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Elena Toxica es una artista que a través de su obra nos obliga a reflexionar sobre la construcción de las identidades de género, nos pone sobre la mesa lo social de esta construcción enseñándonos otros modos de hacerlo.

Con su último trabajo: “Tomboys Marimachas Trans Bedesemeras. Versiones de la masculinidad femenina“ nos ha conquistado a todos los que estamos interesados en este mundo de las representaciones culturales del género.

Lo primero, ¿de dónde nace la idea de mostrarnos mujeres construyendo su masculinidad? ¿por qué era necesario hacerlo de esta manera?

Esto es algo que se viene haciendo desde los años 90, yo en este sentido no soy pionera, mi trabajo es un aporte desde el campo del arte que es donde yo estoy, yo soy artista visual.

En la actualidad tengo 48 años, cuando yo empecé a investigar sobre el tema de orientación sexual, hace ya bastante, no se hablaba nada de identidad de género y desde luego de masculinidad no se hablaba nada en absoluto. Yo lo descubrí a partir de los 30 años, hace ya casi 20, y lógicamente fue a través de las autoras Queer: Butler, Judith Halberstam, también españoles como Platero… toda esta gente que está trabajando en estos contextos de investigación, bastante pioneros para la sociedad en general, a lo mejor no para algunos circuitos sociales que están muy metidos, pero para la sociedad en general es súper pionero.

Yo cuando empecé a leer sobre el tema de identidad de género, me di cuenta de que había un montón de cosas que se atribuyen a orientación sexual que no tiene absolutamente nada que ver. La persona que me explicó realmente la diferencia entre estos dos términos (orientación sexual e identidad de género) fue Lucas Platero, con quien he tenido una amistad durante bastantes años, y hemos trabajado en varios de mis proyectos.

Lógicamente, de ahí, el trabajar sobre masculinidad femenina, dentro de esa idea me parecía esencial por el vacío inmenso, el eco tan grande. Por una parte el eco tan grande y por otra parte esa especie de reacción curiosa que observas en los hombres cuando habla una mujer de su propia masculinidad, de que no imposten su terreno.

Ambas motivaciones para mi han sido esenciales.

El trabajarlo así, dentro del medio artístico, era para crear icnografía visual, en un mundo representativo visual totalmente heteropatriarcal, donde, ya no solamente la mujer, si no la masculinidad femenina no se visualiza por ningún sitio. Era una pequeña aportación.

El hecho de hacerlo en formato de película, como una animación, porque mi trabajo artístico ha estado más desarrollado como proyectos de arte público con instituciones, ha sido precisamente para multiplicar por mil, o por lo que sea, ya veremos al final, su difusión.

Sí, porque al final estamos en ese mundo de lo visual, de las imágenes en movimiento. Parece que ahora mismo leer mucho es complicado para algunos públicos.

Bueno, las imágenes también implican lectura de imagen. Hacen falta unos conocimientos y estar alfabetizado de otra manera. Yo no reduzco el potencial intelectual de la imagen, frente al de un libro, son recursos diferente, pero desde luego que esta generación es netamente visual, aunque a lo mejor muchos no sean conscientes.

Estamos en un mundo lleno de etiquetas: bollera, trans, intersexual, homosexual… ¿qué opinas de todas estas categorías? ¿Crees que son necesarias que ayudan a visibilizar o que nos siguen obligarnos a meternos en cajones estancos, que son un intento de la sociedad de catalogarnos?

Hay ese doble juego, por una parte es verdad que te encasilla, por otra parte te visibiliza muchísimo. A veces hay que pagar un precio.

En la película, hay una sutileza: en el título no hay comas, no hay “y”, precisamente porque no pretende ser ninguna enumeración. Son nombres que estas personas han recibido a lo largo de su vida, se las ha llamado de esta manera, pero estas personas cuando hablan no se identifican con una categoría, ni el corto pretende ser una catálogo de este tipo de etiquetas. De hecho, si te fijas, los casos responden a varias de estas etiquetas simultáneamente y a otras que no están en el título.

