Perspectiva de género en antropología : huyendo del etno-androcentrismo

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Vamos a analizar brevemente cuál es la relación de la antropología con las restantes ciencias sociales, en qué se basa la mirada antropológica, cómo comenzó a introducirse la perspectiva de género y cómo ésta enriquece el trabajo etnográfico, cómo se pasó de la búsqueda de una supuesta objetividad científica a la reivindicación de la subjetividad en el trabajo de campo ,y cómo las nuevas perspectivas feministas han contribuido a abrir el horizonte a nuevas interpretaciones y metodologías que intentan huir del etno-androcentrismo.

Interdisciplinariedad, intersubjetividad, mirada antropológica y observación participante

La antropología como ciencia social tiene como uno de sus principales objetivos el estudio de las diferencias socioculturales entre los seres humanos, pero a causa, tal vez, de cierto imperialismo antropológico (y de mucho etnocentrismo), antes se priorizaba el estudio de lo exótico,frente al de las sociedades más afines al antropólogo, cuyo análisis quedaba relegado al ámbito de la sociología. Hoy en día, sin embargo, y quizás gracias a esa mayor implicación con el objeto de estudio antropológico, las fronteras entre antropología y sociología están mucho más diluidas. Intentando huir de esas visiones etnocéntricas,deterministas y totalizadoras, las técnicas propias de la etnografía no sólo se generalizaron en antropología,sino que además contribuyeron a que otras ciencias sociales se acercaran a la interdisciplinariedad.
A lo largo del tiempo, la antropología ha llevado a cabo una gran evolución. Desde el inicio del siglo XX, se comienzan a estudiar a los grupos sociales desde dentro, y no ya desde un punto de vista de mero observador, lo que supone un cambio de perspectiva en la investigación. Esto es lo que Malinowski llamó el punto de vista del nativo, y supuso un papel mucho más activo, de mayor implicación: con él llegó el acceso a la significación, porque los antropólogos empezaron a valerse de la observación participante, que implica un conocimiento mucho más profundo de la experiencia, y que permite al investigador ponerse en el lugar del otro y comprenderlo así mejor. Además, cómo se acerca el etnógrafo a su objeto de estudio mediante la intersubjetividad resulta crucial en este contexto: ésta provino de la reflexión de que no es posible la objetividad en las ciencias sociales. Así, el concepto de objetividad y el de subjetividad dejan paso al de intersubjetividad. La investigación antropológica sería un producto social, inseparable del resto de la cultura, dialogante respecto a los otros investigadores y al resto de la sociedad.
No sólo las fronteras entre las distintas ciencias sociales son mucho más finas de lo que parece, sino que además dentro de la propia antropología esas fronteras también se desdibujan: sucede así con la antropología social y la cultural, porque sociedad y cultura no pueden separarse fácilmente,ya que dependen la una de la otra. Dada la interdisciplinariedad de la antropología de la que ya hemos hablado, y puesto que se entronca con las otras ciencias sociales tanto a nivel teórico como a nivel práctico, pudiera parecer que ésta no tiene entidad propia. Pero la antropología se distingue,
  • primero, por cómo se ubica dentro del proceso etnográfico,
  • y segundo, por lo que se denomina mirada antropológica.
La mirunspecifiedada antropológica sería un conjunto de principios de percepción, sentimiento y actuación que, encarnados en el sujeto de la investigación, termina por guiar explícita o implícitamente sus indagaciones (Jociles, 1999:7). Así, la antropología no se caracteriza por las técnicas que emplea, sino por cómo usa dichas técnicas. Un antropólogo ya no estudia aldeas, por ejemplo, sino que estudia EN aldeas. Es decir, se implica mediante la observación participante en el sujeto de su estudio,convirtiéndose él mismo en parte de su estudio.No hay que olvidar nunca que el antropólogo está dentro del conocimiento etnográfico.
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Las relaciones de poder en etnografía. Los sesgos de género y el androcentrismo. Reflexividad

