Palacio de Hernán Cortés

Publicado en Por anthropologies
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Tras la conquista de Tenochtitlan, Cortés avanzó rumbo al sur, llegando a Cuernavaca (cuauhnahuac) el 6 de abril de 1521, con sesenta mil hombres, de los cuales la mayoría eran indígenas.

Tras la ocupación del sitio decide construir un palacio en Cuernavaca que, contaba con un clima primaveral en todo el año. Esta construcción se la encarga a su primo Juan Gutiérrez Altamirano, este a su vez había estado en Republica Dominicana, donde Diego colón, hijo de Cristóbal Colón era gobernador y había mandado construir un Alcázar. Juan Gutiérrez toma esa referencia y hace el mismo edificio en Cuernavaca, con algunos detalles diferentes, ya que lleva de Xochimilco, indígenas expertos en la escultura y es así como los capiteles y algunas columnas del Palacio de Cortes tienen motivos indígenas.

La construcción del palacio de cortes dura 9 años, entre 1526- 1535, fue edificado sobre las ruinas de un lugar llamado Tlatlocayacalli que era utilizado para entregar los tributos al cacique Tlahuica. El palacio de Cortés, es el edificio civil virreinal más antiguo en todo el territorio nacional mexicano. En sus más de 480 años de existencia, ha sido usado con fines diferentes. En la primera etapa (virreinal) fue residencia del conquistador Hernán Cortés y su esposa Juana de Zúñiga, quien dio a luz en este lugar al hijo de Cortés, de nombre Martin Cortés, personaje que años más tarde fue acusado de conspirar contra el rey. Entre 1747-1821, sirvió como cárcel. En 1855 fue cede del gobierno provincial. Entre 1864-1866 fue despacho oficial de archiduque Maximiliano de Habsburgo, posteriormente en 1872 albergó al gobierno del recién electo Estado de Morelos, función que desempeño hasta ser convertido en el Museo Cuauhnahuac en 1974.

El Museo Cuauhnahuac, es el museo más grande de antropologías del Estado de Morelos, cuenta con 19 salas en las que se presenta una excelente colección de objetos y piezas en su mayoría referente a la historia en general de Estado de Morelos, en su interior se guarda una importante colección de bienes paleontológicos, arqueológicos, históricos y artísticos.

Planta baja

En la primera sala se representa la vida de los antiguos pobladores de Morelos, los cuales vivían en un medio ambiente de fauna y flora ahora extintas, propio del pleistoceno, con una economía basada en la recolección y la caza. En Morelos no hay evidencia de la coexistencia de esos primeros habitantes con los mamuts, mastodontes y megaterios, de los que se han encontrado restos óseos.

En la misma sala podemos encontrar una muestra del cambio de vida originado por la agricultura incipiente, la cual comenzó a practicarse hace aproximadamente siete mil años. La población se agrupó en asentamientos permanentes, lo que permitió el surgimiento de una organización social más compleja con una economía diversificada; se emprendieron obras de irrigación y se adecuaron técnicas de elaboración de instrumentos de trabajo a las nuevas necesidades. Estas sociedades se desarrollaron entre 1200 a.c. y 150 d.c.

En las siguientes salas se muestra el desarrollo cultural subsecuente; algunos asentamientos humanos fueron adquiriendo la magnitud de centros urbanos. Este desarrollo implicó una economía especializada, con formas más marcadas de división del trabajo y diversificación de las clases sociales. Las relaciones entre comunidades fueron fortaleciéndose, así como los sistemas de intercambio comercial. Los sistemas políticos se tornaron más complejos. Surgieron grandes cambios en la estructura y el tamaño de las sociedades, que ya para ese momento se encontraban en competencia. La guerra adquirió un nuevo significado que influyó directamente en los sistemas socioeconómicos.

Las últimas salas de esta planta baja muestran la situación que prevalecía en la región durante los tres siglos anteriores a la conquista.

En este periodo hubo grandes migraciones de los pueblos de habla náhuatl, que desde el mítico Aztlán se extendieron por todo el altiplano. Los Tlahuicas llegaron a lo que hoy es Morelos alrededor del 1200 d.c  y  con el tiempo se volvieron tributarios del poderoso Imperio Mexica del valle de México. Este dominio se manifestó en una organización social y en unas creencias religiosas semejantes a las de los mexicas. Antes de la conquista, dos grandes centros urbanos controlaban económicamente la región: Cuauhnahuac y Oaxtepec. De estos dependían pueblos menores, cada uno con su jefe o tlatoani dominando sobre los ciudadanos comunes o macehuales. Esta región fue el centro más importante de producción de mantas de algodón tributadas a Tenochtitlan, pero la subsistencia de sus habitantes se basaba sobre todo en los cultivos de maíz, frijol, chile y calabaza, además de la caza y recolección. Las creencias religiosas de estos grupos – entre los que destacaron los asentamientos en Tepoztlán, Teopanzolco, Yautepec y Coatetelco- se expresaron en la arquitectura, la escultura y la cerámica, así como en fiestas y ritos funerario. En esta sala podemos encontrar preciosas obras de arte hechas por estos grupos.

