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 Resulta difícil empezar un escrito sobre tema un tema tan controvertido danto al tiempo una versión ecuánime de un problema que a día de hoy está costando innumerables vidas civiles. Pero comprender, en ocasiones, significa arriesgar y eso, hasta donde podamos, es lo que vamos a hacer en este escrito.

Para empezar, tenemos que tener claro que ésta es una disputa por un territorio, que desde el comienzo de la creación del estado de Israel se ha ido empequeñeciendo al tiempo que continuaban sus asentamientos en las denominadas zonas ocupadas, haciendo caso imposible una solución pacífica al conflicto. Y decimos esto porque esta situación fue excelentemente comprendida por uno de los mejores dirigentes del ejército israelí, Moshe Dayan, quien al final de su vida, tras lograr la firma de los acuerdos de Camp David, apostó desde un nuevo partido, el Télam, por la devolución unilateral de los territorios ocupados.  Una apuesta que no pudo ganar al ser consumido por un cáncer de colón.

Dayán había visto nacer al estado de Israel y con él a su ejército desde sus orígenes. Desde lo centenares de hombres “Hashomer” que a comienzos del siglo XX que se encargaron de la vigilancia y defensa de primeros asentamientos judíos en Palestina hasta la creación en 1920 de la  incipiente “Haganá” para defender los Kibutz.  Esta última organización fue la semilla de lo que en los años siguientes sería el futuro del ejército israelí. Los cuadros de este ejército encontraron formación, como el propio Dayan y otros tantos, durante la Segunda Guerra Mundial encuadrados en los diversos ejércitos aliados. Aunque no podamos olvidar el papel que jugó en su desarrollo el coronel británico Charles Ordo Wingate, cuya fama todavía perdura entre los israelíes como uno de los puntales sobre los que se diseñarían las vigas maestras tanto del ejército israelí como su inteligencia que a partir de 1949, o cabría decir mejor que en 1951, se convirtió en el temido y famoso Mossad.

La fama de ambas instituciones se ha fraguado a lo largo del tiempo en sucesivas operaciones, aunque si tuviéramos que destacar alguna, nos decantamos por el rol jugado por el ejército Israelí durante la Guerra de los Seis Días y el papel del Mossad en la preparación de las operaciones que llevaron al asesinato de gran parte de los participantes en la Masacre durante las Olimpiadas de Munich. Hechos que con claras concesiones a la galería han sido llevados recientemente al cine.

Sin embargo, no se trata en este artículo de hacer un resumen hagiográfico de las operaciones conjuntas de ambas instituciones, sino intentar comprender el papel que ambas juegan en la sociedad israelí. En ésta como el lector no desconocerá el servicio militar es obligatorio para ambos sexos, estando exentos únicamente las comunidades religiosas, especialmente los “Haredim” quienes dada su ultra-ortodoxia están suscitando importantes debates en la “laica” sociedad israelí dado que algunos de ellos reniegan incluso del propio estado de Israel.

La obligatoria participación de hombres y mujeres en el ejército, el hecho que desde su constitución en 1948 el país se haya visto involucrado en diversas guerras, que no vamos a pormenorizar, ni tampoco a analizar dado que son temas de otros artículos de éste monográfico,  ha hecho que el ejército y en especial sus fuerzas especiales se hayan convertido en la cantera de donde han salido la mayoría de los políticos de Israel que, en su mayor parte, tienen no sólo experiencia militar en combate sino que han dirigido a las mismas desde su Estado Mayor. Estamos hablando por supuesto tanto de políticos que han pasado a la historia como Rabin, Dayan como otros que continúan de una manera u otra en activo, Ariel Sharon, Edhud Barak, y otros tantos.

De hecho, si todos parecen tener algo en común, al margen de su origen “sabra” o no – nacido o no en Palestina – es su participación en el ejército que ha labrado la constitución del estado de Israel -Medinat Israele -. Término, este último, que usado con frecuencia por los primeros fundadores de Israel, Ben Gurión… ha ido cayendo en desuso para ver contemporáneamente nacer un nueva terminología, la de tierra de Israel – Erezt Israele – que hace referencia a un termino bíblico, despertando problemas a la hora de definir hasta dónde llega dicha tierra, máxime cuando Israel carece en su Constitución de limites geográficos precisos que delimiten su estado, lo que deja a la libre interpretación, en ocasiones religiosa, de sus limites.

