Una aproximación a la estética franquista en el Madrid de la posguerra (III)

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El régimen veía su identidad en la producción del espacio social y buscaba que la población se identificara con la ideología franquista también a través de la arquitectura. Se quería hacer llegar el orden a los cuerpos, a las casas, a través del discurso hegemónico plasmado en las construcciones. Los edificios tienen lenguaje, un lenguaje visual, simbólico y cronotópico. Un lenguaje que puede proyectar ideas de autoridad, imposición, además de una vehemente violencia simbólica: mientras se derrochaba en la proyección y construcción de obras pomposas y desmedidas, el país se moría de hambre. Tercer y último artículo de la serie.

“Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”: las viviendas sociales

 

“La función de los edificios es mejorar las relaciones humanas: la arquitectura debe facilitarlas, no hacerlas peores”

Ralph Erskine

El problema más angustioso en el Madrid de los años 40 era la falta de viviendas. Alrededor de 60.000 personas se habían quedado sin techo y se cobijaban en las ruinas de sus propias casas, bajo los puentes, en trincheras y hasta en los nichos de cementerios.

La Obra Sindical del Hogar (OSH) dependía de Falange y proporcionaba vivienda a los productores, que era como el régimen denominaba a los obreros. El Instituto Nacional de la Vivienda (antiguo Patronato de Casas Baratas transformado acorde a la nueva ideología) creado en 1943 jugó un gran papel en la construcción de los primeros barrios de casas económicas. Se trataba de dar a los edificios, destinados a las masas (que deben obedecer), un carácter “popular”. Por otro lado, la mitificación del modelo campesino de vida, destinado a quitar al proletariado la conciencia de clase en esa negación de lucha de clases, hacía que lo “popular” tuviera un carácter rural o campesino. El resultado fueron abundantes plazas porticadas con tejados de teja árabe. Esto difiere de los tejados de pizarra, destinados a los edificios del Estado y con un carácter plenamente urbano y autoritario. Esa diferencia mantenía la distancia entre quien mandaba y quien debía obedecer, criterio que caracterizaba también al régimen nazi.

A finales de los años 40 y en los primeros 50 se produjo un retorno a la estética medieval: plazas cerradas, calles cruzadas por arcos y barrios articulados en torno a la iglesia: aspecto típico de los pueblos de la meseta castellana. Ejemplos de ello son la colonia Tercio y Terol, en Carabanchel.

A pesar de ese retorno a lo rústico, estas urbanizaciones contaban con campanarios altos y obeliscos de remate, siguiendo las formas de espiritualismo y verticalidad característicos de la época.

No obstante, estas urbanizaciones solían quitar protagonismo a la población. No había locales de reunión, ni bibliotecas, ni en muchos casos tiendas. Había una voluntad de aislar a los habitantes y de entorpecer su intercomunicación. De esta forma, el único lugar de convergencia común, la única topía (Foucault), era la iglesia, articulando la vida social en torno a la religión, mito del nacionalcatolicismo.

El Plan Bidagor contemplaba la creación de poblados de viviendas en la periferia construidos junto a una fábrica o centro de trabajo. Esto suponía el establecimiento de pequeñas comunidades independientes de obreros, segregando a la clase trabajadora. Ejemplos de ello son las colonias Virgen de la Paz y la Marconi, ambas en Villaverde. La Falange no era partidaria de romper con la negación de la lucha de clases. Defendían la cohabitación social en el mismo barrio. Sin embargo, la etapa de  preponderancia falangista ya había pasado y en 1943 predominaban los valores de “Iglesia y Familia”. La idea falangista de crear una Ciudad en Movimiento, cuyo ideal era que “en los distintos pisos de una misma casa pudieran habitar personas de distinto rango” no pareció tenerse muy en cuenta y la voz de Pedro Muguruza se impuso sobre el resto.

“La grandeza es una necesidad de las épocas terribles”

Jacob Burckhardt

Comenzado en 1948 y terminado en 1953, fue proclamado en su día “el edificio más alto de Madrid, de España y de Europa”. En plena época autárquica, el régimen franquista hizo de esta torre imponente su emblema. Con él pretendía impresionar al mundo y le mostraba el progreso y el bienestar que vivía la capital.

