Río Guadalquivir a su paso por Sevilla. Foto: Juan Gabriel Rodríguez Laguna
En estos tiempos de oposiciones y contraposiciones el ingenio se agudiza y los sentidos adquieren capacidades insospechadas. Una nueva y gratificante experiencia vivida en el contexto de la universidad me proporcionaría un estado comunicativo revelador en una dimensión que no era totalmente desconocida para mí, varias veces frecuentada, pero a la que le faltaba un final consciente para dejar de ser una sensación puramente abstracta.
Estudiando el mundo surrealista español me llamaría la atención una cuestión, no desde un punto de vista artístico sino más bien relacionada con sus protagonistas y los viajes y quehaceres mundanos que vivían, imaginándome cómo sería la comunicación de estos artistas u otras personas relacionadas con ellos en las acciones del día a día al principio de llegar a sus bohemios destinos.
Acciones como buscar una calle, tomar un café o ser capaz de mantener una conversación con personas desconocidas que no hablaban la lengua materna y dominaban de forma básica el bilingüismo academicista, tan de moda y necesario para el desarrollo vital de nuestras personalidades en la actualidad, pero no tanto para aquella época.
En mi experiencia para entender el proceso anormal en la propia norma, la simple acción de tomar un café ideó un estado comunicativo singular dentro del marco social general, cuando se me acercó un hombre al lugar en el que realizaba la acción, un banco en el patio de la universidad, y me dijo _hasta este momento todo normal_: Excuse me! A question…What is the name of river in ancient age? _mostrándome una fotografía del río y mirando una guía rápida de ruso-inglés_ _para responderle buscaba aceleradamente palabras y estructuras loras gramaticales en mi básico diccionario mental español-inglés, para quedar a la altura en tan complicada situación ya que no era sólo decir su nombre sino además explicar el ¿por qué? _.
A partir de este momento mantendríamos una conversación prolongada en el tiempo sin norma lingüística alguna, un rotundo desastre, pero con una rica estructura sensorial cargada de gestos mientras le intentaba explicar la historia del río y su relación con la ciudad, que me hacía sentir libre o diferente con respecto a la interacción social cotidiana, al comunicarme con él fuera de las normas comunicativas del lenguaje, inhibido de mi mundo artificial y certificativo.
Volviendo a los integrantes del grupo surrealista, mantenían conexiones directas entre las extravagantes ideas gracias a poder frecuentar las bohemias capitales de la época, destacando universalmente Paris como centro del movimiento. Si profundizamos en la cuestión, la comunicación entre ellos se produciría utilizando varias lenguas y la francesa como la principal. Al no ser bilingües, supongo que la mayoría de ellos, se tendrían que esforzar sensorialmente para relacionarse, potenciando así la comunicación personal más allá de la memorización lingüística, cuestión que se tendría que reflejar inevitablemente en sus obras y vidas personales además de otras muchas cuestiones. Por tanto no utilizarían la repetición lingüística lora academicista, sino que se imbuirían en las acciones puramente humanas e imprevisibles de las efervescentes mentalidades epistemológicas, en este caso del siglo XX, rematadas por las convicciones freudianas.
Estas acciones no certificativas, es decir, fuera de una normalización darían lugar a este contexto artístico/acción/tiempo determinado, que refleja como en muchos otros y a modo de ejemplo sobre lo que intento explicar, la necesidad de la anomalía en la propia norma, para crear respuestas abstractas y desobedientes que ayuden a avanzar en el conocimiento del mecanismo sociocultural y en el entendimiento, personal a la vez que general, de la reprimida y certificada libertad racional (actual) junto con sus experiencias socioculturales. En definitiva, actuar dentro de las anomalías o rarezas del propio sistema sociocultural sería como estar o existir en un momento originario de la realidad humana, vanguardias (avant-garde) humanas, que promueve utilizar acciones reprimidas por el sistema (¿económico?) mediante varios instrumentos de control (no necesariamente materiales), como reprimirían al principio los academicistas a los surrealistas por sus arrolladoras e inmortales obras que cambiarían la concepción del arte a nivel global una vez más.
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