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La existencia de religiones satíricas es de sobra conocida: tenemos la religión pastafari, con su famoso Monstruo del Spaghetti Volador, o la Iglesia de los Subgenios. El satanismo de LaVey también podría encajar en esa definición. Incluso el cine puede inspirar religiones satíricas: tenemos el dudeísmo, inspirado en el protagonista de El Gran Lebowski, y la importancia de la saga Star Wars ha hecho que cientos de miles de personas contesten en el censo que su religión es la Jedi (lo que la ha convertido, por ejemplo, en la séptima religión más numerosa de Reino Unido [1]).

Sin embargo, ninguna de esas cinco religiones me parece tan atractiva como el discordianismo. Esta otra religión satírica me parece la más compleja, elaborada, inteligente y útil, si se me permite la valoración subjetiva.

Es la sátira, hasta un punto disparatado, la que fundamenta el discordianismo; sin embargo, cogiendo elementos de un agnosticismo militante, de otras mitologías, de las religiones y filosofías orientales y de la cultura popular, esta religión satírica también ofrece una forma de ver la vida, de entender el Universo, de otorgar consuelo existencial o de lidiar con los problemas del día a día y ofrecer estrategias para enfrentarlos (o hacer que se enfrenten ellos entre sí, que es mejor todavía).

Corría el año 1967 cuando Malaclypse el Joven y Lord Omar Ravenhurst (son los alter ego de, respectivamente, Greg Hill y Kerry Wendell Thornley) escribieron el texto sagrado Principia Discordia o Cómo conocí a la Diosa y lo que la hice cuando la conocí [2]. Allí narraron cómo, años atrás, cuando aún eran estudiantes de secundaria, se encontraban en una bolera en California cuando el tiempo se detuvo. Apareció entonces un chimpancé con un pergamino, que proclamó:

“Caballeros, ¿por qué la luna de Pickering gira en órbita invertida? Caballeros, ¿por qué hay pezones en vuestros pechos; dais leche, acaso? Y díganme, por favor, caballeros, ¿qué hacemos con la Ley de Heisenberg? ¡Alguien ha tenido que poner toda esta confusión aquí!”.

Entonces desenrolló su pergamino, mostrando el símbolo del sagrado Chao: como versión más compleja del Tao, que divide el universo en Yin y Yang, el Chao divide el universo en Orden y Caos, dentro de los cuales hay todo un degradado de Yin a Yang. El Orden aparece representado por un pentágono, y el Caos por la Manzana de la Discordia: una manzana dorada con la inscripción καλλίστῃ, “para la más bella”.

Y es que la Diosa, según trataba de comunicar el chimpancé, no era otra que Eris, diosa griega del caos, conocida como Discordia en la mitología romana. La susodicha manzana que simboliza el Caos también proviene de la mitología griega, siendo que Eris, ofendida por no haber sido invitada a la boda de Peleo y Tetis, dejó caer esta manzana que provocó una disputa entre Artemisa, Hera y Afrodita. Para resolver la disputa, Zeus nombró juez a Paris, que fue tentado por sobornos de las tres diosas. Fue el soborno de Afrodita aquel por el que se decantó el pastor, que consistía en el amor de la mujer más bella del mundo. Ésta no era otra que Helena, esposa del rey Menelao, a quien Paris se llevó a Troya… de tal forma que la Manzana de la Discordia puso en marcha una serie de acontecimientos que terminó desembocando en la Guerra de Troya.

Pero, por supuesto, nada de esto debe ser creído. Tal vez Eris nunca existió y tal vez Malaclypse el Joven y Omar Ravenhurst no vieron ningún chimpancé en ninguna bolera. Y es que creer las cosas a ciegas es algo que no complace a la Diosa. El discordianismo más bien propone un agnosticismo activo: no creer en nada, cuestionar todo.

Así, mientras otras religiones tienen creencias firmes (dogmas), el discordianismo tiene lo opuesto: catmas. Este juego de palabras entre “dog” y “cat” sólo tiene sentido en inglés, aunque debo resaltarlo porque tiene un doble fondo: allá donde los dogmas se ven representados por el perro de Pavlov, símbolo del condicionamiento, los catmas se ven representados por el gato de Schrödinger, involuntario símbolo de la posibilidad de que una cosa exista en dos estados a la vez en la mecánica cuántica.

Según el Principia Discordia, «todas las afirmaciones son verdaderas en cierto sentido, falsas en algún sentido, sin sentido en algún sentido, verdaderas y falsas en algún sentido, verdaderas y sin sentido en algún sentido, falsas y sin sentido en algún sentido, y verdaderas y falsas y sin sentido en algunos sentidos”. El fanatismo, las creencias, la sumisión a ellas son los enemigos del discordianismo, representados por el reverso de Eris: Aneris, diosa del Orden, y su discípulo Caragrís, figura que en el discordianismo bien podría equivaler a Satán.