El espacio que conduce a la planta alta del museo incluye información sobre la conquista que tuvo lugar en 1521. Algunos de los datos exhibidos provienen de las cartas de Cortés al rey de España

Planta alta

La escalera conduce a una terraza desde donde se puede ver el convento de la Asunción, el acceso al jardín Borda (Residencia de Maximiliano de Habsburgo), la plaza principal y algunos viejos tejados.

El recorrido de la planta alta inicia con la exposición de los primeros contactos entre Europa y América. Se muestra como fue conquistada la región, el sistema tributario y los productos del tributo más frecuentes. También se da testimonio de la evangelización emprendida por los franciscanos desde 1525, con la capilla de indios sobre la pirámide, y se explica cómo los religiosos de diversas órdenes se distribuyeron las tareas evangélicas: los franciscanos se ocuparían de una sociedad cristiana ideal bajo los principios de la utopía, de Tomas Moro.

La siguiente sala nos muestra el otorgamiento del Marquesado del Valle de Oaxaca que se le hace a Hernán Cortés, incluyendo partes del territorio del hoy Morelos, como recompensa por la conquista. También se muestra la edificación de varios conjuntos monacales, conformados por un gran atrio donde se enseñaba el evangelio, un claustro en el que también se daba instrucción religiosa, un bloque de habitaciones para los frailes en la planta alta, el templo y la huerta.

La siguiente sala trata sobre el espíritu conquistador y evangelizador de los españoles que emprendieron la exploración de Oriente. Esta nueva aventura tuvo como resultado el establecimiento de un fructífero intercambio de productos asiáticos y americanos.

Pasamos a la siguiente sala y nos encontramos como gracias a la enorme cantidad de recursos de la región, se ensayaron durante los siglos XVII Y XVIII diversas industrias, como las de algodón, la seda, la cerería, la cría de caballos, el cultivo de moreras y los huertos de frutas; pronto sin embargo prevaleció la industria azucarera.

El crecimiento de esa industria hizo que se definieran las dos principales clases sociales de la región, los hacendados y los peones, cuyas pugnas prepararon el terreno para las guerras independentistas de 1810. En esta sala se hace referencia a la independencia de México, podemos encontrar imágenes de la independencia y retratos de los héroes de la misma.

En los siguientes espacios se muestran aspectos importantes del siglo XIX en Morelos: el contraste entre la vida cotidiana de los hacendados y la de los peones después de la independencia; las guerrillas que se formaron en Morelos dentro del conflicto entre liberales y conservadores; el desarrollo capitalista impulsado por los liberales al amparo de Inglaterra y Estados Unidos, así como los altos niveles de producción que se alcanzaron gracias a la aplicación de los avances tecnológicos del vapor y el desarrollo del ferrocarril, mejorando sustancialmente los sistemas de transporte. Podemos encontrar fotografías de estación de ferrocarril de Cuernavaca, hoy convertida en una casa cultural.

Pasamos a la siguiente sala y podemos encontrar el desarrollo social que llevó a la Revolución Mexicana de 1910. Hacia la primera década del siglo XX, la extraordinaria prosperidad económica de las haciendas y la dinámica política característica del Porfiriato habían profundizado la explotación y la injusticia sobre los campesinos, lo que condujo a la revolución Zapatista de 1910. En esta sala se recrean, principalmente, algunos episodios de las luchas campesinas por sus tierras y autonomía. Este tema se extiende hasta la siguiente sala, que trata de la cultura campesina de los pueblos morelenses. Las familias, los barrios, los pueblos y las regiones del estado mantienen una red de relaciones económicas y políticas basadas sobre todo en una intensa vida ceremonial. Se muestra en esta sala sus fiestas y rituales, que son los vehículos de la reciprocidad, la identidad y la cohesión del grupo, y que, además, son las manifestaciones visibles de sus valores y sus formas de organización.

Los murales de Diego Ribera

En la terraza oriente se encuentra una galería cuya arcada principal apunta al volcán Popocatépetl. En este espacio, el pintor Diego Ribera realizo entre 1929 y 1930, una de sus obras monumentales más destacadas: el mural titulado Historia de Morelos, Conquista y Revolución, el cual sintetiza plásticamente estos periodos de la vida del Estado.

En su composición, Diego Ribera integró su trazado a la arquitectura del espacio, ya que los arcos y vanos de las puertas sirven de marco para relatar la historia morelense; además la exposición de colores, debajo de cada panel, Diego Ribera pintó de grisallas escenas complementarias a su narración principal. Para realizar su obra, Rivera se inspiró en códices posteriores a la conquista como la Matricula de Tributos y el Lienzo de Tlaxcala, en la obra de Sahagún y en algunas piezas prehispánicas que se encuentran actualmente el  Museo Nacional de Antropología. El mural se lee de frente, de derecha a izquierda y como dato curioso Ribera integró en la escena de tributos, una cesta de mangos, lo cual es imposible, porque los mangos fueron introducidos en México muchos años después de la conquista.

En Cuernavaca el museo se conoce como el Palacio de Cortés, es un icono de la ciudad y para muchos niños es el primer encuentro con la historia de la región.

            Aracely S. Cruz

Referencias

Https://Inah.gob.mx/red-de-museos/249-museo-regional-cuahunahuac-palacio-de-cortes

https://www.mexicoescultura.com

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