En el artículo de este mes, voy analizar una de las piezas que más me gustan de la colección del museo, la catrina mexicana. Se trata de varias figuras (60cm) realizadas en papel maché que fueron donadas en el 2003 por Diana Mateos Morante, en el marco de las actividades que se realizaron ese mismo año con motivo de la celebración del Día de los Muertos (1-2 de Noviembre) y ,en dónde, colaboraron la Embajada e Instituto de México. Una vez finalizadas las actividades, las piezas fueron donadas definitivamente al museo y hoy las podemos observar dentro de la colección actual.
Si nos adentramos en el concepto y en el significado de la catrina, vemos que en la actualidad es uno de los símbolos más reconocidos y característicos de la cultura mexicana, directamente ligada a la festividad de los difuntos. Que, con el tiempo se ha erigido como un símbolo nacional del que los mexicanos se sienten orgullosos y, progresivamente, ha traspasado fronteras convirtiéndose en una imagen que ésta dentro de nuestro imaginario. Podemos verla, en: disfraces, tatuajes, cine, joyería, artesanía…
Lo interesante es que la Catrina no siempre ha tenido el significado ni la imagen actual, sino que ha evolucionado y se ha reinterpretado hasta convertirse en lo que vemos e interpretamos en la actualidad. Por tanto, para entender esa transición hay que remontarse a su origen (S.XIX-XX) e historia, en la que destacan los caricaturistas e ilustradores José Guadalupe Posada y Diego Rivera.
Durante los gobiernos de B. Juárez. S. Lerdo y P. Díaz, en la prensa mexicana se publicaban textos en los que la clase media criticaba al gobierno, a la sociedad y los privilegios de la clase alta. Pues bien, esas críticas comenzaron a ser acompañadas por imágenes satíricas de cráneos y esqueletos, realizadas por José Guadalupe Posada y que fueron bautizadas, cómo: Catrinas Garbanceras. Esqueletos desnudos (hombres o mujeres) con gran sombrero.
Esas ilustraciones, que a priori parecen graciosas por su carga humorística, tenían una fuerte carga crítica a través de su simbología. Por un lado, el esqueleto en sí representaba a los que vendían garbanza, indígenas que renegaban de su sangre y cultura, para asemejarse a los europeos. Y la desnudez, según María Guadalupe Reyes García “… Representa una burla de las personas de origen humilde que, literalmente, no tienen nada para cubrir sus huesos y, sin embargo, aparenten ser algo más de lo que son…”. Por otro lado, el gran sombrero representa la apariencia, la aspiración y el deseo de ascender socialmente.
Al respecto, otro aspecto que me parece interesante tratar es qué se inspiró Posada para crear su Catrina Garbancera. Y, en mi opinión, creo que es muy lícito pensar que el padre de las catrinas pudo beber de dos fuentes:
- La cultura precolombina (en la iconografía azteca tenemos varios ejemplos): el dios de los muertos Mictlantechutli que es representado como un esqueleto muy ornamentado y los tzompantlis, muros en los que se tallaban hileras de cráneos (también altares dónde se exponían las cabezas de enemigos como ofrenda a los dioses).
- La cultura europea: destaca sin duda La Danza de la Muerte de Holbein, ya que los esqueletos de las danzas son muy parecidos a las catrinas. Pero, con objetivo y significado muy diferente.
De esta forma, podemos decir que, en parte, la imagen puede ser resultado de ese sincretismo (prehispánico/europeo) adaptado a la realidad en la que vivía Posada y que le dio un nuevo significado.
Posteriormente, Diego Rivera, adaptó la imagen de la Catrina Garbancera con su mural “Sueño Dominical en la Alameda Central, 1947”. En la parte central de la obra aparece una catrina (acompañada por J.Posada y F.Kahlo) con una estética diferente, pues es representada como un mujer elegante, vestida con ropajes lujosos, con algo de maquillaje y conservando el gran sombrero. Sin duda, esta imagen marca un antes y después, porque a partir de este momento pasa a llamarse Catrina y se convierte en una metáfora de la clase alta con menos carga crítica que la Catrina Garbancera. Así, poco a poco, va naciendo la catrina tal y como la conocemos en el S.XXI (perdiendo el significado crítico).
Igualmente, pasa de ser una imagen meramente estática a ser un elemento dinámico insertado dentro de los usos y costumbres mexicanos, apareciendo ligada al Día de los Difuntos, en donde la catrina celebra la muerte de forma activa. De ahí, que se la represente con una sonrisa pícara, alegre e incluso burlándose de los vivos. Es la “muerte viva”, pues vuelve todos los años para recordar que la vida no es eterna y que hay que celebrarla.[1]
En este contexto, destaca el Festival de las Calaveras celebrado en Aguascalientes desde 1994). Entre octubre y noviembre se realizan un sinfín de eventos: exposiciones de pinturas, vistas al cementerio, teatro, exposiciones de altares y finamente una caminata nocturna de catrinas que acaba con la recreación de un altar viviente.
En definitiva, las catrinas que podemos ver en la actualidad en el museo se encuadran en el concepto actual relacionado con la muerte y no el originario de crítica político-social. Aunque hay que señalar, que aunque la imagen (esqueleto femenino elegante y ricamente ataviado) y el significado ha cambiado, las catrinas todavía conservan su gran sombrero y la actitud pícara y burlona con las que las creo Posada.
Referencias
http://www.mecd.gob.es/mnantropologia/portada.html
http://culturacolectiva.com/origen-e-historia-de-la-catrina/
https://www2.politicas.unam.mx/sae/wp-content/uploads/2014/09/catrina1.pdf
http://www.discursovisual.net/dvweb33/PDF/10_El_simbolo_de_la_calavera.pdf
Portada: Catrina del Museo Antropológico de Madrid, Miguel Ángel Otero.
Imagen 1: Catrina del Museo Antropológico de Madrid, Miguel Ángel Otero.
Imagen 2: Catrina actual.
Imagen 3: Catrina Garbancera de José Guadalupe Posada.
Imagen 4: Mural Diego Rivera.
Imagen 5. Catrina en las festividades actuales.
[1] No hay que confundirla con la Santa Muerte, también presente el Día de los Muertos pero con un significado totalmente diferente.
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