Eso no quita que el discordianismo tenga mandamientos: tiene cinco, conocidos como el Pentavómito, que dicen así:

  1. No hay más Diosa que La Diosa, y ella es Tu Diosa. No hay otro Movimiento Erisiano aparte de El Movimiento Erisiano, y es el Movimiento Erisiano. Y en toda Corporación de la Manzana Dorada vive un Gusano Dorado.
  2. Un Discordiano siempre debe usar el Sistema Oficial Discordiano de Numerado de Documentos.
  3. Un Discordiano, durante la época de su Primera Iluminación, tiene que salir solo y comer alegremente un perrito caliente un viernes.
  4. Un Discordiano no debe comer panes de perritos calientes, pues fueron el consuelo de la Diosa durante el Rechazo Original.
  5. Un Discordiano tiene prohibido creer lo que lee, incluyendo los presentes cinco puntos.”

Quizá el quinto ya deja bastante clara la clase de agnosticismo que proclama el discordianismo, aunque cada uno de los mandamientos está bastante elaborado. Veáse el tercer mandamiento, que obliga a comer un perrito caliente cada viernes. Como aclara el propio Principia Discordia, con esta sencilla norma se está cometiendo una ofensa contra el cristianismo católico (no comer carne los viernes), el judaísmo y la religión musulmana (no comer carne de cerdo), la religión hindú (no comer carne de vaca), el budismo (no comer carne de animal) y el propio discordianismo (no comer panes de perritos calientes, pues fueron el consuelo de la Diosa durante el Rechazo Original, es decir, cuando no fue invitada a la boda de Peleo y Tetis). El discordianismo es incoherente consigo mismo, se contradice a propósito y con orgullo.

Tampoco es casual que haya 5 mandamientos: el número 5 es una constante en el discordianismo, que afirma, en el catma conocido como la Ley de los Cincos, que todas las operaciones matemáticas arrojan ese resultado. No es raro que un discordiano salude a otro con un “Hail Eris!” y el otro responda con un “All hail Discordia!”, de tal forma que sean 2+3 palabras las que componen cada frase, es decir, 5. Y sí, el número 23, por sumar 5, también tiene mucho significado en el discordianismo, haciendo referencia de paso a William S. Burroughs y a su obsesión con este número, lo que a su vez inspiró una película protagonizada por Jim Carrey, etc.

También son cinco los meses del calendario discordiano: Caos, Discordia, Confusión, Burocracia y Consecuencias, inspiradas en las fases que atraviesa una sociedad. Yo, por ejemplo, nací en el mes de Burocracia. Cada semana tiene cinco días y, por supuesto, existen los años bisiestos, una vez cada 4 años (porque 1+4=5).

Hay 5 grandes fiestas, que tienen lugar en el día 50 de cada mes, y 5 festividades dedicadas a los 5 apóstoles discordianos, que tienen lugar en el día 5 de cada mes. También hay 5 tipos de santos, que incluyen a figuras como Don Quijote o el Emperador Norton I (único emperador de la historia de EEUU, que daría para un artículo él solo, por cierto). Los discordianos se saludan entre sí formando una V con los dedos, en referencia a la V en números romanos.

Y, por supuesto, cualquier discordiano puede proclamarse a sí mismo Papa o Papisa, no faltaba más. Yo mismo me proclamé Papa discordiano un 5/5/2010, fecha más adecuada posible para ello (sí, tuve una adolescencia curiosa). Eso sí, el deber de un Papa discordiano, cuando se encuentra con otro, es excomulgarlo, sólo para fastidiarle, pues deben permanecer en discordia entre sí.

Ahora, aún más útil es que sean los enemigos del discordianismo los que se enfrenten entre sí: excelente estrategia que creo aplicable tanto a la vida cotidiana como a la política, por ejemplo. Así lo proclama el Himno Erisiano, que dice:

“¡Adelante, soldados cristianos! ¡Adelante, clérigos budistas! ¡Adelante, frutos del Islam! Luchad hasta que muráis, luchad vuestras pequeñas batallas, uníos en la más turbia refriega para la Mayor Gloria de Dis-cord-i-a. Yah, yah, yah, yah, yah, yah, yah. ¡Blfffffffffft!”

Como creo que ya ha quedado claro, abundan las referencias humorísticas a la cultura popular. Es importante también recordar que King Kong murió por tus pecados o que “fnord” es el sonido que hace una sola mano al aplaudir. Tampoco faltan las referencias a la glándula pineal, que aúnan la filosofía de Descartes, el chakra sahasrara y otros movimientos y teorías centrados en la posible función espiritual de esta zona del cerebro. En este caso, la glándula pineal puede servir de hogar a Eris.

El discordianismo tiene todo tipo de códigos, bromas y herramientas satíricas; como la palabra “mu”, que es la respuesta corta que se da a una trampa retórica para escapar de ella.

