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  -Platón dijo que la música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo. ¿Qué diría ahora?

  -La música ha acompañado a la humanidad en su viaje a través del tiempo. Es un lenguaje universal capaz de expresar emociones, contar historias y, en definitiva, retratar la realidad de cada época. Sin embargo, un reciente estudio publicado en la revista Science ha desatado una inquietante pregunta: ¿está la música en decadencia?

  -Investigadores de universidades de Alemania y Austria analizaron las letras de más de 350.000 canciones en inglés, desde 1970 hasta 2020. Canciones que, en cada momento, gozaron de una importante popularidad. Un viaje sonoro que, a priori, prometía ser un fascinante recorrido por la evolución cultural y social de las últimas cinco décadas y que, sin embargo, reveló un panorama desolador: empobrecimiento del léxico, una sintaxis cada vez más simple y temas banales y superficiales.

  ¿Estamos ante una grave crisis de creatividad, de pereza y/o estreñimiento mental o de un preocupante reflejo la sociedad actual? Una sociedad que prefiere vivir en automático, a golpe de clic, sin espacio para la reflexión. Las canciones, antaño poemas cantados que exploraban la complejidad del ser humano, parecen haberse convertido en eslóganes vacíos, mensajes simples y repetitivos que no van más allá de lo inmediato. La profundidad ha dado paso a la superficialidad, la abstracción a la concreción, la emoción al algoritmo.

  -La música popular siempre ha buscado conectar con el público mayoritario y, con la zanahoria de los beneficios económicos a la vista, hemos renunciado a la riqueza del lenguaje, a la complejidad de las ideas, a la profundidad de las emociones. En un mundo donde la inmediatez impera y la atención es un bien escaso, parece que la música también se ha contagiado del virus de la prisa. Canciones que duran lo que un TikTok, el uso desmesurado e irritante del auto-tune e intérpretes que cantan con desgana, como cansados. Tal vez cansados de sentirse impostores en un negocio que los usa como meras marionetas.

¿Es este el futuro de la música? ¿Estamos condenados a una banda sonora banal y simplista?

Vivo con el pánico, con el miedo constante de que se me acerque un regetonero y me diga: “Oye, ya tú sabe”, y que yo no sepa.

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