“…Veo cosas maravillosas…”, esa fue la mítica frase que pronunció a Howard Carter cuando abrió la tumba de Tuntankamón y observó lo que albergaba su interior. Y, al hilo de esta frase, ¿Nosotros vamos a ver cosas maravillosas en la exposición Faraón, Rey de Egipto? La respuesta es sí, pero no esperemos ver grandes esculturas, mucho oro o el ajuar del archiconocido faraón Tut…. Pese a ello, ni mucho menos los objetos que alberga la exposición le restan importancia, todo lo contrario, pues a través de varios espacios: hijo de los dioses, vida de la realeza, el templo, guerra y diplomacia, extranjeros en el trono o la muerte del faraón. Nos adentra y desvela el simbolismo y el ideario de la monarquía egipcia.
La muestra cuenta con más de ciento cincuenta piezas procedentes del British Museum de Londres y está enmarcada dentro de su nueva política de abrir las puertas British a todo el mundo. Es por ello, que a través de un acuerdo realizado con Caixaforum, estas piezas (algunas de ellas nunca antes habían salido de Londres) llegan a Madrid para que podamos admirarlas hasta enero.
Ahora bien, para entender al 100% la exposición hay que conocer varios elementos claves de la figura del faraón y de la monarquía como institución, pues así nos resultará más fácil interpretarla.
El nacimiento de una figura que duraría 3000 años. Peer-aa (faraón)
El nacimiento de la monarquía egipcia se desarrolla paralelamente a la creación del “estado”[1], durante el periodo predinástico (IV Milenio). Momento en el que tenemos líderes o protoreyes (extendidos por diferentes áreas del Valle del Nilo) que comenzarían la unificación política y cultural del Valle del Nilo, desde el Alto Egipto (sur) al Bajo Egipto (norte). En concreto, desde núcleos como Nagada, Hiracompolis[2] o Abidos.
Finalmente, todo el proceso de unificación y centralización terminaría aproximadamente en torno al 3100 a.C (finales del IV Milenio, Nagada III), cuyo culmen se suele fijar en la figura del rey Namer[3]. El primer faraón de Egipto y con quién el Alto y el Bajo Egipto ya estarían unificados, lo que no quita que se dieran focos de rebeldía, como se representa en la Paleta[4] de Narmer.
Narmer “El Unificador”: ¿Qué nos cuenta su paleta?
Para saber lo que nos cuenta tenemos que leer e interpretar tanto el anverso como el reverso.
Anverso: Narmer aparece con la corona blanca del Alto Egipto, sosteniendo una maza con una mano y con la otra agarrando del pelo a un enemigo. Frente a Narmer, vemos un halcón que representa al faraón mimetizado con el dios Horus (asociado a la divinidad del faraón). Éste se encuentra sobre un enemigo y una planta de papiro, la planta heráldica del Bajo Egipto.
Por otro lado, en el registro inferior, se observa dos enemigos derrotados y unos pequeños cuadrados que simbolizan ciudades que han sido conquistadas. En resumen, lo que nos dice el anverso es que Narmer está conquistando y expulsando a los “extranjeros/enemigos” del Bajo Egipto.
Reverso: en el registro superior Narmer aparece con la corona roja del Bajo Egipto, es decir ya ha conquistado el Delta. De hecho, frente a él y sus militares, aparece un grupo de enemigos decapitados. En el registro central, se observa dos animales entrelazados que se han interpretado como la unión de las dos tierras. En la parte inferior el faraón representado como un toro enviste a una ciudad enemiga. Por tanto, si en el anverso se estaba conquistando, en el reverso Narmer ya ha conquistado la zona norte. De ahí que la corona del Alto Egipto (anverso) sea más grande que la del Bajo Egipto (reverso).
Por otra parte, tanto anverso como reverso, en su parte superior aparece la figura de una vaca, la diosa Ba (después asociada con Hathor) como deidad protectora y en el centro el serekh de Narmer, símbolo que representa la fachada del palacio con el nombre del faraón.
