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El sueño de la eterna juventud es uno de los más antiguos. También son antiguas las creencias de que ciertas hierbas o aguas pueden constituir su eficaz elixir. Los sabios afirman que el envejecimiento también tiene aspectos positivos e incluso en Hollywood se empieza a apostar por los actores en edad de jubilación (aunque con sesgo de género, mayoritariamente varones). Por ejemplo, en la comedia Red, los ya entrados en años agentes Bruce Willis, Morgan Freeman, John Malkovich y su colega Helen Mirren intentan convencernos con ingenio, encanto y broncas de que, a pesar de la calvicie y de las dentaduras postizas, se puede seguir siendo activo, incluso en la dura vida cotidiana de un agente especial.

No hay que engañarse. En la vida real las personas mayores no se parecen a Sean Connery. Además, en las representaciones e imágenes culturales, los mayores no suelen gozar de buena reputación: algunos caen en la tozudez, cuando no en la locura, como el rey Lear. Otros hacen negocios turbios, por ejemplo, con el diablo como el famoso Herr Faust.  La sabiduría de nuestros mayores, desgraciadamente, no proporciona consuelo alguno, ya que la juventud tiene «mucha estupidez por delante», lo que provoca que incluso el ciudadano más ilustrado recurra a infusiones antienvejecimiento para evitar lo inevitable. Y si las mascarillas de pepino o las lociones caras ya no ayudan, recurren a soluciones más drásticas como las inyecciones de bótox o el paso por el bisturí.

Recientemente el Dr. Thomas Münzer, de la Clínica Geriátrica St. Gallen, analizó la base científica de algunos fármacos antienvejecimiento que actualmente están especialmente de moda, con resultados sorprendentes como el hecho de que aún no se hayan descartado las hormonas (del crecimiento, andrógenos, estrógenos, entre otras) como sustancias antienvejecimiento. La hormona del crecimiento aumenta la masa muscular y reduce la grasa corporal, pero se ha demostrado su mal perfil respecto a los efectos secundarios. Los andrógenos, por su parte, tienen un efecto anabólico, aunque los supuestos efectos positivos en la promoción o el mantenimiento de la funcionalidad en los hombres mayores aún no se han demostrado.

Los fármacos antienvejecimiento más modernos incluyen sustancias para la manipulación de la telomerasa. Las células somáticas se dividen a un ritmo relativamente constante gracias a un acortamiento de los telómeros (la zona final de los cromosomas) con cada replicación. La enzima telomerasa alarga los telómeros, lo que aumenta la vida útil de una célula. De acuerdo con el lema «telómeros largos = vida larga», se está intentando influir en la longitud de dichos telómeros con sustancias que están siendo probadas en experimentación animal, como la llamada TA-65 (extracto de Astragalus membranaceus conocido en la medicina tradicional china). Existe, sin embargo, un lado oscuro respecto a los telómeros largos. Según Münzer, un estudio reciente con TA-65 en ratones genéticamente modificados demostró que administrando 25 mg por cada kg de peso corporal se conseguía un aumento significativo de la longitud de los telómeros, pero la duración máxima de la vida de los animales se mantuvo sin cambios respecto a la duración de la vida de los animales del grupo de placebo. Otro problema es el de la cancerogénesis ya que, en seres humanos, los telómeros largos se asocian a la acumulación de mutaciones que dan lugar a tumores malignos como los melanomas, los carcinomas de células basales, los tumores pulmonares y los linfomas.

Otra sustancia utilizada desde hace años como ingrediente en diversos productos antienvejecimiento es la ubiquinona 10 (Q10). Se trata de una coenzima de la cadena respiratoria mitocondrial relacionada estructuralmente con las vitaminas E y K, por lo que los órganos metabólicamente activos como el corazón, los riñones o el hígado, contienen cantidades relativamente grandes que van disminuyendo con la edad. La industria cosmética anuncia esta coenzima como un remedio contra el envejecimiento de la piel, aunque es algo que no está comprobado científicamente. La Q10 también se utiliza como complemento alimenticio para las enfermedades cardiovasculares, renales, inflamatorias crónicas, degenerativas y diabetes, también con poca evidencia científica. La sustancia se ha estudiado como agente antienvejecimiento en nemátodos, ratones y ratas, prolongando el tiempo de vida, dependiendo de la especie, entre el 0 y el 25%. Estos resultados no son extrapolables a la especie humana y no deben interpretarse como prueba de un efecto similar sin realizar más estudios.

Según el geriatra, tampoco existen pruebas suficientes respecto a un supuesto efecto positivo contra el envejecimiento de la sustancia adenocromo, originada en las glándulas suprarrenales y que es el óxido de la adrenalina. En los años cincuenta del siglo pasado se consideraba como un posible desencadenante de la esquizofrenia y se sospechaba que tenía un efecto alucinógeno directo. Todos los estudios realizados en este contexto se llevaron a cabo sin grupo de control.

Las publicitadas dietas especiales antienvejecimiento son otro ejemplo de intervención, en este caso nutricional, muy difícil de evaluar. No hay indicios de que determinados tipos de dieta puedan envejecer o rejuvenecer a las personas. Según estudios recientes cabe suponer que una restricción calórica del 25% durante un período de dos años puede modificar la distribución de la grasa y, por tanto, prolongar teóricamente la vida. Es una teoría no suficientemente probada en humanos. Datos que sí son más claros son los de la positiva influencia de la dieta mediterránea en la disminución de la mortalidad total, como también está probado que el incremento en el consumo de proteínas vegetales, frutas y verduras, reduce la mortalidad total hasta en un 16%.

Con todas estas premisas, la conclusión de Thomas Münzer es clara: en el envejecimiento saludable influyen muchos factores distintos a la toma de pastillas, a la aplicación de cremas o al uso de complementos alimenticios.  Las contribuciones esenciales para un envejecimiento saludable son la actividad física, los retos mentales y el cultivo de las relaciones sociales. Y no menos importante es el hecho de tener una visión positiva del envejecimiento, así como plantear, en lo posible, una configuración activa de esta fase de la vida. El principal enemigo del envejecimiento saludable resulta ser la actitud de limitarse porque supuestamente ya es demasiado tarde para este plan o para aquella actividad. Las personas suelen construir imágenes negativas de la vejez a lo largo de su vida y luego tienden a aplicárselas a sí mismas cuando son mayores, por lo que hay que redoblar esfuerzos por romper esta discriminación por edad comenzando por uno mismo.

Marta Valle

Marta Valle Carbajo

Referencias

Münzer T. Anti-aging – healthy aging. Dtsch Med Wochenschr. 2021 Apr; 146 (8): 543-551.

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