Durante los años 1990 y 2000, Alberto Fujimori fue el presidente de Perú. Fujimori entró en el gobierno peruano en un momento de incertidumbre del país, para terminar, según él, con la pobreza y el terror; la guerra contra el terror, contra Sendero Luminoso y MRTA (Movimiento Revolucionario Tupac Amaru).
Entre los años 1996 y 2001 se esterilizaron en Perú a casi 300.000 mujeres y más de 20.000 hombres, procedentes, la mayoría de ellos, de comunidades indígenas o campesinas con pocos recursos. A partir de ahora hablaré de ellas englobando a todas las personas que se sometieron a estas intervenciones puesto que en su inmensa mayoría fueron mujeres y no hombres.
Este “programa” se llevó a cabo durante la segunda etapa del gobierno de Alberto Fujimori. El programa de Control de Natalidad, conocido como Anticoncepción Quirúrgica Voluntaria, Programa Nacional de Salud Reproductiva y Planificación Familiar (PNSRPF 1996-2000). Este plan se implementó, según el presidente, como una medida para acabar con la pobreza en el país. Así, se realizó en zonas “marginadas”, en sectores con pocos recursos, poblaciones campesinas y en familias que vivían bajo el umbral de la pobreza.
Alberto Fujimori trasladó su idea a la Cuarta Conferencia sobre la mujer en Beijin en 1995, en el que explicaba su idea sobre la “interrupción voluntaria del embarazo” y el programa antes descrito. Su lema: “Las Mujeres peruanas deben ser dueñas de su destino”. En esta conferencia, Fujimori dictó que su gobierno, para acabar con la pobreza, iba a “llevar a cabo una estrategia integral de planificación familiar” para terminar con la escasez de información sobre el tema reproductivo.
La idea de Fujimori era acabar con el terror y la pobreza del país y su “solución” controlar la natalidad mediante unos métodos de planificación familiar. Manifestó así, que su gobierno comenzaba una “lucha concertada contra la pobreza”; para el gobierno, la planificación familiar tendría “un papel crítico en la iniciativa”.
Lo que sacamos de esto, es que, Fujimori y los altos cargos del gobierno, aunque su discurso lo realizaron bajo el “manto del feminismo”, proclamando así los derechos reproductivos de las mujeres; repito, “las mujeres peruanas deben ser dueñas de su destino”, derecho a decidir sobre sus cuerpos, al cuidado y obtener información, todo era una fachada, puesto que, más que un derecho de las mujeres era un medio de reducir la pobreza. Es decir, la planificación familiar se propuso como herramienta para el desarrollo económico del país, aunque con una careta. La salud reproductiva de las mujeres carecía de importancia, pues lo imperante aquí era el desarrollo económico del país y, si continuaba un crecimiento poblacional descontrolado, la economía caería en picado.
Por lo tanto, los objetivos de este programa no eran otros que la reducción de la pobreza y el desarrollo económico.
El problema de este programa se ve reflejado de la siguiente manera: Fujimori expuso claramente que estas esterilizaciones serían voluntarias (ligadura de trompas en las mujeres, vasectomía en los hombres), con consentimiento por parte de las personas que se las realizarían; pero, no ha sido así lo que nos encontramos. De hecho, se dice que solo un 10% de las personas que se sometieron a este programa dieron su “consentimiento genuino”; es decir, el resultado de este programa fue la esterilización forzada. Puede ser que estuvieran informadas de una forma u otra, pero, a menudo, y sin querer entrar en un debate de la dicotomía “nosotros-ellos”; no se comprende el lenguaje empleado por el personal médico. La distancia social que hay entre comunidades campesinas del Perú y personal médico es inmensa. La mayoría de las mujeres que se sometieron a estas operaciones procedían de zonas rurales donde la lengua utilizada era diferente al castellano, por lo que muchas de ellas no sabían ni leer, ni escribir, ni hablar en castellano.
Otro importante problema aquí es el engaño, la máscara del discurso feminista, cuando realmente es un discurso que solo está dirigido a las mujeres empobrecidas del país, a las familias de zonas rurales con pocos recursos. No interesaba que el país siguiera creciendo en zonas rurales. Lo importante aquí era el control del cuerpo de la mujer. Era el “interés principal de la élite política. Como medio de alcanzar sus metas de desarrollo económico”.
Pero, la pregunta que nos concierne aquí es el porqué de esta masacre. Fujimori quería acabar con el terror y la pobreza del país. Creyó que la mejor forma de acabar con esto era reducir los índices de natalidad, sobre todo en zonas rurales, en las cuales, los recursos eran escasos para poder criar. Fujimori dio prioridad al desarrollo económico del país antes que a los derechos humanos de las personas. Su objetivo era controlar el crecimiento poblacional, centrándose en las zonas rurales (pobres y marginadas) y promover el desarrollo económico.