En ambas partes, también hay que señalar la figura del portasandalias detrás de Narmer. Este personaje aunque a priori pasa desapercibido, es de gran importancia por su carga simbólica: En primer lugar, porque era la persona que llevaba las sandalias con las que la divinidad pisaba el suelo, es decir el objeto a través del cual se conecta al faraón con la tierra. En segundo lugar, las sandalias están relacionadas con el concepto de caos y orden, pues con ellas el faraón aplasta/pisa el caos para establecer el orden. De hecho, en las sandalias de los faraones siempre se grababa el símbolo de los nueve arcos o los enemigos de Egipto.
Es interesante ver como en esta pieza ya se ve parte de la iconografía y símbolos de poder que identificarán al faraón (Corona del Alto y Bajo Egipto, el faldellín rematado con el rabo de toro y el papiro) durante toda su historia
Los emblemas y símbolos de poder del faraón
El monarca se rodeaba de toda una serie de emblemas o atributos que lo diferenciaban del resto, lo identificaban como gobernante, plasmaban su carácter divino y dejaban patente la dualidad del Alto y Bajo Egipto.
Entre todos ellos, los más comunes fueron las coronas del Alto y Bajo Egipto (de forma independiente o doble), la barba postiza (trenzada si el faraón esta muerto), el nemes, el jepresh, el heqat y el nejet, las dos señoras (el buitre-Nejbet– y la cobra-Uadyet-) o las diosas heráldicas protectoras del faraón y el sema-tauy o símbolo de unión del Alto y Bajo Egipto.
Un faraón siempre tiene que tener buena cara
Los gobernantes egipcios siempre debían aparecer ante su pueblo portando los símbolos de su poder y diferenciación. Y así también se hacían representar en sus esculturas, las pinturas de las tumbas o en los relieves de los templos. Su imagen siempre debía aparecer triunfante y nunca en actitud derrotista, así como siguiendo un canon de representación idealizado. Se trataba, pues, de una tarea propagandística en la que se buscaba transmitir al pueblo la fortaleza de su rey.
En este sentido, en la exposición se pueden apreciar un sinfín de piezas en las que el faraón es representado así. Entre todas, destacan tres bustos pertenecientes a tres épocas diferentes:
- Cabeza de Mentuhotep II, D.XI, 2055-2004 a.C.(Arenisca): Mentuhotep II es considerado uno de los grandes faraones de la historia de Egipto, ya que bajo su mandato se volvió a unificar Egipto y se dio paso al Reino Medio.
En esta escultura, aparece con la corona blanca del Alto Egipto y sobre ella el ureo, la representación de la diosa Uadyet (Bajo Egipto).Protectora del faraón, siempre representada en actitud amenazante o lista para atacara al enemigo.
- Cabeza de Amenhotep III, D.XVIII, 1390-1352 a.C. (Cuarcita roja): el gobierno de este monarca fue también uno de los más prósperos, pero sobre todo es concido por su intensa labor constructiva y por se el padre del famoso Ajenatón.
En la exposición se puede ver un busto de él, tocado con la corona jepresh o corona azul con el ureo. La cual, empieza a utilizar en el R. Nuevo para la guerra y para ceremonias (ofrendas a los dioses ).
Igualmente, lo que destaca de esta escultura es como ya se puede atisbar las características artísticas que caracterizaran el canon amarniese, establecido por hijo.
- Cabeza de Tutmosis III, D.XVII, 1479-1457 a.C. (Limonita verde): quizás, junto con Ramsés II, sea considerado el faraón más poderoso del Antiguo Egipto. Éste destaco por su labor militar y por extender las fronteras de Egipto hasta Siria y Nubia.
En su escultura, aparece igual que Mentuhotep II, con la corona del Alto Egipto y el ureo. Lo cual nos permite ver cómo la iconografía se mantuvo a lo largo de la historia.
Seti II, “El Usurpado”: Escultura sedente de Seti II (D.XIX, 1200-1194 a.C.)
Los datos sobre este faraón son muy escasos, parece ser que vivió durante una etapa convulsa y que fue un monarca débil. De hecho, durante reinado se dio un golpe de Estado y su puesto fue ocupado por Amenmeses (posiblemente su hijo) durante un lapso de tiempo muy corto. Pues no consiguió afianzarse en el trono y posteriormente sería expulsado por Seti II.