Levantado en un periodo de aislamiento internacional (1945-1948), en época de vacas flacas, resultó un instrumento de propaganda nacionalista a través de su gigantismo y su aspecto poderoso y desafiante. Su función mixtificadora en época de necesidad revela el mensaje que se intentaba lanzar: “No os necesitamos para nada. Sin vuestra ayuda, somos capaces de grandes cosas”. (Pallol, 2016:130) Se pretendía alardear de una autosuficiencia inexistente, tratando de manipular la opinión internacional.

Los hermanos Otamendi lo idearon como un rascacielos plurifuncional: una pequeña ciudad autosuficiente con hotel, apartamentos, oficinas, centro comercial y una piscina en la azotea. Su decoración interior bebía del clasicismo nazi: grecas en dorado, mármoles rojos y grises veteados, fustes dóricos acanalados y relieves alegóricos.

Se concibió como un edificio colosal, continuando con la megalomanía historicista propia de la arquitectura franquista, proyectando una imagen tan jactanciosa como el propio sistema autárquico. No sólo se alzaba con arrogancia ante la mirada internacional, sino que no establece ningún tipo de diálogo ni siquiera con su propio entorno. Se trata de un edificio escalonado y simétrico que emplea un lenguaje nacional-herreriano alternando ladrillo y piedra con fachada neobarroca madrileña y obeliscos en las cornisas: estética característica del régimen en la posguerra.

La ruptura de lo irracional y la casa sindical

 “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”

Giuseppe Tomasi di Lampedusa

Fue edificado por Francisco de Asís Cabrero, entre 1949 y 1951, con el propósito de albergar la Casa Sindical o de los Sindicatos (aunque solamente hubiera uno: el sindicato vertical que ordenaba de arriba a abajo la relación entre patrones y obreros o productores).

Se comprueba la influencia de la Casa del Fascio, con su volumen prismático y la retícula de su fachada, así como la de la mole blanca del Palazzo della Civiltà, conocido como el coliseo cuadrado. Es en el rehundido de las ventanas donde se hace más evidente esa influencia. La Casa Sindical se yergue como un cubo enorme, macizo y simétrico a modo de fortaleza medieval, con gruesos muros y ventanas de hueco profundo, emulando troneras. Se construyó en hormigón y ladrillo cerámico de color rojo oscuro.

Casa del Fascio de Terragni, en Como

Palazzo della Civiltà, en la E42 de Roma

La Casa Sindical, construida durante la etapa de la ayuda americana (1949-1952), supuso un punto de inflexión en la arquitectura del régimen. Es el primer edificio oficial que vuelve a asimilar el racionalismo (sin dejar de lado el monumentalismo) desterrado en etapas anteriores por considerar a lo moderno y vanguardista como judeomasónico y socialista. Aunque regresa a ese racionalismo de la mano de la arquitectura fascista de Mussolini, es importante subrayar el cambio de mentalidad que se produce. Se dejan por fin atrás los anacronismos estéticos para optar por líneas más contemporáneas.

Era necesario mostrar una nueva imagen al mundo en un momento en el que se concedía el crédito norteamericano y E.E.U.U. forzaba a la O.N.U. a anular sus resoluciones contra España. Esto permitió un pequeño respiro y el fin de las cartillas de racionamiento. El régimen franquista debía asumir ciertos cambios con el fin de continuar en el poder. El precio que debía pagar era la adopción de transformaciones de cara al ámbito internacional.