El hecho esencial, por tanto, que, por otra parte, no es nada nuevo es que la mayoría de los políticos israelíes tienen una extensa formación militar en primera línea, habiendo participado en la mayor parte de los casos en sus batallones de lo que en España llamaríamos fuerzas de acción rápida o si queremos un apelativo más rimbombante operaciones especiales, lo que, sin lugar a dudas, ha fraguado una visión particular del conflicto en la que tampoco podemos perder de vista, tanto los cambios lingüísticos a los que antes hemos hecho referencia, como también a los diferentes pesos políticos de los diversos grupos sociales que componen la múltiple sociedad israelí que ha debido con el curso de los años fraguar desde un crisol de identidades y tradiciones diversas: sefarditas, asquenazis…  que no pueden ser perdidas de vista a la hora de analizar la evolución de su política.

La razón es clara, en todas estas situaciones, el contexto es clave para explicar el nacimiento de determinados grupos y en el caso de Hamas, nacido en la década de los ochenta, su comprensión es clave. Durante la década de los sesenta y setenta del siglo XX la mayor parte de los partidos y grupos políticos que nacieron en el marco del mundo musulmán se encontraban ligados sino cercanos al pensamiento socialistas cuando no comunista. Así sucedía por ejemplo: con el partido Baaz – Partido del renacimiento árabe socialista – que tenía especial fuerza en Siria ( el partido de familia regente Al Assad) y en Irak (a él pertenecía el depuesto y ahorcado Saddam Hussein); el gobierno de Nasser en Egipto que tendía hacia un socialismo de base y que fue apoyado por la Unión Soviética; o los apoyos por parte de los países no alineados y especialmente de la Unión Soviética a los diferentes frentes para la liberalización de Palestina, que en 1974 consiguieron coaligarse en una organización única, la organización para la liberación de Palestina.

En este marco el conflicto entre Israel y Palestina fue visto en el contexto derivado de las interpretaciones surgidas en el marco de la Guerra Fría, que, en ocasiones, caían en una representación maniquea de  buenos y malos, que, en sus últimos extremos puede ser observado en el guión de Rambo 3. Y la referencia no está traída por los pelos, pues con objeto de dividir (como sucedió en Afganistan con los Mujadhin) y combatir a los miembros de la OLP, según denuncias de la misma y de el propio Yasser Arafat, la inteligencia israelí protegió durante sus primeros años, 1987, las andanzas del jeque parapléjico Ahmed Yasín con la intención de socavar la unión de los diferentes frentes palestinos que una década antes habían confluido en la creación de la OLP. En principio el jeque, como en tantas otras ocasiones a lo largo de la historia del Islam, revistió sus acciones de una vivificación de los principios contenidos en el Corán. Esto permitió su rápida expansión por la Franja de Gaza lo que suponía, una vez más, la división del pueblo palestino. Su rápida expansión estuvo motivada, tanto en la dejadez por parte del Mossad como por el apoyo mostrado por las Monarquías del Golfo Pérsico que veían a los modelos de estado de partido único de origen socialista, raíz pan-arabista y predominantemente laicos como un problema, tanto o igual como la financiación por parte de la República Islámica Iraní de los diversos grupos chiís entre los que cabría destacar Hizbola en el Libano.

En este controvertido marco, la conquista por parte de Kuwait coadyuvó a la reunión de los diversos grupos palestinos en el exterior que buscaban un nuevo tipo de respuesta ante la situación y que no estaban del todo de acuerdo con la gestión de Arafat y específicamente de la OLP. La reclusión además del jeque parapléjico Yassin acusado de terrorismo por parte de las autoridades Israelíes supuso el aldabonazo definitivo al movimiento que gracias a la gestión de hospitales, madrasas y sobre todo de los diversos fundaciones de carácter religioso engarzadas en la legislación islámica que permitían dotar de servicios a gran parte de la población y que adecuadamente financiadas permitían su desarrollo al dotar de servicios a una gran parte de las zonas ocupadas.

El resultado fue su victoria en las elecciones de 2006 a las que se presentaron mediante la lista de Cambio y Reforma que supuso la guerra abierta entre esta organización y Al-Fatah que fue expulsada de Gaza quedando únicamente para este el control de la zona de Cisjordania, lo que se tradujo en el bloqueo por parte de Israel de la zona de Gaza y con ello las sucesivas intervenciones militares israelíes en los años siguientes.

Fatima Centenero

Imagen

http://krumbi.deviantart.com/art/Mossad-logo-113543962

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