En la escultura que se expone, vemos al faraón sentado sobre un trono en cuyos lados aparece grabado el Sema-Tauy, el cual simboliza la unión de los dos partes de Egipto, pues el papiro (planta heráldica del Bajo Egipto) y el loto (planta heráldica de Alto Egipto) son anudados en torno a un jeroglífico que representa una tráquea y los pulmones.
Sobre sus piernas sostiene un santuario al dios Amón (dios principal durante el Reino Nuevo), representado en su forma de carnero y en sus hombros dos cartuchos[5] con su nombre. Compuesto por cinco nombres reales (como el todos los faraones): el nombre de Horus (serekh), el de las dos damas (diosas Nejbet y Uadyet), el Horus de oro, Rey del Alto y Bajo Egipto (nombre que era puesto cuando se subía al trono y el que iba dentro de un cartucho) e hijo de Ra (nombre de nacimiento).
Los deberes y obligaciones del faraón
Como todo gobernante el faraón estaba obligado a desempeñar varias funciones para el buen funcionamiento de Egipto:
- Ahuyentar el caos y mantener Maat[6](armonía, orden y justicia).
- Asegurar el buen funcionamiento de la administración.
- Mantener el mundo de los dioses: era sumo sacerdote, lo que implicaba que era el responsable de que los ritos diarios se llevaran a cabo en los templos y de realizar ofrendas a los dioses.
- Administrar justicia
- Cuidar a sus súbditos.
Volver a los veinte años para gobernar mejor
Dichas funciones las debían asegurar durante todo su reinado y para poder hacerlo estaba la fiesta Heb Sed o jubileo, un ritual mediante el cual el faraón rejuvenecía y renovaba su capacidad para seguir gobernando.
Este se celebraba, por lo general, cada 30 años (una generación) de reinado y el faraón debía de realizar una serie de pruebas delante de los dioses, entre las que destacaban:
- Lanzamiento de flechas a los cuatro puntos cardinales, lo que simbolizaba que las fronteras de Egipto estaban protegidas.
- Realizar una carrera, quería decir que el monarca podía acudir a cualquier parte de Egipto para atenderlo.
Heb Sed de Osorkon II “El Extranjero”, D.XXII, 874-850 a.C. Templo de Bastet (Bubastis)
Osorkon II, gobernó aproximadamente unos veinticinco años en uno de los periodos más inestables de la historia faraónica, el Tercer Periodo Intermedio. El cual se caracterizó por ser administrado desde dos núcleos políticos, Tanis y Tebas, independiente entre sí y dirigidos por dinastías de origen libio.
Este bloque de de cuarcita roja formó parte de un portal monumental en el templo de Bastet en Bubastis, delta del Nilo, y plasma de los acontecimientos que tenían lugar durante la Fiesta Heb Sed.
En este relieve, el faraón, aparece dentro de un pabellón, frente a la diosa Bastet[7] y algunos sacerdotes que recitaban fórmulas sagradas, mientras otros participan en una carrera ritual.
El faraón ¿Un ser divino?
Mucho se ha debatido sobre la naturaleza divina del faraón, en concreto si era un dios en la tierra (Horus en la tierra) o un intermediario entre los hombres y los dioses.
Al respecto, está claro que la naturaleza del faraón era divina, pero la cuestión radica en torno al grado de divinidad que poseía el gobernante. Algo que fue variando dependiendo de la época. Así, por ejemplo, durante el Reino Antiguo, el faraón fue asimilado con la divinidad, era Horus.
Sin embargo, a partir del Reino Medio, se observa que su naturaleza fue cambiando, ya no era un dios, era un representante de la divinidad. Los textos sapienciales que aconsejaban al heredero como debía gobernar, representaciones en las que narran sus logros, la profecía de Neferti (texto en el que Amenemhat I se legitima en el poder, puesto que su origen es difuso)…hacen pensar que ya no era considerado un dios.
Si seguimos esta evolución y llegamos al R.Nuevo observamos que el monarca se hace presentar como hijo de la divinidad, como por ejemplo teogamia de la faraón Hashepsut[8] o como Ajenatón se presenta como único intermediario entre Atón y el resto, en un intento de restablecer el poder de la figura del faraón.
