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En los anteriores números se publicaban las entrevistas realizadas a dos miembros de la comunidad masái de Loliondo. En esta ocasión, he tenido la oportunidad y la suerte de realizar una serie de preguntas al profesor Jordi Serrallonga.

Jordi Serrallonga es arqueólogo, naturalista y explorador. Es profesor de Prehistoria y Evolución Humana de la Open University of Catalonia, y profesor asociado en la Universidad Autónoma de Barcelona. Además es director de HOMINID Grupo de Orígenes Humanos de la Universidad de Barcelona y director de numerosas expediciones arqueológicas, naturalistas y antropológicas por Tanzania.

En los anteriores números se publicaban las entrevistas realizadas a dos miembros de la comunidad masái de Loliondo. En esta ocasión, he tenido la suerte de realizar una serie de preguntas al profesor Jordi Serrallonga. No quisiera dejar pasar la oportunidad de agradecer al Jordi su tiempo y disposición para realizar esta pequeña entrevista para Anthropologies.

Jordi Serrallonga es arqueólogo, naturalista y explorador. Es profesor de Prehistoria y Evolución Humana de la Open University of Catalonia, y profesor asociado en la Universidad Autónoma de Barcelona. Además es director de HOMINID Grupo de Orígenes Humanos de la Universidad de Barcelona y director de numerosas expediciones arqueológicas, naturalistas y antropológicas por Tanzania.

A continuación, la entrevista realizada en la que el profesor Serrallonga ofrece un punto de vista muy interesante:

– ¿Desde cuándo tiene contacto con Tanzania?

Desde la década de los 90, cuando empecé a explorar las tierras de la antigua Tanganyika en pos de los Orígenes de la Humanidad y acabé encontrándome con un paraíso de etnias, faunas, floras, paisajes…

– ¿Ha visitado la división de Loliondo?

Sí, la he visitado en diferentes ocasiones.

– ¿Conoce el conflicto de tierra que existe en Loliondo?

Lo conozco. Me hablan del conflicto, pero también se vive.

– ¿Conoce personalmente a masáis que vivan allí y que hayan sufrido o estén sufriendo esta situación?

Tengo el placer, el honor, de conocer y compartir amistad con muchos tanzanos. Es una de las buenas experiencias que te da África, hacer cientos de amigos. Y, por cuestiones relacionadas con mi trabajo antropológico y arqueológico de campo, un buen número de estos amigos son maasai y, algunos, habitan en Loliondo.

 

– ¿Puede describir en qué consiste este conflicto?

Es un tema complejo y difícil de resumir en pocas palabras. Ahora bien, si realizamos un ejercicio de síntesis, el resumen sería que los maasai ocupan, desde aproximadamente el siglo XVII, los territorios del Norte de Tanzania. Cuando no existía un gobierno estatal, cuando las etnias se ubicaban en las tierras más fértiles para cazar y recolectar (es el caso de los hadzabe), o para la ganadería (es el caso de los maasai), no tenían ninguna institución que les dijera que estas regiones tenían un «amo». Mientras los hadzabe nunca han creído que la tierra es suya pues son nómadas predadores sin sentimiento de propiedad privada, los maasai, desde sus orígenes –ganaderos seminómadas y guerreros que desplazaron a otros pueblos en su camino migratorio procedente de las regiones nilóticas– tomaron posesión de estas regiones: era su país. Con el proceso de colonización y descolonización, con la aparición de los estados modernos en África, el gobierno, el gobierno de todos los tanzanos, pasó a ser el propietario de la tierra. Y este es el origen del conflicto. Mientras que los maasai seguían ocupando, con sus rebaños y bomas (poblados), territorios alejados de las incipientes urbes y negocios del turismo, no existió ningún problema. Ya en la década de los 60 los maasai, a instancias del gobierno del primer presidente de la Tanzania independiente, Julius Nyerere, abandonaron de forma voluntaria y pacífica las rica región que hoy ocupa el Parque Nacional del Serengeti. Los motivos: preservar la fauna que estaba en peligro de extinción debido, sobre todo, a la descontrolada caza mayor del hombre «blanco». Una reducción de la fauna que podía acabar con este paraje natural si los pocos animales salvajes entraban en contacto con los animales domésticos de los maasai.

Entonces, los maasai se tuvieron que desplazar hasta otras zonas que estaban ocupadas por otros clanes maasai, y otras etnias: Ngorongoro, Loliondo, Arusha, etc. Y ahí han seguido desarrollando su forma de vida basada en la producción y riqueza del ganado. Ahora, en un caso parecido al ocurrido al de los años 50 y 60 en el Serengeti, el gobierno tanzano les pide que marchen de la región de Loliondo para facilitar los corredores naturales de la fauna salvaje que se mueve entre Tanzania (Serengeti) y Kenia (Maasai Mara). Ellos creen ser los propietarios históricos y morales de la tierra pero, según la legislación vigente, el propietario legal es el gobierno. Por lo tanto, el conflicto está servido pues los maasai de Loliondo no quieren abandonar el que consideran su hogar, y el gobierno esgrime el argumento que es para beneficio de todos los tanzanos y su patrimonio natural. El problema es que, en todo este embrollo de posesión de tierras, ha aparecido un tercer agente. Una empresa dedicada a la caza mayor que está actuando en la zona y que plantea un debate: ¿es compatible pedir a los maasai que se marchen de Loliondo por un tema de conservación de la vida natural y, al mismo tiempo, permitir actividades cinegéticas? Como decía antes, un tema muy complejo.

– ¿Cómo afecta al modo de vida del pueblo masái?

