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Rodolfo Padilla Sánchez

Rodolfo Padilla Sánchez

Nubes de piedra es el último y, a la vez, el primer libro de Ángel Olgoso, escritor granadino maestro del relato corto, donde nos invita a participar en esta fiesta de la imaginación para acceder a realidades alternativas que nos alejen de la aburrida cotidianeidad durante su lectura, donde podremos viajar lejos sin movernos del asiento, conocer burlonas criaturas mitológicas o cambiar el curso del Antiguo Testamento.

Cuando nos acercamos a un libro, a un relato, a cualquier texto de Ángel Olgoso conviene dejar de lado todo lo que creemos conocer de la realidad, abandonar los prejuicios sobre lo que es posible o imposible y estar dispuestos a sumergirnos en un torrente imparable de imaginación que derribe los muros del aburrimiento cotidiano, la monotonía y nos preste unos ojos nuevos con los que mirar el mundo con fascinación.

Para quien no conozca a Ángel Olgoso (Cúllar Vega, 1961), es un escritor granadino, maestro del relato y llamado a ser –suponiendo que no lo sea ya– un clásico del género breve. Así lo podemos atestiguar en libros como Cuentos de otro mundo, Los demonios del lugar, Astrolabio, La máquina de languidecer, Los líquenes del sueño, Breviario negro y Bestiario, aunque esa misma calidad literaria se puede comprobar también en sus misceláneas como la más reciente Un unicornio fuera de su tapiz, así como la treintena de premios entre los que cabría destacar los Premios Andalucía de la Crítica 2014 con Las frutas de la luna y 2022 con Devoraluces. Es, además, fundador y Rector del Institutm Pataphysicum Granatensis, miembro de la Academia de las Buenas Letras de Granada y de la Amateur Mendicant Society de estudios holmesianos.

Nubes de piedra (Fagus Editorial, 2023) es su último libro publicado, aunque se trata de sus primeros relatos, concebidos entre los diecisiete y veintidós años, donde ya queda constatada su voz, su estilo original y claramente reconocible, de una prosa barroca en narraciones breves, precisa como el trabajo de un artesano de la taracea, con momentos de humor negro e incorrección política como ese abrecartas en forma de pene aplastado por botines feministas de «El Club de los Novecientos Flautistas», o la Guerra Mundial entre sexos de «La carga de la brigada ligera», que contrastan con los valores del buenismo que empieza a imponerse en una sociedad que denota la crisis del pensamiento crítico. Nubes de piedra es un ejercicio de libertad creativa absoluta, lleno de momentos surrealistas como en «Pulstar», con relatos cargados de humor negro, pero donde conviven la belleza expresiva y poética que se manifiesta, sobre todo, en «Prímula veris», cuya descripción del amor hacia la Clara real lleva a preguntarse si es la misma ideal e inexistente de «34 historias de amor». Al navegar entre sus páginas llegamos a pensar que es factible ver un cemento de cristal, como en «Fotografías movidas», o partirle una pierna a la lluvia para que no corra detrás de nosotros, como en «In extremis», incluso sumergirnos en un viaje hacia China sin siquiera movernos del asiento, sólo llevados de la mano del relato y todas sus posibilidades, donde podemos asaltar a los turistas o convertirnos en uno de ellos; podemos descubrir nuevas y burlonas criaturas mitológicas o concatenar historias brutales y divertidas, agudas como la punta de un pez espada («Látigo») o relatos que pueden ser a la vez infinitos y minúsculos en medio de un desierto inabarcable («Dunas»).

Mención aparte merecen sus títulos, sorprendentes también en otros libros del autor, algunos de los cuales no parecen tener una relación directa con el contenido del relato, así «El libro de batir de palmas de las medusas» o «La boca como el orificio hambriento de una máquina desagradable» y, sin embargo, son un complemento, un perfecto broche inicial que esconde una historia en sí misma.

Quedarse con un relato es difícil y la siguiente apreciación responde sólo a mi criterio e interpretación personal, pero por la profundidad de su significado y contenido son de una fuerza especial «Alternativa», «La flor blindada» y «Animales sueltos». Jugar con el Antiguo Testamento y con las historias moralizantes que han llegado hasta nosotros a través de la tradición cristiana parece un acto de transgresión, de invertir los valores que hemos asumido del Bien y del Mal o incluso del Dios justo y bondadoso que rechaza la ofrenda de Caín porque en realidad es caprichoso y prefiere los animales que le sacrificaba Abel. También, inventar una flor de mineral con la que fabricar armas que, al plantarlas, dan origen a nuevas flores blindadas, juntar la belleza de una flor con la finalidad guerrera de una espada es enfrentar términos y objetivos contrarios, darles un nuevo sentido para caminar en consonancia, como si apreciáramos las dos caras de una misma moneda. Por último, la concepción del Homo Sapiens como un animal salvaje cargado de imposturas, capaz de actos crueles y de mentiras resguardado del cargo de conciencia con el bálsamo atenuante de la indiferencia.

Nubes de piedra es un desafío constante para la imaginación, una puerta de entrada –acaso sin retorno– a escenarios y situaciones prodigiosos que rompen el hastío cotidiano para proporcionarnos abundantes momentos de felicidad lectora junto con las maravillosas ilustraciones de la poeta, artista y divulgadora cultural Marina Tapia.

Sin duda, siguiendo la propuesta del prologuista de esta edición José Luis Gärtner, sería necesario que Ángel Olgoso escribiera esos seis mil trescientos relatos que faltan hasta siete mil.

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