El templo y sus quehaceres
Debido a que los faraones tenían un origen divino, éstos debían rendir culto a los dioses realizando rituales diarios, ofrendas y construyendo templos en su honor. Para todo ello, contaban con un clero (como poder delegado) encargado de realizar todas las funciones religiosas diarias que debía realizar el faraón. Como por ejemplo: alimentar y vestir a las estatuas de los dioses situadas en una capilla, en el interior del templo, al que solo tenían acceso los sacerdotes y el faraón. El resto de la gente tenía la entrada vetada[9].
Construir una casa para la deidad
El templo era el palacio del dios o la diosa en la tierra y cuando se iniciaba su construcción se debía celebrar un ritual, por el cual se realizaba un depósito de fundación.
Consistía en enterrar algunos objetos o elementos (alimentos, amuletos, objetos de construcción con el nombre del faraón…) en pozos rellenos de arena con el objetivo de proteger en templo.
La primera piedra de Hatshepsut (1490-1468 a.C) y Tutmosis III (1479-1425 a.C.) D.XVIII
Los objetos rituales enterrados en los cimientos de los edificios religiosos eran imprescindibles para proteger y purificar el templo. Por costumbre se introducía en los depósitos de fundación herramientas de miniatura para conmemorar el inicio de la construcción y para asegurarse de que el edificio durase eternamente.
Estas tres herramientas (un hacha, una sierra y una azuela de carpintero) formaron parte de un depósito de la época de Hatshepsut y Tutmosis III. Personajes que durante un tiempo compartieron el poder, ella como regente y él como heredero, hasta que ella se autoproclamó faraón.
Dioses para todos los gustos
Una de las principales características de la religión del Antiguo Egipto fue la gran cantidad de los dioses que componían su panteón. Por ello, en la exposición también se ha querido mostrar la presencia de los dioses a través de varias esculturas.
- Capitel de Hathor, XXII, 874-850 a.C.: diosa nutricia de la alegría, la danza, la música…Hathor (La morada de Horus) fue una de las diosas más importantes y su origen se remonta al periodo predinástico como la diosa vaca de la fertilidad, Bat. Después, pasaría a ser Hathor, conservando su imagen y añadiendo la de una mujer con cuernos y disco solar.
- Escultura de Sekhmet “La Poderosa”: diosa de la guerra y protectora de Ra que es representada como una mujer con cabeza de leona. Según la mitología, tendría una naturaleza dual: en su estado dócil estaría representada como Hathor o Bastet y en su estado violento sería la leona Sekhmet. Siendo muy peligrosa y destructiva.
De ahí el mito de la destrucción de la humanidad, según el cual cuando Ra gobernaba Egipto se enteró que los hombres estaban conspirando contra él, por lo que decidió enviar a su hija Hathor, quien se convirtió en una leona que comenzó a devorar a los hombres y con sed de sangre.
Ante esto su padre sintió pena por la humanidad y decidió parar a su hija. Tiño la cerveza de rojo, ella la bebió y quedó apaciguada.
El funcionamiento del Estado y los funcionarios
La principal función del faraón era administrar y gobernar Egipto, apoyado por funcionarios que actuaban en nombre del rey, que era el que siempre tenía la última palabra.
Durante el R. Antiguo era la familia real la que solía desempeñar los cargos más cercanos al faraón, pero durante el R. Medio y Nuevo, se dio una mayor profesionalización y democratización, por lo que muchos de los que ocuparon altos puestos en la corte no eran de origen real.
Para poder regir un espacio tan extenso Egipto además de “dividirse” en Alto y Bajo Egipto se organizó en nomos o provincias, que eran pequeños estados que dependían de la administración central[10] y que eran gestionados por nomarcas o jueces. Éstos se encargaban de impartir justicia, custodiar el nomo, organizar las crecidas del Nilo, mantener los canales limpios…
Aparte de los nomarcas, había otros puestos que fueron claves para poder administrar de forma organizada el reino. Como por ejemplo: el visir o Chaty (la segunda persona más importante de Egipto, sería como un Ministro del Interior), El Director de la Doble Casa (gestionaba y administraba las riquezas de Egipto), El Director del Granero (gestión de la cosecha), El Inspector de Tierras Extranjeras (encargado de la política internacional)…
Pero, sin duda, el oficio más importante para la administración de Egipto era el de escriba o Sesh netjer. Su labor era esencial, pues eran los encargados de escribir las cartas diplomáticas, anotar la producción del país o las transacciones económicas…
Éstos gozaban de gran estatus dentro de Egipto porque eran muy pocos los que sabían leer/escribir y porque era una profesión destinada a escasos privilegiados (hereditaria).