En primer lugar, y como es natural, ningún pueblo quiere marchar de la que considera que es su tierra; los maasai, como decíamos antes, son productores y, a pesar de llevar una vida nómada que cada vez se sedentariza más debido a la disminución de los territorios de pastos, se creen propietarios del territorio que ocupan. Además, si marchan hacia otros lugares, con sus grandes rebaños de ganado, entrarán en conflicto con agricultores, granjeros, e incluso otros pueblos ganaderos –entre ellos, los propio maasai– que no podrían absorber la llegada de más habitantes y sus actividades económicas. Por lo tanto, es posible que muchos maasai tengan que abandonar la vida ganadera para adoptar, como ya ocurre en otras zonas, la vida agrícola o urbana.

– ¿Desde cuándo tiene constancia de este problema?

Es un problema largo; en la década de los 90, cuando llegué allí, ya se hablaba.

– ¿Cuál cree que sería una posible solución viable a esta situación?

La única solución que veo es realizar proyectos de conservación del medio que no sólo tengan en cuenta a la flora y fauna salvajes –que, como naturalista, considero importantísimas para Tanzania y el Planeta– sino también a los pueblos humanos que viven en ellos de forma tradicional. Aún así, este discurso puede parecer romántico y egoísta. Me considero amigo de los maasai y, desde que era un chaval, soñaba con conocerles y ser uno de ellos. He escrito sobre ellos. Los estudio. Pero también hemos de reconocer que nos preocupamos por los maasai porque son visibles; son un icono de África para documentales, revistas de fotografía y pósters para agencias de viajes. Pero en Tanzania, y en estos territorios existen otros muchos pueblos. Los hadzabe, como cazadores-recolectores, están a punto de desaparecer ante el desconocimiento de buena parte de la comunidad internacional, y existen pueblos agrícolas que también se ven inmersos en estos conflictos.

– ¿Qué considera que puede hacerse desde fuera de Tanzania para ayudar a la comunidad masái?

En relación a mi respuesta anterior, pienso que, en primer lugar, desde Europa, desde los Estados Unidos, Japón, Australia, etc., tenemos que empezar a entender que África no es un gueto nuestro. Debemos de abandonar la falsa actitud paternalista que nos lleva a querer salvar la parte más romántica de África (la que nosotros hemos perdido en nuestras regiones: la naturaleza, las etnias tradicionales, etc.) diciendo siempre cómo deben actuar los gobiernos africanos. Estos gobiernos necesitan introducir cambios (carreteras, empresas, industrias, ciudades, etc.) para poder permitir que sus países avancen. La especie humana es así: crece, crece y crece. Y, aunque soy el primero que sigo emocionándome, como científico y como persona, cuando veo los paisajes de África, y la forma de vida de los maasai, también entiendo que cambiarán de forma inevitable.

En resumen, es bueno que reivindiquemos el conflicto de Loliondo, y esto hará que se intenten buscar mejores soluciones, pero llevo muchos años en África y tenemos tendencia a criticar lo negativo que ocurre allí y jamás hablar de las muchas cosas positivas que se hacen. Desde dentro, desde fuera, se ha denunciado el conflicto de Loliondo. Ahora son los tanzanos los que deben tomar decisiones y soluciones de forma interna.

– Por favor, indique lo que estime conveniente acerca de este conflicto de tierra y de intereses políticos y económicos que existe entre el gobierno tanzano, las empresas de inversionistas y la comunidad masái.

Llevo dos décadas pasando gran parte de mi tiempo en Tanzania, y seguiré haciéndolo, pero sólo un tanzano –y quizás ni tan siquiera él– puede conocer todos los flecos de la problemática.

Este reportaje concluye temporalmente, no sin antes hacer mención a un acontecimiento de gran relevancia para Tanzania. El pasado 25 de octubre tuvieron lugar las elecciones generales a la Presidencia del país. Los resultados mantienen al mismo partido político en el poder, Chama Cha Mapinduzi (CCM), aunque Jakaya Kikwete, el anterior presidente, ha dejado el cargo tras cumplir dos mandatos de cinco años. A pesar de que tuvo a Edward Lowassa, de etnia masái, como un fuerte rival, John Magufuli finalmente fue declarado ganador por la Comisión Nacional Electoral, tras haber recibido el 58% de los votos. Seguidamente el 5 de noviembre de este mismo año fue investido como 5º Presidente de Tanzania. Para muchos masáis no ha sido una buena noticia, aunque por el momento afirman que las cosas están tranquilas en Loliondo.

Antes de las elecciones, como candidato prometió la redistribución de las tierras no utilizadas para evitar enfrentamientos entre los agricultores por un lado, y los ganaderos y pastores por otro.

«Sé que incluso altos funcionarios del gobierno poseen grandes extensiones de tierra, mientras que los campesinos y ganaderos tienen que compartir lotes pequeños, lo que alimenta conflictos que podrían evitarse», dijo durante un mítin el candidato del Chama Cha Mapinduzi (CCM), partido en el poder desde la independencia de Tanzania en 1964.

El futuro aún queda por escribir para los tanzanos, incluyendo a  etnias minoritarias como los masái, los datoga o los hadzabe, entre muchas otras. Esperamos que se encuentre una solución lo más adecuada posible a los conflictos y situaciones que viven miles de personas en este rincón de nuestro mundo.

Susana Callizo Fernández

Referencias

http://www.elmuni.com/2015/10/anuncian-hoy-los-resultados-de-las-elecciones-en-tanzania.html

http://www.bbc.com/news/world-africa-34670983

Imagen: http://www.jordiserrallonga.com/Jordi_Serrallonga/Galeria.html#0

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