escrituras. Sin embargo, con el incremento de la propiedad privada, el pobre empezó a ser visto como una amenaza que podía apoderarse de la tierra. Ante esta xenofobia, la única solución para las mujeres fue entrar en el mundo de la prostitución como una forma de supervivencia. Sin embargo, el mundo de la prostitución estuvo marcado por los abusos, violencia y prácticas ilegales cometidas por los padres de la mancebía.

La nueva realidad social: la prostitución como práctica reglamentada

Ante el aumento de la prostitución, los conflictos fueron constantes en la Andalucía de la modernidad. A partir de documentos judiciales, sabemos que estos conflictos se dieron debido a confusiones. Ante esta situación, los monarcas se vieron obligados a establecer medidas de control, entre las cuales se decretó que las mancebías debían ubicarse en lugares apartados o en espacios marginales de las ciudades.

Las prostitutas debían ser reconocidas por su vestimenta. Levaban una túnica azafranada o la mantilla corta y encarnada, además se les prohibió llevar joyas o prendas lujosas como pieles o sedas. La prostitución no se podía ejercer fuera de la mancebía y en caso de que esto se cumpliese, las mujeres eran sancionadas con 100 latigazos, mientras que los arrendatarios estaban obligados a pagar 600 maravedíes.

A pesar de todos estos factores, la sociedad andaluza se caracterizaba por ser tremendamente contradictoria y, sobre todo, la Iglesia fue de las instituciones más contradictorias, violenta e intransigente. Pues, aunque la prostitución fuese un oficio de marginados y estuviese mal visto, la Iglesia la respaldó con el siguiente pretexto: la prostitución fue un “bien social”. Es decir, gracias a la prostitución, las mujeres honradas (casadas, doncellas o religiosas) no serían violadas.  Con estas medidas se pretendía que las mujeres que aún conservaban su honra quedasen protegidas.

El monopolio de la prostitución: La familia Fajardo

Los Yáñez-Fajardo controlaron el negocio de la prostitución en el Reino de Granada por merced de los Reyes Católicos, debido a su participación en la Toma de Granada. Tuvieron la posibilidad de fundar mayorazgos e incluso obtuvieron el título de regidores de Ronda. Establecieron una red de mancebías arrendándolas a particulares que recibían el nombre de padre de la mancebía.

Los arrendatarios estaban obligados a mantener las instalaciones en buenas condiciones higiénicas, proporcionando sábanas y ropa limpia para prevenir enfermedades. Además, debían hacer revisiones médicas periódicamente a las prostitutas y asegurarles el alimento. Sin embargo, los abusos por parte del padre de la mancebía eran frecuentes, ya que solían quedarse con la totalidad de los ingresos, provocando que las mujeres quedasen siempre vinculadas a la mancebía, sin posibilidad de salir de ella.

Las mancebías eran negocios privados y los concejales pretendieron lucrarse de ellas mediante la creación de mancebías públicas. Esto generó conflictos entre la familia Yáñez-Fajardo y la administración de la ciudad. A pesar de los intentos, no consiguieron establecer mancebías públicas.

Al margen de la legalidad: las mujeres “enamoradas”

Como hemos mencionado anteriormente la prostitución fue una práctica que requirió control por las razones expuestas, pero esto no significa que se cumpliese estrictamente. Hubo mujeres que ejercieron la prostitución de manera ilegal y fuera de las mancebías.

En los documentos fiscales estas mujeres aparecen como “mujeres enamoradas”. Por lo general, eran mujeres divorciadas o solteras que también se dedicaban a la prostitución. Sin embargo, estas solamente ejercieron la prostitución ocasionalmente. Además, al no pertenecer a una mancebía tenían mayor libertad y gozaban de mejor reconocimiento social, ya que generalmente eran mujeres naturales de la ciudad. Aunque, se intentó incluirlas en el negocio de las mancebías, no tuvieron éxito.

Otro aspecto importante es que no conocemos a las prostitutas desde el punto de vista individual y, de hecho, es algo que no podemos saber. En los documentos judiciales, nunca se menciona el nombre de la mujer porque se mantuvieron en el anonimato, aunque algunas recibían apodos como “la sevillana”, “la navarra”, entre otros.

En conclusión, la prostitución fue un oficio desempeñado desde la marginalidad por mujeres que no pudieron permanecer dentro de las redes familiares. A pesar de ser una práctica mal vista por la sociedad, la Iglesia lo defendió, ya que ejercía un bien social evitando violaciones a mujeres honradas. Además, fue un negocio del cual muchos se beneficiaron como el caso de la familia Yáñez-Fajardo. Este factor demuestra que la sociedad andaluza era muy contradictoria al igual que compleja.

Referencias

LÓPEZ BELTRÁN, M. T. (1994). «Hacía la marginalidad de las mujeres en el Reino de Granada (1487-1540)». Trocadero: Revista de Historia Moderna y Contemporánea, nº6-7, pp. 85-101.

LÓPEZ BELTRÁN, M. T. (2000). «En los márgenes del matrimonio: Transgresiones y estrategias de supervivencia en la sociedad bajomedieval castellana. La familia en la edad media”: XI Semana de Estudios Medievales, pp. 1-38.

LÓPEZ BELTRÁN, M. T. (2004). «El amor venal en el mundo de las mancebías». Andalucía en la Historia, nº 6, pp. 3-110.

LÓPEZ BELTRÁN, M. T (2003). “La prostitución en el reino de Granada a finales de la Edad Media”. Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga. Málaga.

GARCÍA HERRERO, Mª, DEL CARMEN (1996). «El mundo de la prostitución en las ciudades Bajomedievales». Cuadernos del CEMYR, nº 4, pp. 67-100.

https://historia.nationalgeographic.com.es/a/la-prostitucion-en-el-renacimiento-el-negocio-del-pecado-permitido_19004

https://www.elindependientedegranada.es/ciudadania/casa-alonso-yanez-fajardo-mancebia-putero-mayor-reino-granada

http://mimochilaamarilla.blogspot.com/2012/12/las-mancebias-de-sevilla-y-espana.html

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