Su formación duraba varios años y se realizaba en las Casas de la Vida a base de memorizar y copiar[11] las diferentes escrituras: jeroglífico, hierático, demótico[12] y cuneiforme (escritura internacional).
Las herramientas para ser un buen escriba
Todo escriba para poder desarrollar su trabajo correctamente siempre debía llevar consigo papiro, un estuche rectangular con dos orificios para tinta negra (para todo el texto) y roja (para marcar algo importante y para empezar frases o secciones), un cálamo para escribir, piedra para pulir la superficie del papiro y un cuchillo para cortar y preparar el papiro.
Al respecto, en la muestra podemos observar algunas de estas herramientas: como un estuche de madera del escriba Banefer “Supervisor de los escribas reales de los graneros”y su padre Shemaba, una piedra del escriba Benermerut “Supervisor de todas las obras del rey, un tarro para tinta en forma de escriba y un ostracon procedente de Deir el-Medina.
El palacio
La familia real gozaba de varios palacios distribuidos por todo Egipto, pero su residencia habitual se situaba en la capital del reino. Este edificio gozaba de una zona para el desarrollo de la vida privada y también había estancias dedicadas a la administración y gobierno del reino, como: los archivos reales, la zona de audiencias para cortes extranjeras o la ventana de las apariciones. Esta última, era una especie de balcón desde donde el faraón y la esposa real se asomaban para que los súbditos los vieran públicamente y también para dar recompensas.
Por otro lado, habría que destacar el ipet-sut (harén), el espacio destinado a la esposa real, esposas secundarias (fruto de alianzas con reyes extranjeros) y los hijos del faraón.
Igualmente, hay que señalar que dentro del palacio pasarían muchas horas el servicio más cercano de la familia, como: los coperos, los peluqueros, los hijos de los funcionarios, las nodrizas o los preceptores/profesores de los hijos del faraón
La hija del faraón hereje, D.XVIII, 1352-1336 a.C. (Arenisca)
Una de los periodos más interesantes del Antiguo Egipto fue el periodo conocido como Amarniense (D.XVIII). Cuando el faraón Ajenatón decidió renovar toda la base religiosa y política de Egipto para terminar con la acumulación de poder del clero de Amón. Para ello, impuso por primera vez en la historia de Egipto el monoteísmo centrado en el dios solar Atón y, por otro lado, fundó una nueva capital, Ajetatón (Tell el-Amarna).
Gracias a esta capital, situada en el Egipto Medio, poseemos mucha información de cómo se configuraba una capital y cómo eran los palacios reales. Pues es, prácticamente la única capital que se ha conservado del Antiguo Egipto, debido a que una vez muerto el faraón la ciudad se abandonó, no se volvió a poblar y dicha etapa fue olvidada.
Pero, gracias a la arqueología, la etapa amarniense volvió a la vida y hemos podido conservar piezas como el relieve que se expone en esta exposición. En el cual, se representa a una hija de Ajenatón y Nefertiti, sosteniendo un sistro, un instrumento musical (sonajero) que se utilizaba para danzas rituales.
Senenmut, el preceptor más querido de la faraona Hatshepsut. Escultura de Sennmut y Neferura, D.XVIII, 1472-1458 a.C. (Granodiorita)
Fue uno de los hombres más poderosos del reinado de Hatsehpsut, pues desde que entró en la corte poco a poco fue acumulando poder. Hecho demostrable en la cantidad de títulos que llegó a albergar en su persona, aproximadamente unos noventa y dos títulos: Gobernador de la Casa, Mayordomo de la Casa de Amón, Sumo Sacerdote de Amón, Administrador de los bienes de la Hija Real, Arquitecto Real…
Fue el hombre de confianza de la reina, el responsable de edificaciones como el imponente templo de Deir el-Bahari y el preceptor de la princesa Neferura. De ahí que se hiciese representar en un total de veinticinco esculturas con la princesa, cabe suponer que con el objetivo de enfatizar sus lazos con la familia real y en concreto con la princesa. Pues en todas ellas, la princesa aparece en el regazo de su preceptor, casi en señal de protección.
