Pamela Palenciano (Blog, Facebook) es una mujer fuerte, directa y clara que con su monólogo “No sólo duelen los golpes” cuenta su propia historia personal de cómo el machismo cambió su vida. En sus monólogos, los espectadores ríen y lloran casi a partes iguales, porque lo que cuenta está cargado de verdad y de reflexiones necesarias sobre la posición actual de la mujer, y cómo se nos enseña a ser de una determinada manera en función de nuestro género.
Desde Anthropologies estamos encantados de contar con sus palabras para repensar nuestro sistema social y poner sobre la mesa todo aquello que pasa desapercibido y que tanto nos condiciona como seres sexuados.
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Empezaremos por el principio, ¿de dónde surge la idea de hacer un monólogo para contar tu historia? ¿es parte de tu terapia o solo una forma de poner la situación a la gente delante de los ojos?
La historia de contar el monólogo fue parte de una terapia, esto no empezó siendo un monólogo, esto empezó por una catarsis que hice en terapia donde una psicóloga me aconsejó que yo contara esto “pa fuera” porque estaba demasiado imputada con lo que yo escuchaba de mi de otras mujeres. Yo, en ese momento, estudiaba comunicación audiovisual y me propuso que una forma artística de sacarlo podía ser una exposición de fotos, porque a mi antes la fotografía me gustaba mucho, me apasionaba y empecé por ahí.
Esa exposición de fotos fue en la facultad, un profesor de la Universidad me propone sacar alguna de las fotos que estaba haciendo para el 25 de Noviembre (Día Internacional contra la Violencia Machista). A mí se me hace un mundo cuando me propone que cuente en el aula magna porqué he hecho esas fotos. Esas fotos eran 82 en un principio y luego se quedaron en 46 y en la exposición saqué sólo 12, no había dinero para más. Se me hace un mundo tener que explicar durante 12 minutos porqué hacía las fotos.
Entre el público había una profesora que se llama Rosa, que es de un pueblo de Málaga que se llama Torrox, de un instituto, y me propone que le cuente a su alumnado de 4º de la ESO, de un aula nada más, el porqué de las fotos. A mí me da mucho miedo dar ese paso, pero lo doy, y ese día tardo media hora en contar mi historia sin romperme a llorar. Y así empieza el proyecto: como una exposición de fotos, después un taller y desde hace 4 años, casi 5 ya, un monólogo; porque descubrí el teatro en El Salvador y encontré mucha más cercanía al poder recordar las cosas desde el teatro y no desde un taller o exponerme yo tanto, si no entrar y salir de los personajes en el recuerdo.
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El humor está muy presente en tus monólogos, ante un tema tan duro como el que tratas, ¿crees que es más fácil llegar a la gente así?
Encontré en el humor una herramienta fácil de digerir para mí y para el público. Cansada ya de que la gente negara lo innegable frente a los estereotipos de género y la construcción social del género, encontré en el humor la manera de llegar a la reflexión a través de la risa. Reírme de las situaciones más cotidianas y llevarlas a al extremo. Pero claro es un humor feminista, que está hecho con sarcasmo, con ironía, con picardía, con varios tintes que tratan de darle la vuelta a la situación contando chistes con estereotipos pero al revés: siempre las mujeres hemos sido el centro del chiste, por eso, darle la vuelta y colocar a lo masculino y al patriarcado. El humor ha sido lo más fácil para mí y para el público para digerir esta historia.
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Es evidente que tienes una gran formación en técnicas teatrales, pero tus personajes están llenos de verdad, no suponen una máscara a tu dolor, ¿cómo puede ayudar el jodorowsky teatro a exteriorizar historias?
No sé si tengo una gran formación, depende de cómo se leyera en el contexto europeo. Yo aprendí a hacer teatro en El Salvador, en un taller donde no me fue bien, con un maestro que abusó de mí, un maestro de teatro que abusó sexualmente de mí. Quise dejar el teatro, porque dije: si el teatro es que te toquen o que te peguen no lo voy a hacer. Hice un par de cursos de clown y de teatro del oprimido.