Conclusiones

Estos iconos de la arquitectura franquista en el Madrid de la posguerra eran considerados, en su tiempo, bonitos, bellos o incluso sublimes. Sin embargo, es importante considerar que lo bello, lo sublime, además de ser relativos, quedan suspendidos por lo efectivo. Lo que ahora nos produce cierto malestar estético, por identificarse con el malestar político que nos provoca este periodo de nuestra historia, en tiempos pasados fue motivo de orgullo, golpes en el pecho y delirios de grandeza. Era para unos (no para todos, ni mucho menos para otros) no sólo romántico, sublime o místico por materializar toda una ideología en el espacio social, sino por contar con una acuciante eficacia simbólica (Lévi-Strauss). Estos edificios, como símbolos que son, pretenden ser efectivos. En su formulación blanda, buscan identificación, que la gente se mire en ellos, a través de ellos y desean que otros les miren con ellos. En su formulación más ambiciosa, los símbolos transforman a las personas y al mundo que les rodea. El mensaje que estos símbolos arquitectónicos de la ideología franquista pretendía transmitir era el de los mitos de Unidad, Orden, Iglesia, Ejército, Familia, Jerarquía, Hispanidad… El régimen veía su identidad en la producción del espacio social y buscaba que la población se identificara con la ideología franquista también a través de la arquitectura. Se quería hacer llegar el orden a los cuerpos, a las casas, a través del discurso hegemónico plasmado en las construcciones. Los edificios tienen lenguaje, un lenguaje visual, simbólico y cronotópico. Un lenguaje que puede proyectar ideas de autoridad, imposición, además de una vehemente violencia simbólica: mientras se derrochaba en la proyección y construcción de obras pomposas y desmedidas, el país se moría de hambre.

El ser humano construye su realidad simbólicamente a través de su capacidad creadora, una capacidad espiritual mediante la que se establece una relación con lo ajeno. El símbolo es la expresión del espíritu, el cual se vuelca sobre lo ajeno. Este símbolo posee un valor funcional y existe como manifestación y expresión de una naturaleza dada. El símbolo trasciende el aquí y el ahora. Un símbolo es universal y extremadamente variable, no es uniforme, ni inflexible, ni rígido. Espacios y lugares están en continuo proceso de vaciado y de rellenado. Estos continentes permanecen en el espacio como testigos de una época concreta, pero sus usos y contenidos pueden variar con el tiempo. Los símbolos pueden resignificarse. Un ejemplo de ello es el proceso que efímeramente se planteó y que podría llevarse a cabo en el Valle de los Caídos exhumando los restos de Franco y reconvirtiendo el recinto en un Centro Nacional de la Memoria Histórica. El paso de un mausoleo de exaltación franquista convertido en lugar de conocimiento, información, dignificación y homenaje a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo demostraría que la dialéctica continúa, que la historia, los procesos y los cambios no pueden negarse, y que, por lo tanto,  nada es estático. Parece que de momento esta idea de transformar el valle en un lugar de reconciliación se ha quedado en el tintero y, que en su lugar, va a permanecer como cementerio civil. Sin embargo, quizá sea un primer paso en esa resignificación simbólica y estemos en el buen camino, aunque algunos fantasmas parezcan augurar tiempos oscuros de nuevo.

Susana Callizo Fernández

Referencias

CASSIRER, E. (1975). Esencia y efecto de símbolo. México: Fondo de Cultura Económica.

CIRICI, A. (1977). La estética del franquismo. Barcelona: Editorial Gustavo Gili, S.A.

CLARAMONTE, J. (2010). La República de los Fines. Contribución a una crítica del arte y la sensibilidad. Murcia: Cendeac.

PALLOL, D. (2016). Construyendo imperio. Guía de la arquitectura franquista en el Madrid de la posguerra. Madrid: Ediciones La Librería.

PARDO, J.L. (2016). Estudios del malestar. Políticas de la autenticidad en las sociedades contemporáneas. Barcelona: Editorial Anagrama.

SANCHO, J.L. (2018). Santa Cruz del Valle de los Caídos (Guía). Madrid: Patrimonio Nacional.

VELASCO, H. (2007). Cuerpo y espacio. Símbolos y metáforas, representación y expresividad en las culturas. Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces.

VILAR, S. (1977). La naturaleza del franquismo. Barcelona: Ediciones Península.

http://jordiclaramonte.blogspot.com/2011/11/esteticas-fascistas.html

http://www.seccion.es/arquitectura/las-cuatro-etapas-de-la-arquitectura-sovietica-3/

https://hisour.com/es/stalinist-architecture-28603/

Imagen del Valle de los Caídos: Susana Callizo Fernández

Imagen del Edificio España: https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Edificio_Espa%C3%B1a_(Madrid)_03.jpg

Imagen de la Casa Sindical: De Luis García, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=14077506

Imagen de la Casa del Fascio: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Casa_del_Fascio_(Como)_02.jpg

Imagen del Palazzo della Civiltà: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Palazzo_della_civilt%C3%A0_del_lavoro_(EUR,_Rome)_(5904657870).jpg

 

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