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Mouhamadou (nombre ficticio) no entiende de derechos laborales, ni vacaciones, ni de derecho a huelga, trabaja ocho horas (cuando no trabaja diez) con un contrato de media jornada en una cafetería de una calle céntrica de la ciudad en la que reside, por unos mil euros al mes. Llegó a través de la ruta canaria hace un año y medio a España. En el cayuco en el que venía acompañado de cincuenta personas, murieron dieciséis, de los cuales cinco eran amigos suyos.

Cuando te cuenta la historia de su viaje desde un país costero del África subsahariana, lo hace sin mostrar ningún tipo de emoción, con una entonación totalmente plana, y solo muestra una tímida sonrisa ante las preguntas curiosas que se le lanzan.

Cuenta como tuvo que lanzar a sus amigos fallecidos al mar, y como tuvieron que contarle a Guardia Civil cuantos partieron de África y cuantas personas murieron en el viaje.

Cuando llegó a Canarias, fue identificado como mayor de edad, en realidad todos fueron identificados como mayores de edad con fecha de nacimiento de 1 de enero de 2002 y aunque él tenía 16 años, tenía que demostrarlo para evitar la orden de expulsión que se le había cursado. Gracias a una ONG, pudo demostrar su minoría de edad e ingresar en un centro de protección de menores.

Ya como menor, estuvo en centros de protección de menores de varias provincias españolas hasta cumplir la mayoría de edad. En el último centro en el que estuvo, se le facilitó el acceso a cursos de formación, especialmente en hostelería y se le ayudó a aprender español, esto le facilitó acceder a un trabajo como camarero, cuando fue mayor de edad, en las condiciones que he comentado anteriormente.

Cuando se le pregunta a Mouhamadou sobre el número de horas que echa, su mirada te escruta como queriendo entender por qué se le pregunta algo así, él es joven y quiere trabajar. Su sueño es establecerse en España y poder mandar algo de dinero todos los meses para ayudar a la familia que quedó en su país de origen.

Mouhamadou ha trabajado desde muy pequeño, en diversos sectores: construcción, turismo, servicios…, y nunca se ha planteado que como trabajador tiene una serie de derechos adquiridos, una vez que se le explica, evita el tema porque teme que lo despidan si exige sus derechos, solo sonríe. La empresa que lo ha contratado sabe que Mouhamadou no va exigir vacaciones, ni días de asuntos propios, ni va a darle el más mínimo problema. La empresa que lo ha contratado se aprovecha de la necesidad de aquel que no tiene nada, para explotarlo laboralmente, aunque Mouhamadou se muestre agradecido y no se sienta explotado en absoluto.

“Mientras los oprimidos sigan sin ser conscientes de las causas de su condición fatalista, aceptan su explotación” Paulo Freire

*La imágene han sido generadas por IA para preservar la identidad del protagonista.

Manuel Carmona Curtido.

@carmonacurtido

@mcarmonacurtido.bsky.social

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