En la actualidad, el dinero se ha convertido en un ente con vida propia, con un poder tal que rige nuestras vidas hasta el punto de que, hay quien lo considera una especie de dios. Se ha posicionado por encima de las personas haciendo que su función principal que era la de favorecer los intercambios de bienes, servicios y obligaciones, quede casi en mera anécdota para muchos incapaces de acceder a la dinámica económica. Ante esta situación, surgen alternativas que no solo hacen que aquellos que no tienen acceso al dinero puedan participar de las actividades de intercambio, además recuperan aspectos y valores sociales relegados que nunca deberíamos perder. Este es el caso de la moneda social, túmin.
Definimos el dinero como un instrumento de intercambio, habitualmente representado con monedas y billetes, con el que pagamos por bienes, servicios y obligaciones y que funciona por un pacto social donde la entidad emisora es el aval y certificación de su valor. Aceptamos el significado que tiene y comenzamos a funcionar económicamente con él. Sin embargo, hay que poner atención en cómo se han perdido valores sociales si no tenemos dinero que respalde nuestras acciones. Así, la hospitalidad o la confianza en nuestros pares se pierden si no es el dinero quien responde por nosotros y nos damos cuenta de lo que hemos perdido, cuando no todos tenemos este elemento representativo. Si vivir en sociedad significa que paguemos nuestras deudas, que adquiramos nuestros bienes con dinero de curso legal, realmente hemos perdido el significado de este concepto de comunidad. Surgen entonces alternativas que den liquidez a las personas que teniendo productos que intercambiar, no tienen el instrumento, el dinero, para poder participar de los intercambios. Encontramos las monedas sociales entonces, que vienen a solucionar en cierta medida el problema de dar salida a los productos de nuestras actividades económicas. No se trata de suplir al dinero, sino de dar una alternativa complementaria de éste que reactive la economía de las comunidades.
Ya en otro artículo “Moneda social: cuando el dinero sirve a las personas” de esta revista, podemos encontrar más detallado lo que significan las monedas sociales y los mecanismos que usan. Para este artículo nos fijaremos en el caso del túmin
El túmin es una moneda social que sirve de herramienta de consolidación de la comunidad indígena en México. El hecho de poder utilizar una moneda para transformar la comunidad adaptándola a la realidad del país, consolida el hecho de que la economía indígena hubiera estado basada en el pasado en el intercambio a través del trueque, que de otra manera no hubiera podido sobrevivir en una economía de mercado actual. No se trata de sustituir el dinero de curso legal sino de complementarlo, reactivando la economía sin que la moneda en sí suponga un bien acumulable, puesto que no es un bien en sí mismo como pueda ser una moneda de curso legal. El túmin es así una forma particular de “dinero de helicóptero” de la estrategia de Milton Friedman, es decir, hace presente dinero líquido donde no hay.
La economía basada en el trueque dinamiza los intercambios en la comunidad, da salida a los productos e iguala a todos dándoles la oportunidad de participar en los intercambios sin necesidad de que haya una moneda para poder realizarlo. El depender de una moneda como base de la adquisición de productos, excluye a aquellos incapaces de poseer la moneda de curso legal aunque tenga elementos para poder participar económicamente en la comunidad. La exclusión es una característica del sistema de mercado occidental que puede corregirse de esta manera, haciendo mención a los mecanismos que Polanyi nombraba como estrategias de autoprotección del sistema económico de una comunidad.
Imagen tomada de mxcity.mx
En el año 2010, aparece el túmin como moneda social alternativa que no cuenta con el respaldo del Banco de México. Se propone su diseño en la Universidad Veracruzana Intercultural y comienza a usarse en el municipio de Espinal (Veracruz). El proyecto es impulsado entonces por la Red Unidos por los Derechos Humanos (RUDH), el Centro de Investigación Intercultural para el Desarrollo (CIIDES) y profesorado y alumnado de la universidad, comenzando a circular entre 50 comerciantes en septiembre de 2010. Se crea así un circuito cerrado donde la gente siempre tiene dinero para comprar puesto que a diferencia de los pesos que acaban en las grandes tiendas, el túmin se queda en las comunidades.
¿Qué tipo de negocios participan?
El túmin no se cierra a un tipo de negocio o servicio, al contrario, da cabida a productos alimenticios tanto como materia prima como producto preparado y contamos con negocios como panaderías, fruterías o carnicerías, pero también servicios como estancias en hotel, carpintería, asesorías jurídicas, peluquerías y similares que ven en esta solución solidaria una manera de dinamizar sus negocios. Es decir, participan todos aquellos que quieren vender un producto o saben un oficio aunque puede usarlo cualquier persona que tenga túmins con los que pagar y con quién intercambiarlos.