Supongamos, por ejemplo, que alguien te formula la pregunta “¿Vas a dejar ya de secuestrar a niños pequeños?”. Las respuestas cortas ante tal pregunta dicotómica, tradicionalmente, sólo pueden ser “sí” o “no”, lo que implica caer en la trampa lógica que quería tender quien preguntaba, pues ambas respuestas suponen admitir que, al menos hasta ahora, secuestrabas a niños pequeños. Era necesaria una respuesta más elaborada para poder desmentir esos secuestros, hasta que los discordianos inventaron la palabra “mu”. Así pues, ante la pregunta “¿Vas a dejar ya de secuestrar a niños pequeños?”, un discordiano se limitaría a contestar “mu”, la forma más breve posible de expresar, en este caso, que él nunca ha secuestrado a niños pequeños.

Claro que todo lo mencionado hasta ahora proviene básicamente del Principia Discordia; y éste no es el único texto sagrado discordiano. Al contrario: la ausencia total de autoridad jerárquica y de imposiciones en el discordianismo hace que cualquier discordiano pueda escribir sus propios textos sagrados y éstos sean tan válidos o tan poco válidos como el Principia Discordia.

Así, podríamos contar entre los textos sagrados el Apocrypha Discordia, escrito de una forma muy similar e igualmente caótica al Principia Discordia [3]. También lo sería A Discordian Coloring Book, un cuaderno coloreable creado en 1982 por la ilustradora Laramie Sasseville que me parece una auténtica joya [4]. Y lo sería la Trilogía Illuminatus! de Robert Anton Wilson y Robert Shea [5].

Esta trilogía de novelas de ciencia-ficción ha tenido una importancia espectacular en la cultura popular para lo poco conocidas que son. Sin ir más lejos, tomó una secta casi desconocida del siglo XVIII, los Illuminati, y los satirizó al tiempo que, en la llamada Operación Mindfuck, Robert Anton Wilson se dedicaba a escribir cartas o revistas a asociaciones afirmando que los Illuminati seguían en activo y dominaban el mundo en secreto [6]. El éxito fue tal que hoy, unas décadas después, casi todo el mundo ha oído hablar de los Illuminati y de las teorías acerca de que dominan el mundo en secreto. Cuando gastó esta especie de broma gigantesca y satírica, Robert Anton Wilson tenía una idea muy discordiana en mente… no es de extrañar, por tanto, que en la Trilogía Illuminatus! también ocupen un lugar destacado los discordianos, que son mostrados como enemigos de los Illuminati. Así pues, estos libros contribuyeron mucho a extender el discordianismo por todo el mundo, aunque siga siendo una religión relativamente desconocida.

No falta tampoco la música discordiana, de la cual yo destacaría PiKANTiK – The Sacred Chao. Existe, de hecho, el thrash metal discordiano, con referencias como Living Death – Sacred Chao. Claro que las referencias al discordianismo no abundan lo bastante como para encontrarlas por todas partes, y resulta improbable dar con una si no la estás buscando específicamente. Pocas veces me ha pasado esto… recuerdo, por ejemplo, leyendo Los Invisibles de Grant Morrison, sí fue una grata sorpresa ver que un personaje secundario era discordiano [7], no esperándolo yo para nada.

Así pues, creo que esta religión es poco conocida en relación al ingenio que desborda. Creo que puede ofrecer mucho más, en un sentido cultural o en otros aspectos. Carece de todos los inconvenientes de las religiones tradicionales: no promueve el fanatismo, al contrario, lo aborrece. No hay que obedecer a un clero, pues no hay jerarquía en absoluto. No hay que rezar, porque la Diosa no atiende a oraciones e ignora deliberadamente las peticiones de sus creyentes. Ni siquiera hay que creer, de hecho, puesto que eso no complace a la Diosa y además es bastante probable que Ella no exista.

Entonces, yo lo dejo caer. Igual a alguien le interesa. Igual el discordianismo continúa expandiéndose como tal o sólo influyendo indirectamente a la cultura popular y a la sociedad en pequeña medida. Será lo que la Diosa quiera… o no.

Ibai Otxoa

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Referencias

 [1] https://www.elmundo.es/papel/historias/2015/12/11/566ab50622601dc1038b45ad.html

[2] Malaclypse el Joven & Lord Omar Ravenhurst (1967). Principia Discordia o Cómo conocí a la Diosa y lo que la hice cuando la conocí.

[3] Jon Swabey et al. (2001). Apocrypha Discordia.

[4] Laramie Sasheville (1982). A Discordian Coloring Book.

[5] Robert Anton Wilson & Robert Shea (1975). Trilogía Illuminatus!

[6] Robert Anton Wilson (2005). Email to the universe and other alterations of consciousness.

[7] Grant Morrison, Phil Jiménez et al. (1998). The Invisibles vol. 2 #12.

https://as.com/tikitakas/2019/01/25/portada/1548400929_737520.html

https://www.bbc.com/mundo/noticias-48542209

https://cocina-casera.com/perrito-caliente-con-cebolla-crujiente/

https://www.bbc.com/mundo/noticias-56604823

https://www.lasprovincias.es/sociedad/mundo-viral/illuminati-dominan-mundo-20190207220720-nt.html

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