Pero con quien me formé, fue con mi grupo de teatro. Empezando por mi cuñada que es directora y actriz del Teatro del Azoro aquí en El Salvador, y con mis compañeros Alicia Chon, Paula Miranda y Luis Ferpeto que formamos la compañía Teatro del Azoro.
Yo fui aprendiendo casi que en las tablas, no es que tenga una gran formación, lo que me ha dado la formación creo que ha sido el contacto con el alumnado, el hacer tantos talleres.
El teatro es la herramienta más potente, más que la fotografía, incluso más que escribir (aunque escribir para mí es una catarsis muy grande); pero el teatro te hace una terapia más profunda. Incluso hay actos psicomágicos de Jodorowsky, y de otros terapeutas que hacen cosas, como las constelaciones familiares que son terapeúticas, pero que se parecen al teatro.
Para mí el teatro en si, como profesión, es una gran exorcización de la rabia y del dolor.
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Otro de los temas centrales de tu obra son los micromoachismos, en tu discurso se ponen de manifiesto muchos detalles importantes que para muchos pasan desapercibidos, ¿crees que son el arma más fuerte del sistema heteropatriarcal actual?
Mucha gente ha catalogado a “No solo duelen los golpes” como un monólogo de micromachismos, porque el título te invita a hablar de las otras formas de violencia que no son los golpes, eso es cierto.
Yo hasta hace 1 año utilizaba también la palabra micromachismo, hablaba de esos pequeños machismos que no se ven. Pero hace un año, reflexionando con la gente, que me ayuda durante y después del monólogo, me di cuenta de que la palabra micromachismo está mal empleada, porque una cosa que te hace mucho daño no puede ser algo pequeño.
Si consideramos micromachismo el silencio de los hombres cuando se les pregunta “¿qué te pasa?” y contestan “nada” cuando están enojados, si consideramos micromachismo que por construcción masculina los hombres no tomen iniciativa en cuanto al compromiso en una relación, con tareas del cuidado sobretodo, con cuidado a las criaturas y a la relación. Si tomamos todo esto como micromachismo, cuando lo sufres y lo padeces, duele muchísimo, por lo tanto, no puede ser algo micro.
Esos machismos cotidianos, no llevados al extremo del golpe, pueden matarte en vida cuando se reiteran. Lo importante es que los hombres no lo ejerzan, y que nosotras aprendamos a detectarlo y a ya, de una puñetera vez, no estar dispuestas a tragar todo. Lo que hay detrás de esta historia es el tema de la construcción social del amor romántico, que te lleva a ese: “me lo trago todo, espero que cambie, ya pasará” y eso nos lleva al dolor tan grande que nos lleva.
El arma más fuerte del sistema heteropatriarcal actual es que el patriarcado se ha modificado, sobre todo en sociedades occidentales. Se ha vuelto sutil y más revenido y eso acojona más.
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¿Cómo ves la sociedad occidental actual con respecto a la de hace unos años? ¿estamos avanzando en el terreno de la igualdad?
Si me pongo negativa en plan radical diría: “no veo nada”, pero me estoy abriendo a ver que si hay un cambio muy positivo. Este cambio ha sido el hablar de este tema.
Las feministas hemos luchado mucho, cada una desde donde ha podido, para que esto se visibilice. Nuestra lucha siempre ha sido hacia fuera: conseguir leyes, conseguir derechos, en el trabajo, en el espacio público. Ahora es una lucha de pelear por nuestros derechos hacia dentro, en el ámbito privado (la pareja), donde nadie supuestamente se mete.
Hay un avance de hablarlo más, de que haya más leyes y posibilidades de información, sobre todo en la sociedad occidental; pero creo que el cambio total no se logra porque la mirada está puesta hacia las mujeres en todo. No hay una mirada hacia los hombres, no son el centro de la preocupación. Se dice: “cada vez son más niñas las que se dejan maltratar por el novio” y la reflexión correcta sería: “cada vez hay más niños jóvenes que maltratan a su pareja por el simple hecho de ser mujeres y sienten que son de su propiedad”. Si a todo eso le diéramos la vuelta a la mirada hacia lo masculino veríamos que el cambio sí es posible, pero mientras sigamos pensando que las mujeres no avanzamos, peleamos entre nosotras…. No avanzaremos.