El método etnográfico no está exento de las relaciones de poder. Stolcke (1993, citada por Gregorio Gil, 2006:24) propuso llevar a cabo una etnografía de la historia de la antropología para desvelarlas en la representación del otro. También Edwin Ardener (1975, citado por Gregorio Gil, 2006:26)introdujo loque denominó teoría de los grupos silenciados, donde recalcaba cómo dichas relaciones de poder conseguían que los grupos dominantes tuvieran mayor capacidad de generar y controlar formas de expresión, mientras que los grupos silenciados (los dominados) debían o adscribirse a las ideologías dominantes o simplemente callar. El género/sexo del antropólogo igualmente influye en la visión que se dade una determinada sociedad: de este modo se mostró la falta de objetividad en etnografía y las relaciones de poder en la representación del otro(las mujeres, en este caso):  La conceptualización del género como sistema de relaciones de poder hará que las propuestas que se desarrollen vayan más allá del reconocimiento de la dificultad de acceder a la información sobre las prácticas e interpretaciones de las mujeres por el hecho de ser antropólogo hombre o mujer(Gregorio Gil, 2006:28).La mayoría de los antropólogos veían a las mujeres como al género de segunda categoría, puesto que al haber estado siempre sometidas a los hombres, su influencia social era pequeña,así que concluyeron que la subordinación femenina es algo universal. A causa de esto, muchas veces se limitaron a observar a las mujeres en su papel en el ámbito privado, como madres y esposas, sin ahondar más allá, y su influencia fuera de ese contexto pasaba totalmente desapercibida. Esta invisibilidad social femenina era tal que los trabajos de campo contenían un importante sesgoque los situaban siempre en una perspectiva androcéntrica y heterosexista, distorsionando gravemente la mirada antropológica. Por ello, se denominó como mala ciencia,aquella que legitima biológicamente la desigualdad sexual (Laslett,Gregory, Longino y Hammonds, 1996:2, citadas por Gregorio Gil, 2006:28).
Diversas antropólogas han criticado cómo la etnografía postmoderna ha ignorado sistemáticamente las
propuestas feministas. En los años 70-80, las antropólogas denunciaron el enfoque etno-androcéntrico de
los trabajos, que deformaba la construcción científica de estudios serios. Podríamos distinguir tres tipos de androcentrismo en antropología (Martín Casares, 2006:21):
  • el del antropólogo,
  • el de los informantes,
  • y el androcentrismo intrínseco a la propia antropología.

El hecho de que los estudios supuestamente científicos, que se decían por ello objetivos y univerunspecified2sales, hubieran estado totalmente dominados por este androcentrismo, afectaba tanto a la recogida de datos como a las hipótesis planteadas y a las conclusiones extraídas. Lo que las nuevas perspectivas feministas proponen es la deconstrucción de categorías fijas e inmutables, intentando deconstruir la identidad de género, planteando la noción de múltiples formas de estar en la realidad. Por lo tanto,la experiencia o subjetividad que propone la perspectiva feminista poco tiene que ver con la planteada por la etnografía postmoderna(Gregorio Gil, 2006:33).

 

La llegada de la antropología del género marcaría un antes y un después,pues ha contribuido desde su inicio a revelar que el etno-androcentrismo forma parte de las actitudes que afectan fatalmente al método científico si consideramos que la búsqueda de la verdad y la objetividad son valores centrales de la antropología sociocultural(Martín Casares, 2006:24). ¿Cómo decir que algo es objetivo, cuando está pasado por el filtro de las subjetividades de los antropólogos y de sus informantes? En este contexto surge el concepto de reflexividad, como algo absolutamente imprescindible en cualquier estudio etnográfico, pues implica llevar un proceso de autoconciencia con el género como lugar central. De ese modo, Callaway propone la crítica ontológica de nosotros mismos como sujetos generizados(Callaway, 1992:45, citada por Gregorio Gil, 2006:31). Así, se intenta romper con el dogma de borrar la mancha subjetiva del trabajo de campo(Bell, 1993, citada por Gregorio Gil, 2006:27), que llevaba a que la escritura etnográfica fuese despojada de lo experiencial en el encuentro con lo otro, en pos de la búsqueda del rigor metodológico(Gregorio Gil, 2006:31). Por lo tanto, y dado que la objetividad científica real en etnografía no es posible, sólo instando al etnógrafo a que reflexione sobre sí mismo, sobre quién es y desde dónde habla, su trabajo estará correctamente contextualizado dentro de su propia subjetividad.

Conclusiones

Hemos visto cómo, con la introducción del trabajo de campo en antropología, los investigadores empezaron a ponerse en el lugar del otro, intentando superar sus prejuicios etnocentristas. Valiéndose de la mirada antropológica, los etnógrafos pueden observar el mundo como si fuera la primera vez, sin dar nada por supuesto, como a través de los ojos limpios y curiosos de un niño, reflexionando siempre en el proceso sobre su propia persona, sus ideas preconcebidas y su subjetividad. Porque los sesgos y los prejuicios son inherentes a cualquier ser humano, y el antropólogo se sitúa dentro del conocimiento etnográfico, así que la reflexividad resulta absolutamente necesaria en el proceso de la investigación. Es más, debería considerarse como toda una declaración de honestidad que forma parte de la ética de la profesión.

Eva Margarita García

Referencias

GREGORIO GIL, Carmen (2006).
Contribuciones feministas a problemas epistemológicos de la disciplina
antropológica: representación y relaciones de poder, en Revista de antropología Iberoamericana, volumen 1, número 1 (enero-febrero 2006). Madrid: Ed. Antropólogos Iberoamericanos en Red.
JOCILES RUBIO, María Isabel (1999).
Las técnicas de investigación en antropología. Mirada antropológica y proceso etnográfico,
en Gazeta de antropología, nº 15, Artículo 01.
MARTÍN CASARES, Aurelia (2006).
Antropología del género. Madrid: Ed. Cátedra.

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