“…Las sociedades modernas se han convertido en fábricas de personas enfermas (…). Maniquís que dictan la moda y sirven de patrón de belleza para más de dos millones de mujeres. El culto al cuerpo excesivamente delgado difundo por los medios de comunicación está generando una psicosis social colectiva que asesina la autoestima y la imagen…”
Este fragmento de la novela “La dictadura de la belleza y la revolución de las mujeres” de Augusto Cury, hace que nos planteemos diversas cuestiones sobre el ideal de belleza femenino que se promueve en nuestra sociedad: ¿Quién contribuye a la creación de dicho ideal?, ¿Por qué se vende un modelo de belleza inalcanzable?, ¿Por qué ese patrón se ha dirigido (en su mayoría) hacia la mujer?, ¿Qué tipo de mujer nos venden a diario?, ¿Por qué manipulamos y destruimos nuestro cuerpo para alcanzar esa “perfección”?…
Cuestiones, que nos remiten a la existencia de una presión social sobre la corporalidad femenina, creada y fomentada por agentes sociales como la industria de la moda, publicidad, cine y medios de comunicación. Que muestran una belleza irreal e insalubre.
Generando de esta forma, un problema sociocultural que afecta en su mayoría a la población adolescente femenina a través de la profusión de un canon ilusorio que rinde culto a un cuerpo, joven y extremadamente delgado. Que, a su vez, se vende como símbolo de perfección, una meta que debemos alcanzar para obtener el éxito.
Lo cual, desemboca en problemas de autoestima producidos por la no aceptación de nuestro cuerpo, y por tanto, la propia transformación /manipulación de éste a través de la cirugía estética. Así como trastornos de la conducta alimentaria (TCA), entre los que se encuentran, graves enfermedades como la anorexia y la bulimia nerviosa.
Todo este ciclo comienza con la construcción/percepción social del cuerpo (no es solo una composición biológica), ya que es un ente social con el que creamos una identidad. Mediante la cual, nos manifestamos, expresamos (clase, social, cultura…), creamos un lenguaje y emitimos mensajes a través del vestido, que se erige como mediador entre la corporalidad y la sociedad.
De esta forma, el cuerpo se convierte símbolo de la sociedad que cambia a lo largo de la historia/cultura y que está sujeto a la presión social. Una presión, que en la actualidad se dirige mayoritariamente a la corporalidad femenina, porque históricamente ha sido más vulnerable y ha estado más sometida a la imagen/estética.
Así, diariamente podemos ver una presión corporal que se fomentan con mensajes que venden la idea de que la perfección y la felicidad se pueden alcanzar con la juventud y delgadez. Según Alfredo Cruz y Jean Baudrillard, se trata de un mensaje que muestra que asistimos a una crisis sobre la corporalidad, porque se ha cargado de artificialidad y frivolidad. Reduciendo todo a la apariencia. “…Como ya no es posible definirse por la propia existencia, sólo queda por hacer un acto de apariencia sin preocuparse de ser, ni siquiera por ser visto. Ya no: existo, estoy aquí; sino: Soy visible, soy imagen, look…” (J. Baudrillard).
Pero ¿Quién contribuye a la creación de este patrón e imagen?, A mí parecer son varios agentes los responsables: la moda, la publicidad, el cine y los medios de comunicación (televisión/ prensa).
La industria de la moda, vende como ejemplo a seguir a un grupo limitado de mujeres extremadamente delgadas (el noventa y cuatro por cierto por debajo de su peso ideal) como ideal de belleza para tres mil millones de mujeres de diferente edad, talla, edad y raza. Lo que indica, que aproximadamente un noventa por ciento de la población femenina no cumple las exigencias establecidas sobre su corporalidad.
En la actualidad, las mayores representantes de ese grupo reducido son “Los Ángeles de Victoria´s Secret”. Marca de ropa interior que anualmente organiza el show de moda más seguido del mundo, con aproximadamente cuarenta modelos que deben cumplir con los férreos estándares impuestos por dicha marca. De hecho son las mismas modelos, a través de sus redes sociales, las que publican los sacrificios que deben de hacer para conseguir las medidas exigidas para el desfile; restricción de alimentos y líquidos, entrenamiento excesivo, ayunos… Sin duda, el caso que más llamó la atención fue el de la modelo brasileña Adriana Lima, cuando en una entrevista reconoció que nueve días antes del desfile no ingería alimentos sólidos y que en las doce horas previas nada de líquido para evitar la retención e hinchazón del vientre.