A mí no me parece mal que hablando de masculinidad femenina empiecen a surgir nombres, me parece fenomenal. ¿Que los usamos para etiquetar y simplificar?, al final me da igual, porque esto es lo que hace la potencia de la comunicación a través de eslóganes; necesita estas etiquetas, y si no, la sociedad no se entera. Que la peña oiga lo que es tombo y marimacha y se vaya acostumbrando, me parece muy bien, ¿que nos encasillan por ese motivo?, me parece lo de menos.

Hay una diferencia entre etiqueta y estereotipo. El problema es cuando después de la etiqueta o el nombre que le damos a una cosa vienen asociados los estereotipos.

No estamos, yo creo, todavía en el momento en el que el consumo haya puesto su mano sobre esto. Ahí, ya entraremos en el estereotipo que se crea cuando la publicidad hace de ello una simplificación para que entre dentro de esa categoría un mayor número de consumidores.

No sé cuánto se va a tardar, porque yo veo que esto es un movimiento con una potencia enorme, muy crítico, pero esto se va a gentrificar, como todo. Entonces no sé cuánto tiempo va a tardar el consumo en convertirlo en un estereotipo.

Ya nos reiremos cuando vemos los estereotipos. Aceptemos que forma parte de entrar en la corriente principal.

Sí, al final la mayoría de los grupos sociales han entrado de esa manera.  ¿Crees que  estamos avanzando en el camino adecuado? ¿Los cambios de puntos de vista nos llevan a una sociedad menos dicotómica sexualmente?

Yo creo que hay dos campos diferentes, por una parte, a nivel social, no sé si decir sociológico y antropológico, eso lo dirías tú [risas] yo no tengo ni idea si los pasos son correctos, no soy la persona a quién se le puede preguntar, de hecho no sé si habría alguien que pudiera contestarlo, porque las personas van por donde quieren, ¿Qué está bien? ¿Qué está mal? Eso ya que lo digan instancias superiores si existen. Esto es por donde la sociedad quiere ir.

A otros niveles, por ejemplo: investigación académica, científica, la teoría queer… yo te puedo decir como consumidor de todos esos productos culturales, que a mí me resulta interesantísimo, que me sigue resultando muy novedoso. Creo que realmente están descubriendo partes de la naturaleza humana muy importantes y donde realmente sí me preocupa más que los pasos se den es en el contexto de derechos humanos, porque parece que siempre hay un aspecto reivindicativo en donde nosotros desde nuestras identidades urbanas, parece que estamos hablando de modelos que tocan nuestro crecimiento identitario, pero es que hay miles de personas en todo el mundo, que lo que amenaza es su calidad de vida o su vida.

El hecho de que desde hace ya varios años las organizaciones generalistas de derechos humanos Human Rights Watch o Amnistía Internacional hayan asumido los principios de Yakarta, hablen de identidad de género, aceptan el movimiento intersexual dentro de los derechos humanos, ya no solamente el de identidad de género, me parece importantísimo, porque se estaba dejando fuera de la protección a un montón de personas que sufren discriminación o muerte por su identidad de género directamente. En ese sentido me parece que siempre es lento el camino.

Es un paso que ya deberíamos haber dado como todos los demás.

Sí, y muy teñido desgraciadamente, por lobbys, el propio lobby feminista, por principios teóricos, por grupos que socialmente son más potentes… por todas estas mezquindades que ocurren en todos los contextos.

Un poco relacionado con lo que hablábamos antes, siempre me cuesta explicarle a la gente que identidad sexual no es lo mismo que orientación sexual, para mi es algo claramente diferente pero, ¿cómo lo explicarías tú?

Queda claro que se lo preguntas a un usuario, yo no soy una experta, soy una consumidora de este tipo de lectura y soy una creadora de este contexto, pero no soy una académica ni tengo ningún rigor.

Como yo lo he entendido, es que en primer lugar son dos contextos que atañen a la identidad de la persona desde lugares distintos y que pueden hablar y dar luz a las personas de problemáticas diferentes. Les pueden aportar cosas muy diferentes si lo ven desde la perspectiva de identidad sexual a si empiezan a analizar desde la perspectiva de identidad de género.

