En el año 2008 se produjo la denominada Gran Recesión: una crisis económica global con origen en Estados Unidos y que rápidamente se propagó por el resto del mundo, especialmente en los países desarrollados, donde sus efectos se dejaron sentir con más intensidad.
La Gran Recesión
Aunque numerosas fuentes centran su origen en la crisis financiera de las hipotecas sub-prime de 2007 en Estados Unidos, numerosos factores contribuyeron al empeoramiento de las condiciones económicas a nivel global: una crisis alimentaria en 2007 y 2008 que encareció de forma muy relevante los alimentos, una sobrevaloración y mala praxis con los productos financieros, la subida del precio del petróleo por la invasión de Irak y el posterior encarecimiento del resto de materias primas, entre otros factores, llevaron a una situación de inflación descontrolada y de desconfianza generalizada en los mercados, que no fueron capaces de ofrecer alternativas a los distintos agentes económicos.
Todo esto provocó una crisis de liquidez por el endurecimiento de las condiciones financieras. Por un efecto en cadena la recesión se extendió entre las distintas economías y provocó un estancamiento comercial a todos los niveles por la carencia de crédito y el congelamiento de la actividad financiera.
La devaluación de las monedas de los principales países, unida al incremento del precio del petróleo y las materias primas debilitaron aún más las economías y llevaron al establecimiento de planes de recate de diversa índole (desde la nacionalización de entidades bancarias, inyecciones de liquidez de los bancos centrales, o el rescate de economías completas de la zona euro).
Estos planes tuvieron como consecuencia periodos de austeridad económica, altos impuestos y reducción del gasto social para poder incrementar la recaudación y hacer frente a la devolución de las ayudas institucionales recibidas.
Las implicaciones de esta etapa siguen siendo un recuerdo muy duro para muchos y han tenido consecuencias devastadoras a nivel económico e incluso personal para muchas familias. Por si fuera poco, no se puede decir que haya muchas lecciones aprendidas que nos ayudarán a evitar situaciones similares a futuro.
Economías interconectadas
En el contexto geopolítico actual los ciclos económicos de las distintas economías están totalmente interconectados y cualquier impacto se propaga igual que el Covid-19 se contagió de forma paulatina por todo el globo.
Un periodo de recuperación económica, seguido por la crisis sanitaria provocada por la pandemia y el despertar post-Covid que acabamos de vivir, un conflicto armado (que involucra a más economías que los países directamente implicados en la contienda), y la crisis energética asociada en la eurozona, dibujan un nuevo periodo de recesión global en el futuro inmediato.
Numerosos indicadores parecen llevar a los distintos analistas a estimar una contracción económica durante los próximos meses: las bajadas generalizadas en las bolsas, la inflación desbocada en distintos polos económicos, el hundimiento monetario de algunas divisas (a costa del fortalecimiento de otras), la prudencia en los mercados o el congelamiento en el consumo tras el verano.
Cantos de ballenas
No obstante, cuando estos mensajes se reproducen más allá del ámbito de las páginas salmón o los círculos económicos y salen al gran público es cuando la población en general debe darse por aludida. Grandes ballenas de los mercados, y dos de las personas que se han estado disputando el título de persona más rica del mundo: Elon Musk o Jeff Bezos, han usado una red social para expresar su punto de vista al respecto.
Jeff Bezos avisó del estado de la economía y lanza un mensaje de precaución a la vista de los tiempos más difíciles que se avecinan. A través de Twitter, el pasado martes 18 de octubre, se hizo eco de una entrevista a David Solomon, CEO de Goldman Sachs, donde pronosticó un cambio de tendencia que puede hacer que los movimientos inversionistas y las decisiones empresariales sean más complejas. Igualmente, advirtió al público en general de que el entorno con el que se llega a 2023 hace que sea necesario ser cauto y estar preparado.
Tan sólo un día después, Elon Musk comentó en la misma plataforma (que está a punto de comprar), que el empeoramiento de la economía global puede darse no sólo durante los próximos meses del 2023, sino que puede extenderse hasta la primavera de 2024.
Cabe recordar que ambos sufrieron graves pérdidas en el mercado de valores durante el 2022. Incluso Musk, tan proclive a comprar criptomonedas, vendió en secreto a mediados de año los Bitcoin que compró desde Tesla cuando se desplomó su valor.
Más allá de los mensajes individuales y la presencia en redes sociales, todo parece indicar una situación compleja durante los próximos meses. Aunque estos escenarios siempre suponen tanto un riesgo como una oportunidad, parece que lo más conveniente es ser prudente.
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