El juego es una herramienta extraordinaria para desarrollar las capacidades sociales. Si estas capacidades las englobamos en los ámbitos del desarrollo humano de las áreas cognitiva, socio-afectiva y psicomotriz, podemos asegurar que el juego es el motor del desarrollo integral de la persona, de ahí que el espacio donde se integra y los elementos que intervienen en él sean sumamente importantes para su práctica, debido a la estimulación sensorial e intelectual que se intercambian durante el proceso.

El juego propicia la participación colectiva e interacción entre iguales fomentando la socialización. Y ¿para qué sirve la socialización? para interactuar y establecer una conexión natural cuando nos relacionamos con las demás personas, por la que vamos adquiriendo normas, valores, costumbres, conocimientos culturales,…, los cuales nos ayudarán a formar la personalidad individual y colectiva que hará progresar a personas, sociedad y humanidad.

La mayoría de los juegos estimulan la psicomotricidad debido a la necesidad de movimiento natural y el contacto humano. Se trata de una herramienta privilegiada para ser utilizada como elemento dinamizador e imprescindible en las diferentes etapas del desarrollo humano, en multitud de contextos y edades.

Jugar inicia, de forma ascendente en nuestras vidas, la imitación entre seres humanos, la cual tiene un papel esencial en la educación y conciencia humanitaria. Se aprende imitando desde muy temprana edad. Si reflexionamos seriamente sobre nuestra forma de aprender, teniendo en cuenta que no somos perfectos, que nos equivocamos continuamente y que todo no lo podemos hacer bien, podemos intuir la gran responsabilidad que tenemos todos/as como ejemplos socioculturales a ser imitados/as, debiendo de cuidar nuestras acciones, aunque equivocarse y aprender de los errores también forma parte del juego y la imitación, resultando ser útil para continuar aprendiendo.

 

Juan Gabriel Rodríguez Laguna

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Twitter: @laguna_jg

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