La emisión de esta moneda comenzó en agosto de 2010 con tres modelos de billete, de 5, 10 y 20 túmins. Un billete rectangular que complementa su diseño con pinturas de Diego Rivera y Rufino Tamayo.
Uno de sus creadores, Juan Castro Soto presidente del proyecto «Mercado Alternativo y Economía Solidaria», explica que no se trata de sustituir al peso, sino de complementarlo con un 10% sobre el valor del producto, es decir si algo cuesta 150 pesos pueden pagarse 120 pesos y complementar el resto con túmins, aunque hay productos que puede ser canjeados directamente con túmins en su totalidad. Gracias a este sistema no solo activamos la economía, también se reparan las relaciones sociales, dando protagonismo a las personas puesto que se basa en el crédito mutuo. Ya no se trata de clientes, sino de compañeros puesto que estamos ante una situación de cooperación.
En la actualidad son 16 los estados en los que el túmin está presente, también podemos encontrar otra moneda en el estado de México llamado Tláloc. Pero el túmin no ha estado exento de polémica y ataques por parte del sistema financiero nacional. El banco de México interpuso una denuncia acusando al túmin de falsificación de la moneda nacional. Por otro lado, no todos tienen confianza en este sistema y se resisten a utilizarlo a pesar de que está completamente reglado y con fácil acceso para consultar quiénes están adscritos al sistema y con qué participan. No obstante hay voces que lo respaldan como el alcalde Salvador Lammoglia Macip, que argumenta la necesidad de esta iniciativa para contrarrestar la crisis económica y dinamizar la comunidad.
Imagen de José Francisco del Valle Mujica
El túmin pretende ir mucho más allá del intercambio de bienes y servicios, estudia la posibilidad de obtener préstamos sin intereses mientras mejora su funcionamiento y evita los posibles fraudes. Además, el momento de su aparición también tiene un significado adicional de protesta y reivindicación. En 2010, México celebró el bicentenario de su independencia y en comunidades como la de Espinar sintieron la exclusión de las minorías del país en esta celebración. El túmin entonces representa en esta causa la herramienta de reivindicación y protesta contra la discriminación de las comunidades indígenas, de las minorías del país, de aquellos excluidos socialmente por ser incapaces de encajar en los estándares sociales actuales siempre basados de alguna manera en el poder económico. Es por esto que la relación entre esta moneda y los que la usan realmente se acerca al significado que debe tener el dinero.
Túmin es una palabra indígena de la etnia Totonaca que significa dinero y de alguna manera este significado también se extiende a lo que realmente significa la palabra dinero en su origen. Actualmente el dinero se valora por el poder económico o las reservas de oro del país, ese es su respaldo. Mientras, el túmin es respaldado por las personas que lo utilizan, siendo su valor el esfuerzo, lo que se da o se hace a cambio del objeto. Es decir, usa una lógica contraria al dinero que todos conocemos puesto que no es para acumularse sino para usarse. En cualquier caso, también las monedas sociales son dinero fiduciario[i].
Conclusión
Las monedas sociales surgen ante la necesidad de dar dinamismo y acceso a la economía, pero van mucho más allá. Pone en su justo valor el objeto “dinero”, es decir que sirva para los intercambios comerciales que queremos y que no sea algo que sentencia nuestras vidas. El poder que el dinero a día de hoy tiene, debe ser contrarrestado, debe ser puesto en su justo valor, que no sirva para generar riqueza sino para moverla en la comunidad en la que se utiliza. Además, al dar protagonismo a los actos de intercambio y no al dinero en sí, conseguimos potenciar las relaciones comunitarias, que la cooperación sea algo normalizado en todos los aspectos sociales y que se retomen las relaciones humanas sin que estén sujetas a contrato.
Referencias
https://www.excelsior.com.mx/nacional/2017/07/03/1164334
https://anthropologies.es/moneda-social-cuando-el-dinero-sirve-a-las-personas/
https://www.bbc.com/mundo/noticias/2012/01/120126_tumin_dinero_mexico_an
https://www.prensaindigena.org/web/pdf/Kgosni-253.pdf
manuel.blacksun/bitcoin-el-t%C3%BAmin-y-el-dinero-en-tu-bolsillo-c24ada530cf1" target="_blank" rel="noopener">https://medium.com/@manuel.blacksun/bitcoin-el-t%C3%BAmin-y-el-dinero-en-tu-bolsillo-c24ada530cf1
[i] del latín fiduciarĭus, de fiducĭa ‘confianza’ y ésta a su vez de fides ‘fe’, es el que se basa en la fe o confianza de la comunidad, es decir, que no se respalda por metales preciosos ni nada que no sea una promesa de pago por parte de la entidad emisora
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