De esta forma, se observa cómo se crea una imagen que no es real, sino superficial e inalcanzable. Y precisamente, es ahí donde entra la publicidad, que coge a la modelo y la envuelve en un aura de de fama, éxito, triunfo y glamour. Es decir, la convierte en un escaparate (mujer objeto) con el que vender todo tipo de productos (maquillaje, ropa, productos dietéticos…) y con el que elabora una perfil estereotipado. Que, a su vez, provoca descontento y rechazo corporal del resto de las mujeres, porque previamente se ha generado una carencia física o material. Lo que, paralelamente crea el deseo de consumir lo que la modelo vende, con el objetivo de entrar dentro de esa imagen y no quedar marginada.
Para ello, se utiliza un lenguaje impactante en las campañas publicitarias, en las que predominan términos bélicos y de destrucción: elimina, borra, acaba, lucha, vence al tiempo…Una destrucción, de la que te salvan los productos que venden esas mujeres con una imagen que ha sido fabricada.
Aún así, hay que señalar que hay agencias de modelos y campañas publicitarias que han mostrado su desacuerdo con la imposición de dicho patrón. Por ejemplo, fue el caso de la agencia de modelos “Star Models”, que en el 2014 lanzó una campaña para denunciar la extrema delgadez que se promueve en el mundo de moda. Para ello utilizó el lema “You are not sketch” (Tú no eres un boceto) y la comparación de dos imágenes: un boceto utilizado en la moda y la foto de una modelo demacrada imitando ese boceto. El objetivo fue adaptar los estándares de la moda a una modelo (a la que se le aplicó photoshop), para mostrar lo irreal e insalubre del ideal de belleza.
Por otro lado, la industria cinematográfica en muchas ocasiones también participa de dicha imagen creada, pues, no es raro ver como en la mayoría de películas la presencia de la mujer “gorda” se suprime o se reduce a un personaje secundario y gracioso, que es la mejor amiga de la protagonista. Una mujer guapa y delgada que casi siempre consigue lo que se propone (emitiendo a su vez un mensaje triunfalista en ese tipo de mujer).
Igualmente, hay que señalar que la mayoría de las actrices se adaptan al canon impuesto y que en las últimas décadas es muy común verlas protagonizando campañas publicitarias de las grandes marcas de moda. Un aspecto que sobre todo se hace visible en las galas de la industria del cine como los premios Oscars, los Emmy… en donde a veces se habla más de la imagen y la ropa que lleva la actriz que de la gala en sí.
Por último, también hay que hablar de los medios de comunicación, los cuales crean y desarrollan modas, promueven los dictados de la belleza femenina y en ocasiones transmiten mensajes opuestos (en cuanto a corporalidad), al denunciar la extrema delgadez y al criticar los “defectos físicos” de la modelo, actriz o cantante.
En conclusión, estos cuatro agentes se retroalimentan unos de otros para generar una imagen abusiva de la corporalidad femenina (presión social) e influenciar sobre la autoimagen del cuerpo, porque distorsionan la realidad y generan malestar. Así, cuando una mujer se pone delante del espejo puede llegar a experimentar un rechazo hacia sí misma, solo ve defectos en su cuerpo y surge el deseo de conseguir el patrón impuesto.
Es ese el punto en el que la identidad se transforma y la imagen/belleza se convierte en algo obsesivo. De forma, que puede llegar a surgir el deseo de querer cambiar la figura haciendo uso de la cirugía plástica, la cual ofrece la oportunidad de reconstruir el cuerpo o crear uno nuevo que se adapte a los dictados establecidos. Mediante intervenciones quirúrgicas de todo tipo: aumento de pecho, rinoplastia, mentoplastia, lifting, lipoescultura, abdominoplastia…
Así mismo, en otras ocasiones, la corporalidad puede llegar a convertirse en el núcleo en torno al cual gira toda la vida de la persona. Hasta tal punto, que se desarrollan conductas anómalas sobre el cuerpo, como el control o supresión de la ingesta de alimentos.
En este sentido Michel Foucault establece que tradicionalmente el cuerpo ha sido el lugar dónde se ha infligido castigos, como una forma de establecer la dominación, la sujeción, obediencia…Pero ahora, ese castigo se hace de forma directa sobre el propio cuerpo. Es decir, que el sujeto ejerce sobre sí mismo un autocastigo, provocado por el rechazo corporal que genera trastornos de la conducta alimentaria (TCA)[1], como:
La anorexia nerviosa se caracteriza por el miedo intenso a engordar y por tener una imagen distorsionada del cuerpo (dismorfobia). Esto conlleva a querer adelgazar casi sin comer y con la práctica excesiva de ejercicio.