Orientación sexual estaría hablando de cuál es tu preferencia sexual y afectiva, el mismo género, diferente, trans…. Con lo cual habla de tu forma de socialización y sexualidad.

Y la identidad de género estaría hablando de cuáles son los roles que tú adoptas cuando estás en sociedad. Roles por supuesto, que se relacionan con los usos y los modos de la época y del lugar en el que vives, parece que hay unas características comunes y eso no es así, depende mucho de qué tipo de civilización estemos hablando. Por ese motivo, la identidad de género se encarna de maneras muy diferentes en Estados Unidos, en Calatayud, en Bombay,…

A pesar de ello también hay unos denominadores comunes que crean cierta universalidad, se trabaja esa masculina, esa feminidad. No estaría relacionado para nada con la genitalidad, es una construcción interna, que por tanto, responde a la parte psíquica de la persona, de tal manera que además implicaría sus emociones.

Desde luego que hay una evolución de la identidad de género, al igual que lo puede haber también de la orientación sexual, a lo largo de la vida de una persona. Tu forma de vivir la identidad de género puede modificarse a lo largo de tu vida, y la orientación también, pero realmente cuando mejor se descubre la diferencia, es cuando tú, en tu vida, te acostumbras a interiorizar esas cosas desde lugares diferentes, con tus propios ejemplos es como ves las diferencias más claras.

¿El espacio público sigue siendo masculino, tema que se trata especialmente en la canción del inicio del corto? ¿Qué actitudes o comportamientos nos hacen verlo así?

La canción a la que haces referencia es obra de Viruta, que es un cantante transfeminista, él es un chico transgénero y para esta pieza llegamos a un acuerdo para los títulos de crédito.

Desde luego, habla muy bien, escribe de una manera muy desgarrada lo que sería el extremo de esta forma de vivir la masculinidad.

A mí me gusta mucho el contraste, de lo que dice la canción. Que habla de una masculinidad que se basa en los genitales, en el hecho de que por tener genitales ya eres alguien masculino. Y habla también de una forma zafia de adoptar la masculinidad, y además asume que la masculinidad va unida al poder. Lo asume porque históricamente así ha sido, con toda esa inconsciencia de abuso de poder que supone.

Sin embargo, hay un contraste muy grande con el contenido del corto, donde estas cuatro personas de las que va el corto hablan de su masculinidad femenina, de otra manera de vivir la masculinidad, mucho más interiorizada, pormenorizada, tratada desde muy diferentes perspectivas.

En los casos, están citando ejemplos de cómo la masculinidad, ya no digo femenina, se considera un terreno vedado solamente para los hombres. Por ejemplo Leticia, hace referencia a cómo unos compañeros gays la confunden por gay y le dicen: ¿pero tú eres gay o no eres gay? Se van una noche a su casa a dormir y dicen: ¿pero tú dónde vas a dormir? ¿te vas a meter en mi cama? ¿eres maricón?

Y Leticia, que no se considera una persona transgénero, se considera una persona trans dentro de esa ambigüedad, que no quiere que sea etiquetada dice que a ella le gusta esa ambigüedad de “que me vean como un marica, ser súper marica me encanta, y al mismo tiempo tener tetas y que la peña lo flipe y que en el metro se le queden mirando y le digan: te falta un pendiente, no es que sólo llevo uno ¿entonces que eres un tío una tía?”

Todos hemos, desgraciadamente, recibido una educación binaria, eso no nos lo podemos quitar de la cabeza. La masculinidad femenina yo pienso que va a seguir siendo terreno vetado durante muchas décadas, porque esto no se quita de la educación así como así, y por lo tanto, tratar a las personas de manera igualitaria es casi imposible, incluso las personas que estamos concienciadas políticamente tenemos esa interiorización brutal, porque tenemos un modelo binario en la cabeza, es muy difícil salir de ahí. Tú te reeducas a ti misma, pero es muy complicado.

La masculinidad sigue siendo asociada a la testosterona. La testosterona biológicamente está en mayor cantidad en los hombres y mientras esto no vaya acompañado de la investigación científica es muy complicado, fíjate que la investigación científica de los genitales femeninos es de hace nada. El clítoris es que ni se había investigado.

