El pasado 27 de septiembre, pudimos asistir a la inauguración de la nueva exposición temporal del Museo Nacional de Antropología, “De la fotografía al azulejo. Pueblo, monumentos y paisajes de Portugal en la primera mitad del S.XIX” (28 sept.- 27 nov.). Organizada por el Museu Nacional de Soares dos Reis, Museo Etnográfico Provincial de León y el Museo Nacional de Antropología.
El objetivo de la muestra es dar a conocer esta tradición artística que en la actualidad es uno de los aspectos más reconocibles de la cultura portuguesa. Pero, lo interesante y novedoso de esta exposición, es que se la da otra perspectiva porque no se limita a exponer el azulejo en sí, sino que aúna fotografía y azulejo. Es decir, se parte de una fotografía como fuente de inspiración y modelo para crear el arte del azulejo, vemos la fusión de la tradición y la modernidad a través de azulejo y fotografía.
Por ello con este artículo, nuestro objetivo es repasar el aspecto histórico y antropológico (centrado en lo que se expone en el museo) del azulejo, para entender el porqué de su importancia, qué representa y cómo se ha convertido en un símbolo identitario/patrimonio de Portugal.
1. Recorrido histórico
La decoración de edificios a través de los azulejos[1] fue introducida en la Península Ibérica por los árabes y la técnica que utilizaban consistía en alicatar piezas de barro vidriado y de forma geométrica sobre la pared que se quería decorar. Creando así obras tan bellas como las que podemos admirar en la actualidad en la Alhambra.
Dicha técnica, se mantuvo prácticamente hasta que el S.XVI llega la influencia de la mayólica italiana, la cual permitía pintar directamente sobre el azulejo con esmaltes metálicos, imprimiendo un mayor número de posibilidades decorativas.
De esta fusión árabe e italiana, surge poco a poco en Portugal el gusto por esta decoración, siendo uno de sus propulsores el rey Manuel I. Y, posteriormente, la clase noble y eclesiástica, cuando comenzaron decorara sus palacios e iglesias. De esta forma, en el S. XVII el azulejo sufre una explosión en Portugal, teniendo sus grandes centros en Lisboa o Coimbra y creándose una formación específica en el arte del azulejo con la fundación del Ciclo de los Maestros (Manuel dos Santos, Antonio Pereira, Antonio de Oliveira…)
Ya en el S.XVIII, observamos una mayor producción para todo tipo de edificios (civiles, religiosos, públicos, privados…) un amplio espectro de motivos decorativos inspirados en la pintura (escenas cotidianas, mitológicas y religiosas), murales en distintos tamaños e incluso la famosa decoración en tonos azules que imita a la porcelana china. Ejemplo de todo ello son el Palacio de los Marqueses de Fronteira o el Palacio de Sintra.
Con el Neoclasicismo del S.XIX, los motivos se vuelven más sobrios y la ornamentación se suele reducir a los zócalos. Poco después, con la industrialización y el desarrollo de la producción al por mayor, se general patrones más repetitivos (lisos y austeros) que cubren las fachadas de fábricas, casas, mercados…Pese a ello, se seguirán desarrollando obras más creativas con motivos alegóricos.
Progresivamente, en el S.XX se da una renovación estética, introduciéndose el pensamiento visual moderno y más efectos ópticos en el azulejo (Jorge Barrados, Manuel, Manuel Cargaleiro o Cecília Sousa). Así, en la actualidad podemos observar espacios públicos revestidos con azulejos, como por ejemplo el metro de Lisboa. El cual, se erige como un museo de arte contemporáneo que rompe con el mundo subterráneo y muestra el arraigo de esta tradición en su versión más actual.
En definitiva, después de cinco siglos de evolución, se sigue utilizando para decorar los interiores y exteriores de todo tipo de edificios, mediante una gran variedad de imágenes que están en constante renovación y que , a su vez, revalorizan los edificios.
2.Recorrido antropológico a través de la exposición
Por lo general, cuando hacemos referencia a alguna exposición en un mueseo nos viene la imagen estática de obras representativas de algún grupo étnico, o alguna representación de la llamada “cultura popular” de uno o diferentes grupos. En esta ocasión hemos asistido a una de las representaciones artísticas del arte portugués: sus azulejos que, teniendo como base la fotografía, nos muestran la cotidianiodad del pueblo portugués de mitad del siglo XIX, que probablemente haya sido la inspiración de muchas de las obras más actuales. Pero esta vez no se trata sólo de una representación estática.