Todo ello y algunos graffitis eróticos” hallados en las inmediaciones de Deir el-Bahari, han hecho pensar que en realidad Senenmut fuera amante de la reina.
Las relaciones internacionales
En el Antiguo Egipto (sobre todo en el R. Nuevo) observamos un mundo de total madurez político-administrativa, con unas relaciones diplomáticas reguladas por una serie de normas de conducta que mantenían el equilibrio de poder entre los grandes Estados y los Estados vasallos. Siempre realizada en nombre de los reyes mediante un emisario o representante.
En función del estatus de poder en el marco político, las relaciones eran diferentes:
– Entre iguales: se desarrolló un trato de fraternidad, de “hermanos” o “colega”. Sin embargo, cuando había una diferencia de edad entre los reyes se asumía una relación paterno-filial, de forma que se trataran de “padre” e “hijo”.
A todo esto se suma los enlaces matrimoniales, que requerían de largas negociaciones y a pesar de que era entre iguales, parece ser que Egipto tenía cierta superioridad. Pues la corte egipcia nunca entregaba princesas egipcias, es más, las princesas extranjeras entregadas a Egipto nunca eran Esposa Real, eran secundarias.
– Entre desiguales: el pequeño rey trataba al gran rey de “señor” y se declaraba su “súbdito”. En este caso, también se daban enlaces matrimoniales pero con una negociación totalmente distinta y en la que el reyezuelo debía acceder sin propuestas.
En el caso de Egipto el faraón pedía al vasallo que le enviaran una princesa junto con la dote correspondiente (fijada por el señor) y ésta pasaba a formar parte del harén real.
Por otra parte, debe destacarse la gran cantidad de enfrentamientos bélicos que se desarrollaron en este ámbito. Los cuales, no se dieron de forma de descontrolada, sino todo lo contrario, pues existían una serie de reglas que articulaban todo el proceso bélico que debían ser aceptadas y cumplidas por aquellos que se enfrentasen.
También, cuando hablamos de guerra, tenemos que diferenciar entre varios tipos de conflictos en función de los intereses que se tengan:
– Conquista de territorio: el objetivo era acceder a rutas comerciales para poder obtener materias primas.
– Frenar el avance de un Estado que es peligroso porque se estaba fortaleciendo.
– Demostrar el poder del rey: en este tipo de guerras o más bien escaramuzas.
La muerte de un faraón
La muerte de la máxima autoridad, suponía el fin de un ciclo (los egipcios medía el tiempo de forma cíclica y en función de los reinados) y el fin del orden que personificaba el faraón. Por tanto, daba lugar a periodo de inestabilidad y desorden, hasta que el trono volvía a ser ocupado y se restauraba el equlibrio.
Una vez muerto, el espíritu iniciaba un viaje lleno de peligros por el más allá, por eso se les suministraba amuletos, fórmulas…para luchar contra los elementos malignos y así llegar a los campos de Osiris.
Pero para llegar a dicho paraíso, primero había que superar el juicio de Osiris. El cual, consistía en pesar en una balanza el corazón del difunto con la pluma de Maat. Si la balanza quedaba equilibrada era conducido junto a Osiris a su reino y si no era superado, el corazón era devorado por el monstruo Ammut y la persona desaparecía.
Igualmente, para ayudar al faraón en su periplo hacia la nueva vida, se construía una gran tumba[13] cuya función era acoger su cuerpo y darle todo aquello que pudiera necesitar en su otra vida, el ajuar y textos mágicos
Las estructuras de estas edificaciones fueron variando a lo largo de la historia. Así para el Reino Antiguo y Medio tenemos las pirámides, pero para el R.Nuevo las tumbas pasaron a ser excavadas en el Valle de los Reyes con el objetivo de ocultarlas y evitar el expolio. A pesar de ello, todas acabaron siendo saqueadas.
