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Transgéneros y transexuales[1], modificaciones quirúrgicas y construcciones de cuerpos sexuados ideales[2], teoría queer y ciberfeminismo[3]… echando atrás una mirada comparativa me percato con mayor claridad de mi apuesta por la crítica y la subversión inherentes al postmodernismo feminista. No obstante, aquellxs que por vez primera se encuentren con exposiciones y cuestiones como las anteriormente nombradas, quizás se extrañen al pensar que tienen que ver con el feminismo, ni aun remotamente. Diré que las ideologías y movimientos feministas cobijan en mayor o menor medida un amplio espectro de posicionamientos y propuestas, que a lo largo de los siglos, desde Poulain de la Barre, se han incrementado y modificado… aunque, ¿quién fue Poulain de la Barre?

Recientemente he leído una de sus obras, concretamente «De la Educación de las Damas para la formación del espíritu en las ciencias y en las costumbres»[4], una traducción de Ana Amorós Puente basada en «De l’Education des Dames pour la conduite de l’esprit dans les sciences et dans les moeurs», obra original de François Poulain de la Barre cuya primera edición, en Jean du Puis en París, acaeció en 1674. ¿Quién fue este hombre, y por qué algunxs estudiosxs le consideran precursor o iniciador del feminismo prístino como movimiento ideológico?

ima1Me parece conveniente difundir su valor como autor, dada la importancia de la intertextualidad y de trazar y conocer las genealogías del conocimiento, y es que el estado actual de las cosas es resultado de procesos de transformaciones y/o pervivencias de su estado pretérito. En este sentido se vuelve trascendente poseer nociones del pasado útiles para comprender el presente, el cual contiene siempre reminiscencias y alusiones, repeticiones y presupuestos, reacciones y continuidades de otros tiempos. Es por ello que estudiar a Poulain de la Barre, pese a que éste publicase su obra durante finales del tercer cuarto del siglo XVII, me ha parecido relevante, en tanto que hombre premoderno que esgrimiría por vez primera argumentos racionales, basados en Descartes, para defender la igualdad intelectual de los sexos, creencia sustentada entre otras cuestiones en su acceso a los salones preciosistas barrocos de la época, contribuyendo de este modo a cimentar y dar forma al futuro movimiento feminista.

Además, me concienciaron sobre la magnitud que la actividad educadora posee como instancia socializadora y constructora de formas concretas de ciudadanía, insertando en culturas y sociedades complejas a individuxs que a la vez, mediante la reproducción y/o alteración, darán forma a esa realidad en la que participan. La educación se vuelve punto de partida en la construcción de actorxs sociales y punto de culminación o conquista del cambio. Siendo así, la lectura de «De la Educación de las Damas» reviste de importancia el acceso a formación igualitaria, cuestión que cuenta, como todxs sabemos, con amplia tradición como objeto de debate filosófico y político. Sin embargo la discusión nunca se agota,  puesto que no nos son ajenas las propuestas actuales de regresión a la imposición de educación segregada por sexos. La obra contiene un mensaje de igualdad extensiva al ámbito formativo que a su vez originará torsiones en los postulados vigentes referidos a cualquier otra distinción entre los sexos-géneros.

Por un lado, Poulain de la Barre hace uso de argumentos ilustrados y racionales palpables en su ensalzamiento de la educación como clave para el cambio hacia la igualdad y el progreso, su entendimiento de la instrucción como parte fundamental del desarrollo de la individualidad y el alcance de la felicidad, su apuesta por el conocimiento directo y experimental en lugar de a través de los clásicos y las autoridades, su filosofía de cuestionamiento crítico hacia los prejuicios heredados, y la actualidad de que aún gozan algunos de sus fundamentos racionales. Y, por otro, el feminismo es deudor de este autor por el antipatriarcalismo de su discurso, por su negación de la inferioridad biológica natural femenina, por su creencia en la igualdad sexual en cuanto a la posesión de capacidad de razonamiento, por su reivindicación educativa para todo el pueblo incluyendo a las mujeres, y por promulgar lo necesario de la ampliación de la libertad de la mujer, así como por su influencia en figuras clave posteriores que encontraron en él un padrino ideológico, y su fundamentación teórica sólida para futuros proyectos vindicativos (Poulain de la Barre, 1993:33-42).ima2

Así pues, a lo largo de «De la Educación de las Damas» se asiste a la materialización de todo este ideario, en apariencia tan actual, pero que brota ya en los albores de la Ilustración. Sin lugar a duda, me resulta asombroso, como lectorx del siglo XXI, encontrar en 1674 un abanderado tal de la igualdad de los géneros, un promotor tan temprano de la trayectoria feminista, un transgresor racional del sistema patriarcal de su época, un interés honesto en la alineación feminismo-Ilustración. No obstante, y como parece lógico pensar, abordando su texto desde un punto de vista actual, la igualdad promovida por Poulain de la Barre manifiesta algunas limitaciones, y otras tantas ambigüedades.

Bien cierto es que el autor parece implícitamente consciente de que la progresiva liberación de las mujeres ante los mandatos patriarcales es un indicador de la aproximación a sociedades más determinadas por la justicia social, la calidad civilizatoria, la igualdad y la libertad (Poulain de la Barre, 1993:9,22, 28-30), al igual que parece sabedor de que un proyecto emancipatorio tal no podría desarrollarse sin una fundamentación teórica fuertemente sustentada en el pensamiento ilustrado. Como cartesiano es defensor de la razón y reniega de los prejuicios que mantienen al pensamiento hegemónico ligado a la ancestralidad (Poulain de la Barre, 1993:12-13), articulando,  probablemente sin sospechar su alcance, una argumentación que pese a verse frenada en numerosas ocasiones venideras aportaría fortaleza al núcleo duro  de la futura defensa de los derechos de las mujeres.

