Vivimos en un sistema económico caracterizado por las enormes desigualdades entre los extremos más alto y bajo; según datos de Banco Mundial, unas 89 personas acumulan el mismo poder de renta que casi 3600 millones, lo cual no solo da cuenta de la magnitud de la desigualdad, sino que, además, ésta no deja de crecer.
El último informe de Intermon Oxfam, indica que en el último año (datos el año 2017), la desigualdad de renta no ha hecho más que crecer; casi el 90% de crecimiento total en términos de renta, se ha ido a los bolsillos de los más pudientes, mientras que el resto no solo no crecen sino que se ve desposeído de sus escasos ingresos, al extremo de que desde el año 2017 sus activos no solo no crecen, sino que han sido superados por las deudas.
Si además tenemos en cuenta, que la economía no es un “campo neutral”, es decir, en su seno se producen y reproducen el resto de las desigualdades, la del género es una de las más escandalosas y evidentes.
Entendemos el género en el sentido de identidades y roles asignados por cada formación histórica, en cada tiempo concreto, a varones y mujeres, lo cual es especialmente útil para comprender de donde provienen las desigualdades.
La mayoría de los empleos precarios y mal retribuidos en todo el planeta, son trabajos ocupados por mujeres, las cuales además sufrimos unas mayores tasas de precariedad y falta de estabilidad en el empleo. Las mujeres asumimos la inmensa mayoría de los trabajos reproductivos, el mundo de “los cuidados” es, mayormente, nuestro. Se sigue negando el peso específico de los mismos, negándose a incluirse el cálculo en el PIB, pese a la evidencia de que sin economía reproductiva, no hay vida.
La desigualdad no solo es la falta de reconocimiento de las tareas asignadas socialmente a las mujeres, sino que, a nivel de estructura económica, refleja como la moderna sociedad capitalista, se ha organizado para producir y consumir, en una estructura que nos relega a las mujeres a un estatus subordinado, que refleja el dominio del capital sobre el trabajo.
Las dos estructuras, patriarcado y capitalismo, se imbrican para, en una relación con “historia”, entender que la subordinación de las mujeres fue condición básica para la acumulación del capital, imprescindible para el sistema capitalista. ¿Cómo? La primera condición para el desarrollo del capitalismo, fue el proceso de acumulación originario, y ha sido mediante la separación del proceso de la reproducción de la fuerza de trabajo, es decir, el nacimiento, crianza, cuidados y labores del hogar, (en muchos períodos históricos, la propia educación era un tema “familiar”) todo aquello que permite, propicia que la fuerza de trabajo vuelva al día siguiente al sistema productivo, es tarea asignada por el patriarcado de manera casi exclusiva a las mujeres, y además, no retribuida. Todo esto ha permitido al capital un proceso de acumulación enorme, dado que es en el seno del hogar donde se asume el costo de la reproducción, y solo de manera tangencial y residual, en algunos estados del “bienestar” el estado se hace cargo de parte de estos costes (educación, cuidados tales como guarderías, centros de la tercera edad, etc., solo presentes en una ínfima parte del planeta)
Los datos agregados a nivel planetario son indiscutibles: las mujeres aportamos más de 9 billones de euros en trabajos reproductivos no remunerados (datos de Banco Mundial, informe de 2016), lo que permite, junto con el plusvalor del trabajo femenino y la estructura de consumo dentro de los núcleos familiares, una reproducción del sistema más que exitosa.
Referencias
https://www.oxfamintermon.org/es/que-hacemos/proyectos/desigualdad
https://www.traficantes.net/libros/calib%C3%A1n-y-la-bruja
Gil, M. (2018), Los presupuestos con perspectiva de género en el Estado español, en Quaderns Feministes, Tirant lo Blanch, Valencia.
Jubeto, Y. (2017), «El análisis presupuestario con enfoque de género: un instrumento feminista clave para avanzar en la equidad socioeconómica», Revista Vasca de Economía, Ekonomiaz, 91, dedicada a la Economía feminista: enfoques y propuestas
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