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Estás muy en contacto con América Latina, ¿Qué diferencias existen entre España y esta zona? ¿la globalización nos ha igualado también en machismos?
Te hablo desde El Salvador, Centroamérica, tomándome un café (risas). Hemos venido por un mes y medio a este país donde vivimos 8 años y del que tuvimos que salir por la misma situación de violencia.
Es incomparable el nivel de feminicidio de este lado a España. En este lado el nivel de feminicidio corresponde con el nivel de homicidios día tras día.
Hablando de globalización, hay mucha influencia europea aquí. Hablando de El Salvador, la Ley Integral de Violencia, es copiada de la española, la colonización nuestra es permanente en muchas cosas.
Se está llegando a lo sutil, pero aquí el machismo es mucho más evidente y explícito, y eso, a la hora de trabajar, es más fácil. Donde se está convirtiendo en sutil es en las clases medias, entre los bohemios, intelectualoides, artistas… es donde está llegando la corriente de que las mujeres hemos avanzado, que no estamos en la misma posición que antes.
Pero las cifras de abuso sexual, violaciones, embarazos en adolescentes (porque no hay derecho al aborto) son muy distintas a España. Aun así, la raíz es la misma, se transforma según el contexto cultural e histórico de cada país.
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Existe un discurso bastante extendido que asegura que las mujeres nos aprovechamos de las leyes de igualdad ¿qué opinas?
Este discurso es la resistencia patriarcal de hombres y mujeres, sobre todo de hombres, a querer moverse del lugar de privilegio. Es como si dijéramos (bueno, también lo decimos) que los migrantes se aprovechan de las leyes para obtener beneficios y hacerse las víctimas.
Quien está en el poder y tiene los privilegios no quiere moverse, entonces dice que los de abajo se quieren aprovechar para ocupar el lugar que les corresponde por justicia y por derecho.
Parece mentira que por robo nunca hay denuncias falsas, cuando yo misma las he hecho, yo he denunciado robo dos veces falsamente; pero por violencia machistas parece que hay una cantidad terrible de denuncias falsas. Todo el mundo conoce a alguien en su familia que denunció pero era mentira, porque el hermano/primo era súper buena persona. Es terrible, debería de haber millones de mujeres mentirosas en el universo.
Lo que ocurre en el 0.006% (la cifra la da la fiscalía) de denuncias falsas, algunas han sido puestas por mujeres con problemas mentales. Esto sale como que esto somos todas.
Es la resistencia a querer cambiar, es mejor decir que cuando las mujeres exigimos nuestros derechos y aprendemos a decir que no, que se acabó la fiesta de aguantar y esperar al cambio, somos todas unas locas histéricas que nos queremos aprovechar de las leyes. Me parece una gran mentira que están llevando como forma de leyenda urbana cada vez más gente.
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¿Qué cambios sociales, políticos y económicos crees que hacen falta para cambiar la situación de las mujeres? ¿Qué medidas concretas se pueden tomar?
Qué pregunta más profunda, me da miedo contestarte porque estoy lejana al mundo del poder político donde se diseñan las estructuras de leyes y campañas para transformar el universo.
Yo creo que lo que hay que hacer ahora ya es urgente, poner la mirada en lo hombres, que los hombres asuman de una puñetera vez su responsabilidad en esta historia, que asuman que son la mitad de la población, construidos como sexo masculino, incluso hombres de otras identidades sexuales, pero que son construidos como hombres. Que asuman de verdad su responsabilidad, pero no de boca. Creo que tienen que pronunciarse y exigir, ellos también, cosas frente a quien hay que exigirlo.
Creo también, que la revolución principal está en uno mismo y en una misma, ósea que el cambio interior, de revelarse frente al estado, en lugar de esperar que el estado ponga leyes y nos de medidas para que las cosas cambien. Que el cambio esté dentro de ti. Asumir el lugar de poder que ocupamos cada persona en el mundo, qué privilegios tenemos y asumirlos de verdad, diciéndolo y haciéndonos cargo de ese lugar, para dejar de decir que el otro es el malo y yo soy muy bueno.
Es fundamental, se ha esperado mucho hacia fuera, llevamos muchos siglos de lucha hacia fuera, de transformaciones hacia fuera. Vivimos en una cultura muy individualista, muy de primero yo, luego yo y después yo. Ojala que ese yo sirva para decir: “yo tengo que cambiar primero antes que nadie”.