Nos falta mucho respaldo de la investigación científica, falta mucho respaldo de teoría y de defensa académica… que a su vez esto vaya a respaldado por todos los comportamientos éticos que sancionan las organizaciones de derechos humanos, con todo eso ya puedes pretender un cambio social, pero eso son vías que se están empezando ahora.

En un 95% yo diría que la masculinidad sigue siendo terreno de los hombres en todos los sentidos, que las mujeres que se adentran en este tipo de identidad de forma consciente van a pagar las consecuencias. Incluso hasta las personas públicas están pagando el precio, hoy en día en su vida personal, en su vida profesional. Conozco muchos casos. Las personas que tienen un reconocimiento por haber sacado adelante el tema de la masculinidad femenina también están pagando, entonces ya ni te cuento aquellas que no tienen una seguridad pública que las pueda respaldar.

Aunque tengamos esa base científica y académica, hay un paso enorme a lo social. Hay descubrimientos científicos que no suponen un cambio en lo social, que es lo complicado. Todo este tipo de visibilizaciones que nos ponga el tema al alcance de todos es lo que necesitamos, por supuesto, unido a la educación, que ahora mismo tampoco ha avanzado tanto como pareciera.

Hay una piedra de apoyo que puede ser de doble filo, que es el consumo. El consumo es ese aliado maligno que como le dé la gana te pone en el Orient Express y vas muy rápido. En el momento en el que las investigaciones científicas toquen el tema hormonal, donde puede haber un nicho de mercado esto puede evolucionar y cambiar la sociedad de repente de forma inusitada.

En los años 80 en publicidad, había un tipo de consumo que se llamaban los DINKS (Double Income No Kids) que eran los gays. Eso era una categoría de consumo al que iban dirigidos un montón de productos directos, y eso hizo que se estandarizara la imagen de los gays, de un tipo de gay determinado.

Ahora nos quejamos de toda esta visión capitalista, por ejemplo ahora que tenemos el Orgullo, y el Orgullo crítico del fin de semana anterior. Se critica y sin embargo, también fue una plataforma contra la homofobia.

Habrá que ver que aliados, que catalizadores insospechados pueden surgir en este proceso.

Dentro de unos días es el Día del Orgullo LGTB, ¿es necesario seguir haciendo este tipo de celebraciones? Hay gente que dice que aunque positiva es un tipo de discriminación. ¿Serían más adecuados nombres como: día de la libertad sexual, de las inclinaciones sexuales… que incluyeran a todo el mundo como reivindican algunos?  

Yo suelo ir a la manifestación del Orgullo alternativo, y muy brevemente voy a la parte política de la parte de la manifestación.

Desde luego que me parece, lo mismo que a otras muchas personas, que esto tiene mucho de sistema capitalista, como el Orgullo Europeo del 2017 en Madrid.

Yo soy muy práctica, y el hecho de que todo esto se ponga en la agenda del debate político a mí me parece muy interesante. El hecho de que este año se haya izado la bandera y antes no, que esto haya obligado al nuevo gobierno de la Comunidad de Madrid a poner bandera… todo esto lo quieran o no les hace tener que poner este tema en su cabeza, cosa que no querrían hacer.

El Orgullo bestial que se produce en Madrid, esta manifestación, tiene sus contras que están muy claros, pero también tiene sus pros. Yo no me sentiría solvente como para decir que habría que quitarlo, me resultaría muy difícil. Sé que hay mucha gente que se llevaría las manos a la cabeza porque yo digo esto, pero es que la sociedad es muy amplia, no somos solamente nosotros y aquellos que nos entendemos y nos solidarizamos, es que hay un montón de círculos concéntricos que no queremos que nos abran la cabeza.

Es algo que tiene muchos matices, si vas al día del Orgullo ves que hay una parte económica, de fiesta, pero también una parte muy política, de encuentro y sobre todo muy simbólico. Entonces el conflicto siempre es ese, que la gente se decanta por uno u otro lado.