La bulimia nerviosa (ligada a la anorexia en muchas ocasiones), se caracteriza por la ingesta voraz de una gran cantidad de alimentos en un periodo corto de tiempo y comportamientos compensativos, a través de vómitos autoinducidos, ingesta de laxantes, diuréticos, exceso de deporte…Pero, hay que señalar que la bulimia no siempre conlleva una pérdida excesiva de peso, aunque generalmente está ligada a gente que realiza dietas muy estrictas.
En ambas enfermedades, las víctimas mitifican el cuerpo hasta tal punto que se convierte en su objeto de culto y las modelos las diosas de dicho culto. “… La transformación del cuerpo es una verdadera religión, supone un ritual, requiere unos sacrificios, unos dogmas y unas normas morales cuyo objeto es el acceso a un nirvana terreno: la eterna juventud, el desafío a la muerte. La religión del culto al cuerpo promete una nueva vida en sus ritos y en su magia, presentándose como un desafío al reinado del mal, entiendo por mal lo natural, hasta que esa nueva vida artificial se convierta en la encarnación del nuevo mal…”. M. Rivière.
Finalmente, señalar que los TCA se convierten en un problema social desde el momento que se cobra vidas, a pesar del que el setenta por cierto de los afectados se recupera. Aún así, en la actualidad los responsables directos (más allá de los factores socioculturales o psicológicos) no están claros. Muchos señalan a los diseñadores de moda, directores de revistas /agencias de moda… Quienes no se sienten responsables directos, más bien, señalan que todo se trata de un negocio y que ellos son títeres de dicho sistema, que dan a la sociedad los modelos que la gente demanda. Afirman que si las mujeres se fijaran en modelos reales (tallas 40-44), no existiría este problema, que son ellas las que tienden a fijarse en modelos cuya talla estaría por debajo de la 36-34.
Sin duda, una actitud que denota una doble moralidad e hipocresía, cuando son los que fomentan y muestran mujeres que no se adaptan al patrón real, sino todo lo contrario. Por lo que, en parte si les hace culpables de la obsesión del culto al cuerpo y de la presión social sobre la corporalidad de la mujer.
Referencias
Crispo, R., Figueroa, E., Guelar, D., Anorexia y Bulimia: lo que hay que saber, Gedisa Editorial, Barcelona 1998
Jiménez Rodriguez,D., “Anorexia Nerviosa y su relación con el ideal corporal” Tempus Vitalis: Revista internacional de cuidados. Vol. 2, 6, 2006.
Márquez Guerrero, M., y Jauregi Lobera,I., “La imagen de la mujer en los medios de comunicación”. Revista de Estudios Literarios 33. 2006
Márquez Guerrero, M. Análisis semiótico del concepto actual de “Belleza” en la publicidad dirigida a la mujer. Trastornos de la Conducta Alimentaria 5, 2007.
III Congreso de Moda “Moda y Salud”, Universidad de Navarra e Instituto Navarro de la Mujer, 8 y 9 de mayo 2000.
Rigol Cuadra, A., “El otro cuerpo de la identidad: análisis de modelos culturales de los trastornos del cuerpo femenino”. Cultura de los cuidados: Revista de enfermería y humanidades. 19, 2006.
[1] Afectan al 0´5%-3% de la población mundial, supone la tercera enfermedad crónica en la población de entre 15-29 años y afecta generalmente a mujeres (en España 26000 mujeres frente 2000 hombres).
[…] Rivas, R. (2015). Cuando la sociedad sólo ve un cuerpo: Presión social sobre la corporalidad femenina. Anthtopologies. [Artículo de Internet] Recogido desde aquí: https://anthropologies.es/cuando-la-sociedad-solo-ve-un-cuerpo-presion-social-sobre-la-corporalid… […]
Un TCA reconocido pero no aceptado por la s sociedad es el «trastorno por atracción», que se diferencia de la bulimia en que no hay comportamientos compensatorios, sino que es una adicción a la comida en la que el sujeto se refugia para huir de problemas emocionales, que pueden estar relacionados con la autoimagen en mayoría de casos, o lo terminan estando. Hay psicólogos que no siquiera están entrenados para tratar con este TCA, e incluso la sociedad lo rechaza porque, a diferencia de en los otros dos, no hay pérdida de peso, no hay control férreo sobre lo que comes, eres «sólo una gorda atracándose», cuando es un trastorno fruto directo de esta sociedad enferma de estética.
«Trastorno por atracón», quise decir.
[…] quita nadie. Nosotros también tenemos un montón de cualidades, no? Ah! Luego está ese dichoso culto a la belleza la juventud y el deporte. Ala a competir de nuevo … !steep! running footing elipdoor etc etc…. Yo por si acaso […]