Las esculturas del Rio Muni

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Recientemente en el Museo Nacional de Antropología de Madrid, se ha realizado una exposición monográfica de uno de los artistas más prominente- y no por ello menos desconocido- del África Subsahariana, en concreto de Guinea Ecuatorial, Fernando Nguema.

Perteneciente a la etnia fang, mayoritaria y dominante en dicha región, de la que se cree que su primer lugar de asentamiento ha sido en los alrededores del Rio Muni, en donde se habrían establecido durante el S.XVIII, como parte de las numerosas migraciones de origen bantú, que se produjeron en la zona, recrea de manera singular la rica tradición de su pueblo.

Los pamues, nombre con el que se les conoció durante la época colonial española, son famosos por su prolífica producción de cultura material, en forma de esculturas talladas en madera de los bosques. Acompañada por relatos y cuentos en soporte oral, que pasa de generación en generación, el universo fang habla a través de las manos de los escultores.

Si bien los fang se habían caracterizado por su nomadismo, como efecto del control territorial y poblacional ejercido por el gobierno español en la zona, son obligados a sedentarizarse, lo que conlleva una adaptación de sus elaboraciones, a la nueva situación.

Además de fuente de recursos, el bosque fang es el sitio que habitan los ancestros y donde el artista encuentra su inspiración.

En sus manos, las raíces se convierten en mascaras rituales, en futbolistas brasileños o en guerreros mitológicos, siempre bajo su particular tratamiento de los materiales que el bosque le proporcionaba. En palabras del autor:

“…Para buscar las maderas hay que ir a la selva. En la selva las maderas tienen formas. Representan gentes de otro mundo que no vemos. Solo las veo yo… Nunca corto por cortar. Miro así y digo: este es el título de la obra, por la forma que tiene… veo esas cosas… investigo y con mi arte estoy aconsejando a la sociedad. Lo que tenemos que hacer y lo que no tenemos que hacer. Son las enseñanzas que surgen de mi obra. En todas ellas están el bien y el mal. Todas tienen un sentido y un significado. Mi arte tiene origen bantú, de nuestros antepasados que sabían preparar el hierro y poner trampas. Este arte viene de la tradición fang y expresa la sabiduría de nuestro pueblo…”

El culto a los ancestros, “melón” en lengua pamue, se transforma así en una manera de reivindicar su cosmología. Los guardianes de los restos de los antepasados, ejercían de vínculos entre los dos universos, además de ser los encargados de la iniciación ritual de los jóvenes miembros de la tribu. Tarea que ejercían enmascarados, de ahí la profusión de máscaras rituales en la producción de Nguema. Dado los cambios que impuso el colonialismo, las máscaras fueron resignificadas en vehículos de resistencia cultural a los blancos.

Las extravagantes y complejas esculturas de Nguema, a menudo desconciertan incluso a sus compatriotas, por su tremenda fuerza expresiva. Autodidacta, traductor a las raíces del bosque de la rica tradición oral fang, ha sido uno de los artistas plásticos más prolífcos y desconcertantes de la época contemporánea.

Beatriz Lamas Pereyra

 

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