Es muy muy complejo, en el momento que es tan multitudinario. Un fenómeno de esas características que mueve millones de personas, es algo muy difícil de conseguir. Que eso se produzca de repente no te lo puedes quitar de un plumazo, es una falta de rigor muy importante.

Están concurriendo un montón de fenómenos y se están cristalizando muchas historias. Yo no tengo coco suficiente para analizar qué es lo que está ocurriendo ahí dentro, lo que si veo es un fenómeno social de una envergadura descomunal. Y aunque me parece importante que haya este Orgullo crítico, que visibilice todo un espectro diferente que desgraciadamente se diluye en el orgullo oficial, que es de una diversidad y una imaginación salvaje, de una creatividad magnífica, con un talentazo… en la otra “mani” se pierde, creo que ese aguijón tiene que estar continuamente.

El otro fenómeno para mi es inabarcable, yo no podría censurarlo.

En el corto hay una parte de BDSM con Dita, ¿Qué relación tienes con el mundo BDSM? ¿Cómo lo enfocas? Es arte, es placer, es reivindicación, movimiento social…

Las personas con las que yo me he relacionado del entorno BDSM son básicamente mujeres, aunque también he conocido hombres, y de perfil feminista. Quienes me conectan a mí son este tipo de personas.

Yo no llego al BDSM por la experiencia ni la práctica personal, sino que llego a él porque me interesa de qué manera trabajan su identidad de género.

El tema del poder, es un tema neurológico. Me fascina que el BDSM lo trate de forma performada a través de la sexualidad, porque creo que ese mismo tema se está performando en nuestra sociedad de miles de maneras, en las prácticas laborales, en las políticas… y en todos ellos tiene unas consecuencias  dañinas, porque no hay un acuerdo, no está verbalizado, no hay unas prácticas comunes y todo ello en cambio ocurre en el BDSM.

En el BDSM las personas van porque quieren, lo aceptan, existen unos límites y si no los quieres también y lo que reúne a todas esas personas es el placer y el entendimiento en el trato sobre las distintas posturas acerca del poder. Mientras que en estos otros contextos es una forma de abuso, ya sólo por esa franqueza en el trato del poder el BDSM me interesa muchísimo.

Que encima haya una serie de mujeres, aquí en Madrid hay un colectivo potentísimo, súper interesante que lo trabaja, pero que a su vez viene también enraizado de hace décadas de otros grupos de mujeres en otros lugares del mundo, que ha venido haciendo estas prácticas desde perspectiva feminista, precisamente intentando poner en valor y criticar unas formas de sumisión muy estereotípicas dentro del BDSM, muy patriarcales, donde las propias mujeres se estaban conformando a ser la fantasía de los hombres incluso en el caso de la dominación.

Estas mujeres, que leen, que investigan, que se trabajan desde todo eso, de forma muy exhaustiva, llegan a un montón de descubrimientos. Hacen prácticas solamente entre ellas, con lo que todo eso conlleva de innovar en la manera de acercarse a ellas mismas.

El caso de Dita, que es con quien establecí una conexión más fuerte, aunque no es la única, pero si es la única que puede salir de cierto armario. Hay otras personas interesantísimas que no pueden visualizarse tanto  en mi trabajo porque sí que hay ese armario.

Con Dita llevo trabajando desde el 2011. En la pieza aparecen perfomance que he llevado a cabo con ella y con otras personas dentro del espacio BDSM. En algunas de las acciones que aparecen también aparecían hombres, pero en cualquier caso las prácticas que aparecen en imagen son aquellas que representan una práctica feminista del BDSM. Creo que nos están diciendo muchísimas cosas esas imágenes y nos están hablando de forma muy profunda de las mujeres y de sus sentimientos.

Me gustaba mucho el hablar de la identidad de género sin tener nada que ver con la orientación sexual o con el rol, sino con una práctica sexual como es esta. Me parecía un enriquecimiento muy grande.

Al final todas estas identidad se construyen haciendo cosas.

Exactamente, ahí es donde aflora todo. Ves los gestos, ves la forma de relación intuitiva que sale entre ellos. Tengo un montón de horas grabadas y es una mina de estudio.