Las medidas concretas tiene que ser por parte de cada quien. Si hay un presidente o presidenta del gobierno, una directiva, un político o política, alguien que tenga poder para transformar cosas dentro de una institución educativa, pase por revisarse a si mismo a la hora de educar, porque todos y todas somos referentes educativos para las criaturas. Que uno se revise y se mire y que no se quede todo en palabras.
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Acabas de terminar la temporada de No sólo duelen los golpes en El teatro del barrio en Lavapiés, ¿ahora qué? ¿cuáles son tus próximos proyectos?
La temporada de “No sólo duelen los golpes” en la península histérica es una temporada ya permanente, ya estoy cerrando fechas para septiembre. Estamos en El Salvador y volvemos a la península histérica en septiembre y estaremos de septiembre a junio en la misma línea.
El monólogo está demandando muchísimo trabajo, por primera vez se está abriendo en los teatros. El Teatro del Barrio me ha propuesto vernos en alguna otra fecha.
Mi idea es llegar a espacios donde no he llegado, a otros teatros, espacios donde no llegaría el público que llega a los institutos, que es donde normalmente trabajo. Los institutos están cada vez más encolados pidiendo el monólogo.
Yo quiero montar algo sobre maternidades, no sé si monólogo o algo con alguien. Tengo el título, sería: “No sólo duelen las contracciones”. Quiero hablar de lo que significa la maternidad en todas sus artistas, no sólo ser madre biológica o de corazón, o el tema del aborto, que para mi es fundamental también; si no cómo las mujeres somos construidas para ser “madres de”. Esa cosa maternal: “madres de nuestras madres” “madres de nuestras amigas” “madres de nuestras parejas”, esa cosa de la maternidad.
También me gustaría hacerlo desde el humor, desde ese punto sarcástico e irónico. Espero tener tiempo para montar este nuevo proyecto.
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Para terminar, ¿qué les dirías a todas esas jóvenes que ahora mismo están formando su identidad como mujeres y teniendo sus primeros contactos con el sistema de género?
Tengo a mi hija de 10 años que es la primera maestra mía. Mi hijo tiene 2 años, pero llegará un momento en el que le vea acercarse a ese modelo masculino. Seguramente les hablaré como les hablo ahora mismo.
Un ejemplo básico es: si tú te quieres poner tacones, eres libre de hacerlo, pero es importante que conozcas de dónde viene que a las mujeres nos hayan puesto tacones, como un signo de belleza y realce de nuestra figura a nivel estilístico. Viene una historia de colocarnos en un lugar que nos hace más vulnerables, porque estamos más vulnerables a caernos, más vulnerables a no poder correr, más vulnerables a caminar de una forma incómoda… si tú sabes todo eso y aun así te quieres poner los tacones, eres libre de hacerlo, pero la libertad te la da el que tú conozcas de dónde vienen las cosas. Cuando escuchas una canción de reggaetón o ves cualquier serie de televisión donde se realzan los estereotipos machistas, es importante que conozcas de dónde vienen, el inicio de esa historia.
La libertad se aprende ejerciéndola, no hay que coartar la libertad de nadie, y sobre todo aprender a que tú te preguntes a ti misma: “¿esto de verdad yo quiero hacerlo o lo hago porque sé que fulanito o fulanita, o mi grupo de colegas, me va a querer si lo hago?”. Eso sería una pregunta fundamental “¿por qué lo hago?” “¿de verdad siento el deseo de hacer esto, esta gilipollez?” “depilarme las axilas si soy una tía con 13 ó 14 años” “hablar mal de las mujeres con mis colegas porque soy un tío”… un poco por ahí.
Y con esta reflexión Pamela Palenciano nos deja ese gusto agridulce al final de la entrevista, de que existen cosas aún muy injustas y desiguales en nuestro mundo heteropatriarcal, pero sabiendo que hay personas como ella, capaces de llegarnos así de fácil y de hablarnos con esta claridad y sinceridad. Si todos tuviéramos un poquito de Pamela Palenciano esta sociedad nuestra sería menos negativamente compleja.
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