Él se manifiesta en contra de todos los prejuicios por no estar basados en la razón, y aunque «De la Educación de las Damas» gira en torno a la educación, insiste en que si es posible falsar las teorías vigentes acerca de la incapacitación femenina para el saber, es posible demostrar la falsedad de cualquier otra, otorgando no obstante a las relacionadas con la desigualdad entre lxs seres humanxs y concretamente entre los sexos un papel trascendental. La sujeción a la opinión, por oposición a la ciencia, esclaviza el espíritu (Poulain de la Barre, 1993:15). Y si éste funciona de manera distinta al cuerpo, no encuentra en las diferencias anatómicas masculinas y femeninas razón alguna para conferirles desiguales aptitudes, tal es su filosofía, como me señaló Gemma Vicente Arregui el uno de diciembre de 2014 en su clase de «Historia y Feminismos» y confirma Celia Amorós Puente (Poulain de la Barre, 1993:30). De este modo, aunque Poulain de la Barre se centre en las actividades formativas, echándose en falta su implicación en áreas que en el presente se nos antojan vitales, es posible extender su crítica a otras muchas dimensiones en las que si bien no profundiza, destaca su importancia y abre el debate, especialmente el concerniente a lo político, remarcando que la pervivencia del prejuicio no es debida sino al arraigo de intereses (Poulain de la Barre, 1993:16).

Poulain de la Barre combate pues las desigualdades contra las mujeres y descubre el carácter mítico de algunas de sus diferencias inherentes que los varones les han atribuido y que todxs, hombres y mujeres, reproducen, dada la fuerza de su arraigo moral y emocional, que es probablemente el obstáculo más difícil de sortear (Poulain de la Barre, 1993:17-19). Sin embargo, sí parece asumir determinadas distinciones entre uno y otro sexo, y las praxis que de ello pueden derivarse. Algunas de estas diferenciaciones no resultarían favorables ni justas, si bien otras sí. Admite la belleza, la delicadeza, la amabilidad, la habilidad de seducción y otros tantos atributos que la estereotipia asigna a las mujeres y los imaginarios colectivos mantienen, a la vez que confía en ellas como, al haberse visto privadas de educación, libres de algunos de los prejuicios de más difícil deconstrucción, siendo así potencialmente ideales para una reconstrucción del saber racional. Quizás por ello Celia Amorós Puente localice en su discurso tanto feminismo de la igualdad como de la diferencia (Poulain de la Barre, 1993:20).

Probablemente hoy sustituiríamos por género algunas de las nociones que el autor asocia al sexo, cuestionaríamos su masculinización o feminización de rasgos de la personalidad no relacionados con el saber, y podríamos ser críticos con el heterosexismo latente en muchos de sus planteamientos. Pero incluso él mismo como escritor, a través de su alter ego Estasímaco, admite humildemente que los prejuicios pueden nublar su raciocinio (Poulain de la Barre, 1993:63) y actuar en contra de sus propias aspiraciones igualitarias. Y esta honestidad, a mi parecer, guarda relación con importantes cualidades en un teórico, tales como la capacidad de extrañamiento ante lo que nos resulta mundano para observarlo de un modo menos etnocéntrico, y por tanto la capacidad para la reflexividad en tanto que aceptamos que el modo en que fuimos educadxs condiciona nuestra concepción del mundo, siendo preciso un esfuerzo por superar nuestro punto de partida para elevar la mirada y apostar por nuevos retos dignos y justos (Poulain de la Barre, 1993:170).

Y lo que me parece de mayor importancia: Poulain de la Barre dirige estos esfuerzos a la edificación de un mundo donde la felicidad y la virtud tengan mayor cabida, donde «pensar bien, hablar bien y vivir bien» (Poulain de la Barre, 1993:172). Así pues, valoro notablemente la contribución de este filósofo al ideario de la igualdad, sus planteamientos democráticos que hoy hemos integrado en la definición de ciudadanía, su lucha abierta contra los prejuicios discriminatorios, el potencial agitador y subversivo de su afán por pensar libre y críticamente, y perdono sus limitaciones porque creo que, de vivir hoy en día, las admitiría porque «los que sienten por la verdad un amor puro y sincero (…) la buscan por todas partes y la encuentran por todas partes» (Poulain de la Barre, 1993:190).

Salmacis Ávila

Referencias

[1] https://anthropologies.es/andreja-pejic-de-transgenero-a-mujer/, a fecha 14/01/2015.

[2] Consultado en https://anthropologies.es/construyendo-cuerpos-penes-estirados-y-vaginas-contraidas/, a fecha 14/01/2015.

[3] Consultado en https://anthropologies.es/tecnocuerpos-injertos-identitarios-y-sexualidades-mas-alla-del-2-0/, a fecha 14/01/2015.

[4] Poulain de la Barre, François (1993). De la Educación de las Damas para la formación del espíritu en las ciencias y en las costumbres, Ed. Cátedra, Madrid.

http://enfilade18thc.files.wordpress.com/2012/09/labille_guiard.jpg

https://s3.amazonaws.com/ksr/projects/10623/photo-main.jpg?1397758567

http://www.quiapeurdufeminisme.fr/wordpress/wp-content/uploads/2011/05/trophime-bigot-vanite.jpg

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