Es algo que le impacta mucho a la gente, porque es algo muy impactante visualmente pero no nos damos cuenta de que todo eso está en nuestra sociedad de una manera muchísimo más diluida.

De hecho, yo creo que ellos consiguen dar imagen a cosas que están invertebradas. De hecho, muchas veces entre ellos, en situaciones suyas sociales o personales hablan de imágenes que tienen en el BDSM, encuentran sus símbolos con cosas que les ocurren en su vida: esta es una domo por ejemplo, porque ellos han construido la imagen pero en la vida real eso existe, pero sin que muchos lo sepan y sin consentir que es la putada. Eso es dónde yo voy. De forma manipuladora.

Nos sorprende que haya personas que consientan esto pero no nos sorprende que haya personas que lo reciban sin consentimiento.

Eso es el fruto de la educación y de estar acostumbrados a una serie de cosas que atentan contra nuestra dignidad. Esto es lo que somos.

¿Qué acogida ha tenido el documenta? ¿Qué feedback has obtenido del público?

Se ha empezado a distribuir hace poco más de un mes y de momento lo han seleccionado ya en varios festivales, sólo uno LGTB, los demás generalistas.

El tráiler ha tenido muchísimos visionados en las redes sociales y bastante movimiento para lo que es habitual de la comunidad online. Se presenta en tres idiomas (inglés, francés y castellano) para que no tuviera fronteras.

Se ha podido estrenar en Madrid, cosa que ha surgido a partir de su distribución. Los adjetivos con los que lo han prodigado quienes lo han visto, para nada del medio LGTB, han sido muy buenos. Uno de los motivos por el que ha sido seleccionado es porque es un tema de interés.

Yo ya sabía, que es un cortometraje que va a ser difícil que le den un premio, entre otras cosas por algunas escenas del capítulo de Dita, que va a hacer que llegue a algunas preselecciones pero que no pueda llegar a algunas selecciones, porque sigue siendo muy fuerte y muy inaceptable para muchas personas lo que aparece en esas imágenes.

Lo que a mí me interesaba es que no dejara impasible, que lo ves y dices: aquí hay un tema que os estáis perdiendo. Esa era mi intención en la producción de la pieza y creo que se está consiguiendo.

No creo que vaya a tener muchos premios, pero sí que vaya a tener difusión. Esa es la idea.

Estas son obras que se hacen a fondo perdido, pero el que se vea es la recompensa. También la factura del cómo está hecho, de esa forma tan artesanal, cuidando tantísimo la estética, está hecho así con ese objetivo. Es para tratar un tema que siempre ha querido ser invisibilizado pero que esté tratado de tal manera que no puedas evitar el verlo.

Que te haga esa reflexión. Yo al verlo, si lo veía desde el punto de vista de un público más general, tenía la sensación de que todo el mundo que terminara de verlo necesitaba 10 minutos luego para pensarlo y asentarlo.

Sí, remueve. Tiene partes punkis: la propia canción, la acción urbana con la que aparece, cosas que dice Leticia, cosas que dice Delfy… cosas que son punkis, para la gente que no está acostumbrada le puede parecer una agresión. Se pueden sentir interpelados y puestos en cuestión, de alguna manera así es, pero sólo desde el punto de vista de la aceptación de la diversidad, no porque ellas estén haciendo algo malo.

Por eso no va a ser una cosa súper laureada, porque no asiente con nada, pero sí se va a haber. Que ya es un éxito.

¿Cuál es tu próximo proyecto?

Estoy trabajando en una pieza nueva que se llama “Íntimo” que no es un documental, es narración, será cortometraje también de unos 10 minutos.

Va a haber diversas piezas, como capítulos de personajes diferentes y trata sobre las conversaciones que se producen entre las mujeres. Trata de acercar el espacio personal y privado de las mujeres, su sensibilidad, las formas de comunicación profunda.

En estos primeros casos son mujeres homosexuales que hablan de cierta parte de sus emociones, pero puede no serlo. Me parece un mundo muy desconocido el de las mujeres, y en la parte íntima todavía más; plagado de estereotipos, de vulgaridades…

Pues estamos deseando verlo.

Azalí Macías

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