Uno de los aspectos que más se ha criticado en la disciplina antropólogica, era la representación colonialista de los museos, que nos presentaban una serie de objetos de los pueblos “descubiertos”, sin que hubiese interacción alguna entre esos “desconocidos” y los interesados en conocerles. No había una voz de esos grupos humanos que explicara de alguna forma sus costumbres, su cotidianidad, sus hábitos y su forma de representar su divivinidad, sus creencias, sus formas de poder, su cultura.
En la actualidad los museos de antropología se afanan porque las muestras presentadas cuenten con un representante del grupo representado que, de alguna forma explique su realidad, lo que realmente hay detrás de cada obra presentada. Esta es ya una constante de nuestro Museo Nacional de Antropología. Aunque bien es cierto que no es una representación que está presente todo el tiempo que se exibe la muestra, también entendemos que es importante que se de esta interacción, por lo menos al inaugurar la muestra. Posiblemente la infraestrctura del Museo y la concepción del mismo que se tiene desde las estructutras de poder, no permitan que haya una representación constante del grupo o tema que se expone, lo que permitiría una mejor interacción, pero el hecho de que se organicen las exposiciones tomando en cuenta una representación de origen es ya una gran paso y es por lo que aboga nuestra disciplina antropológica.
Uno de los aspectos más llamativos de la exposición, es comprobar cómo el llamado “arte popular”, al que hace referencia
Richard Shusterman (2002)[2], está presente en toda la muestra. Los azulejos son un reflejo de los paisajes rurales y urbanos, los monumentos, la cotidianidad de los y las portuguesas, de su trabajo , su religiosidad, el poder político (reflejado en sus castillos) y el poder militar del pueblo portugués del siglo XIX. Esta representación, nos da una idea de cómo ha ido cambiando el paisaje portugués, sin que se pierda la identidad de sus habitantes y, de alguna manera, se conserven e idealicen las costumbres y hábitos de un pasado reciente, que les caracteriza y les define.
Otro aspecto importante es comprobar cómo la fotografía se convierte en un reflejo fiel de la realidad a través de los azulejos. La fotografía, que siempre ha dejado plasmada la visión de la realidad a través de los ojos del artista, se convierten en azules eternos, que muestran las vivencias del pueblo portugués del siglo XIX, dejando clara su idea de realismo y de verdad absoluta en los azulejos. Es como si a través de ellos quisieran dar muestra de una identidad que perdurará a través de los siglos, como bien se puede comprobar en la muestra expuesta en el Museo Nacional de Antropología de Madrid.
Desde la disciplina antropológica seguiremos abogando por este tipo de muestras que nos faciliten, no sólo el conocimiento de otros pueblos, culturas o grupos humanos, sino también nuevas formas de interacción que faciliten el conocimiento mutuo y que rompan con las concepciones hegemónicas de grupos humanos descubiertos, como se hacía anteriormente en los museos etnológicos.
Rocío Rivas Martínez y Katia Núñez Castillo
Imágenes
Foto 1: Detalle de la Alhambra.
Foto 2: Palacio de los Marqueses de Fronteira.
Foto 3: Metro de Lisboa, Estación de Avalade (Bela Silva).
Imágenes 4 5, 6 y 7: Fotos Kattya Núñez.
Referencias
http://www.mecd.gob.es/mnantropologia/actividades/exposiciones-temporales/historico/azulejo.html
http://www.absolutportugal.com/la-historia-del-azulejo-en-portugal/
http://cvc.instituto-camoes.pt/azulejos/es/apres.html
– Shusterman, Richard. (2002). Estética Pragmatista. Viviendo la Belleza, Repensando el Arte. Barcelona.
[1] La palabra azulejo proviene de la palabra árabe al zulaycha , piedra pulida.
[2] Richard Shusterman en su obra “Estética Pragmatista. Viviendo la belleza, represando el arte”, pone de manifiesto cómo el arte hegemónico, o ellamado “arte clásico”, muchas veces se presenta cómo un arte superior a las expresiones populares del pueblo. Haciendo una crítica constructiva, el autor establece un equilibrio entre ambas representaciones del arte, sin denostar a ninguna de éstas.
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