Diseño museográfico y otras actividades
Cuando entramos en la exposición lo que más destaca es su línea museográfica oscura y la luz tenue, cuyo objetivo posiblemente sea acentuar el halo de misterio y enigmático que caracteriza a esta cultura. Y a su vez, que nos adentremos en dicho mundo.
El recorrido se compone de paneles blancos que distinguen y explican lo básico de cada sección de la exposición y las piezas están acompañadas de cartelería oscura que también explica lo básico de cada una de ellas. Algunas con una información algo escasa (para que hagas uso del audioguía).
Todo ello se complementa con dos audiovisuales (uno interactivo para que pongas tu nombre en jeroglífico y otro que ofrece información sobre el mundo funerario) y un espacio educativo que recrea una tumba faraónica, para que los más pequeños disfruten y aprendan.
Tampoco hay que olvidar el ciclo de seis conferencias que acompaña a la exposición hasta que termine en enero.
En definitiva, Faraón. Rey de Egipto es una exposición que merece la pena visitar. Aún así, en mi opinión lo único que le falta a ésta es un espacio o una conferencia dedicada a las mujeres que ejercieron el poder, ya fuera como faraones o como reinas (quizás se deba a la escasa representación de piezas sobre ellas en la exposición).Figuras como Hetheperes, Tetisheri, Hashepsut, Nefertiti, Cleopatra…No pueden pasar desapercibidas dentro de la historia del Antiguo Egipto ni en una exposición como esta.
Referencias
https://caixaforum.es/MADRID/fichaexposicion?entryId=540305
https://anthropologies.es/antiguo-egipto-museo-antropologico-madrid/
Portada: Elaboración de la autora. Fotografías extraídas de https://caixaforum.es/MADRID/fichaexposicion?entryId=540305.
El resto de fotografías y montajes están elaborados por la autora.
[1] Se va a utilizar el concepto de Estado a lo largo del artículo para una mejor comprensión, pero hay que dejar claro que los egipcios no tenían concepto de Estado como el que tenemos nosotros. Es un concepto actual que aplicamos al pasado.
[2] En la tumba 100 del cementerio de Abidos (Nagada II), se observa parte de la iconografía más representativa de la figura del faraón, el sometimiento de enemigos, escena que se repetirá durante toda la historia de Egipto
[3] Actualmente se debate si la unificación se tuvo lugar con Narmer o anteriormente con Menes ,si ambos son la misma persona e incluso si la figura de éste realmente fue real y no una figura “mitológica”. Lo que sí está claro es que en la Lista de Real de Abido, el canon Turín el primer faraón es denominado Meni/Mina y Menes en la lista real de Manetón.
[4] Comúnmente las paletas eran piezas que se utilizaban para machar pigmentos o mezclar ungüentos. En este caso, la de Narmer forma parte de una pieza de ajuar. Sería una pieza votiva, que quizás conmemorase la unificación.
[5] Catucho o shenu era el símbolo ovalado en el que se introducía el nombre del faraón. Se trata de un símbolo solar que deriva del anillo shen, “todo lo que rodea al sol”, y que acabaría siendo una cuerda anudada en uno de sus lados, conteniendo el nombre del gobernante y como elemento protector.
[6] Es representada como una diosa pluma en la cabeza.
[7] Diosa del hogar y de la guerra.
[8] Narra como el dios Amón adoptó la forma de su padre para mantener relaciones sexuales y engendrarla aella.
[9] La gente solo tenía acceso a la deidad en las fiestas y procesiones realizadas en su honor, como la Fiesta del Valle o Fiesta de Opet.
[10] En algunas épocas (los periodos intermedios) poseerán una mayor autonomía.
[11] El aprendizaje se realizaba sobre ostraca (fragmento de caliza) o palimpsesto (papiro reutilizado).
[12] La escritura o Medou Netjer (Palabra de dioses) en Egipto estaba formada por tres tipos: el jeroglífico (textos oficiales y religiosos), el hierático ( una forma abreviada de la primera que se utilizaba para textos administrativos ) y por último el demótico (S.XII a.C. para documentos legales y administrativos).
[13] Las tumbas se empezaban a construir al principio de su reinado para que estuviese terminada para cuando muriese.
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