Estas fueron las palabras del Primer Ministro de Perú del año 1995: “El gobierno no puede reducir la pobreza de manera eficiente si las familias pobres siguen teniendo un promedio de siete hijos”
Por lo tanto, aunque recalcaran que estas intervenciones serían voluntarias, sabemos que no fue así, de hecho, años más tarde se comenzaron las investigaciones, las denuncias y los movimientos en favor de las mujeres. Demostrando así las violaciones a los derechos reproductivos de las mujeres y violación de los derechos humanos.
Pero, no solo las personas que se sometieron a estas intervenciones fueron víctimas de abusos por parte del gobierno. Si bien es cierto que no podemos comparar los daños físicos y psicológicos de “los unos y los otros”, el personal sanitario también estuvo sometido a una gran presión, puesto que si no cumplía con lo establecido (llegar a un número de esterilizaciones impuestas por el Ministerio de Salud) podrían perder sus trabajos. Pero, yo me pregunto, ¿merecía la pena conservar un puesto de trabajo cometiendo semejantes abusos? El personal médico de cada zona utilizaba técnicas engañosas para convencer a las personas para que se operasen en lugar de dar explicaciones y buscar alternativas ante estos cometidos. Además, cabe destacar la insalubridad de las salas de operaciones, si es que pueden llamarse así los lugares donde se realizaban.
¿Por qué los métodos de planificación familiar no fueron de otra manera? ¿Por qué no se ofrecieron alternativas a todas las personas del país? Un discurso real en el que lo fundamental fueran los derechos de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos. Lo realmente importante para el gobierno fue, como bien se ha dicho, el desarrollo económico y lo que interesaba era controlar absolutamente la natalidad en las zonas campesinas e indígenas del país.
El objetivo principal del gobierno era el control poblacional, no el compromiso con la salud reproductiva, sino, los discursos, las ayudas y los métodos habrían sido diferentes. El control de las mujeres con menos recursos.
Como podemos ver, se utilizó a la mujer como un instrumento, un instrumento dentro del discurso. Las políticas estaban dirigidas a las mujeres pero el objetivo final no era beneficiarlas a ellas sino acelerar el crecimiento económico del país y reducir la pobreza. El discurso iba dirigido a ellas, para su bienestar y beneficio, pero realmente se pretendía por parte del gobierno, un control de las mujeres para el beneficio económico del país.
En el libro de investigación Memorias del caso peruano de esterilización forzada, de Alejandra Ballón aparece como:
La administración de Fujimori utilizó discursos feministas internacionales sobre salud y derechos reproductivos, y hasta llegó a establecer alianzas con las mismas organizaciones feministas peruanas, para llevar adelante una agenda tradicional maltusiana de control de la población.
Otra pregunta relevante en este artículo es porqué la mayoría de las intervenciones se realizaron en mujeres. Está demostrado que se ejerció mucha presión a las mujeres para someterse a la esterilización quirúrgica, poniendo más empeño en la ligadura de trompas que en la vasectomía. Se produjeron determinadas situaciones muy incómodas con estas mujeres, que más tarde muchas de ellas fueron entrevistadas y dieron sus testimonios. Algunas cuentan cómo no las dejaron salir de los centros de salud, centros de salud (posta) de las zonas rurales, los cuales no tenían recursos para realizar estas intervenciones. Una vez estaban dentro las sometían a la operación, a veces sin su consentimiento, otras veces consintiendo por miedo, otras, por la barrera del lenguaje; hubo chantajes, amenazas, presión psicológica, manipulación. Además, los sanitarios no se hacían responsables de los riesgos que pudieran correr estas mujeres. Por ejemplo, Rudecinda Quilla contaba como la amenazaron con no darle la partida de nacimiento de su hijo recién nacido si no se hacía la ligadura (la obligaron). Este no es un caso aislado, puesto que lo he leído en varios artículos.
De nuevo, volvemos a lo que el gobierno peruano declaró: que los métodos quirúrgicos fueron empleados con el consentimiento informado de los pacientes, pero, más de 2000 mujeres manifestaron lo contrario, cuentan que fueron forzadas, chantajeadas y engañadas y, en el mejor de los casos, que los discursos se suavizaron para practicarse la intervención. Además, la gran mayoría de las mujeres que se sometieron a esta operación no recibieron atención sanitaria postoperatoria.
Esto no significa que todas las mujeres fueran violentadas o no tuvieran la opción de decidir sobre sus cuerpos, algunas de ellas sí aceptaron esta alternativa, la tomaron como una solución a los problemas dentro de su entorno familiar.
Algunas mujeres cuentan cómo se sometieron a la operación sin ningún consentimiento y cuando despertaron ya estaban operadas, con muchos dolores y sin ninguna garantía en el cuidado futuro y recuperación.
Existen relatos espantosos sobre el tema de las esterilizaciones forzadas en Perú, mujeres que no entendían qué pasaba, porqué hacían eso con sus cuerpos y sobre todo porqué las obligaban. En las zonas indígenas y rurales de Perú existe una relación estrecha entre la mujer y la tierra (Pachamama) que tiene que ver con la procreación y la fertilidad, una unión espiritual, pero a la vez real. Una vez dejan de ser fértiles las mujeres, es como con la tierra, todo queda destruido. Así se sentían muchas mujeres de las zonas rurales, excluidas de sus círculos sociales y familiares, marginadas y avergonzadas. La relación existente entre ambas (tierra y mujer) es realmente fuerte. Muchos varones abandonaron a sus mujeres, fueron maltratadas, rechazadas. Se les quitó la posibilidad de ser madres, de elegir sobre sus maternidades y en sus comunidades fueron rechazadas.
Este tema podría extenderse tanto que es imposible comentarlo todo, lo que sí queda me gustaría recalcar fue el papel de las mujeres en este programa de planificación familiar. Mujeres como objeto, como instrumento. Mujeres sometidas y engañadas en beneficio de un gobierno que solo le interesaba el crecimiento económico de parte de la población, pues como vemos, los “marginados” una vez más no interesaban. Discursos eugenésicos disfrazados de mensajes bienintencionados, donde impera de nuevo la xenofobia. Las campañas siempre dirigidas a mujeres pobres, con pocos recursos y con escasa educación. Con poco o ningún acceso a métodos anticonceptivos artificiales. Mujeres que podrían, desgraciadamente, ser engañadas con mayor facilidad por el personal sanitario, gobierno y en general por la población, las cuales muchas de ellas no sabían hablar español. Sometidas, en muchos caso, por obligación a procesos totalmente desconocidos.
Hoy en día estos casos se siguen investigando. La fiscalía peruana hace responsable a Fujimori y a los miembros de gobierno de este programa de planificación. Ellos siempre han defendido que tanto mujeres como hombres fueron informados de las intervenciones que se iban a realizar y que existía la libre elección de todas las personas que quisieran o no someterse.
Se fue demostrando como el personal sanitario fue amenazado y presionado para alcanzar las metas, para convencer a las personas a someterse a semejantes intervenciones, bajo el riesgo de perder sus puestos de trabajo. También como muchas mujeres fueron amenazas y obligadas; sobre todo mujeres indígenas y de zonas rurales. Se demostró también como estas mujeres no recibieron atención postoperatoria y como algunas murieron después de la operación.
Las mujeres de Anta fueron las pioneras en denunciar estas aberraciones y violaciones de los derechos. Las organizaciones que representan a las víctimas denuncian la discriminación y el racismo con el que se llevó a cabo esta política.
Después de investigaciones y presiones, el Estado peruano reconoció ser el responsable de la muerte de María Mamérita Mestanza, mujer indígena que murió después de una intervención. Una intervención a la cual fue obligada a someterse. En 2010 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos reclamó que se abriera la investigación y se encontraran a los responsables.
En 2018 la fiscalía acusó a Fujimori y algunos de sus ministros, pero todavía no se ha llegado a una conclusión clara, puesto que las audiencias judiciales no pudieron llevarse a cabo.
Lo que está claro es que son 25 años desde que comenzó esta pesadilla, pesadilla que todavía no ha alcanzado la justicia. Desde luego hay cosas irreparables, pero 25 años después, la mayoría de estas mujeres siguen con su lucha, siguen sin ser escuchadas y viviendo todavía bajo el umbral de la pobreza sin ser escuchadas.
Referencias
Molina Serra, A. Esterilizaciones (forzadas) en Perú: Poder y configuraciones narrativas.
Ballón Gutiérrez, A (2014). El caso peruano de esterilización forzada. Notas para una cartografía de la resistencia.
Ballón Gutiérrez, A. Memorias del caso peruano de esterilización forzada. Compilación e investigación.
https://debatesindigenas.org/notas/30-esterilizaciones-forzadas-en-peru.html
https://www.elsaltodiario.com/derechos-reproductivos/fujimori-otros-casos-esterilizaciones-forzadas
https://www.verdadyreconciliacionperu.com/admin/files/articulos/749_digitalizacion.pdf
https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-56243650
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