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Sentarnos delante de la televisión al menos un rato al día es una acción cotidiana que se practica universalmente. El impacto social mundialmente provocado por “la caja tonta” es indiscutible como innegable su fuerza socializadora. Este medio de comunicación masivo o “mass media” moldea eficientemente nuestras actitudes y comportamientos, impone modas homogeneizando un vestuario, un peinado o un perfume concreto, deforma y diseña creencias, eleva preferencias políticas, altera y transforma corrientes ideológicas, ha justificado guerras y peor aún produce y diseña realidades ficticias que en muchas ocasiones no alcanzamos a interpretar.

Son muchos los formatos “mass media” los que manifiestan esta dualidad ficción-realidad aunque un prototipo que resulta bastante oportuno es el de “la serie televisiva” y concretamente para esta reflexión, el paradigmático prototipo de la serie de televisión LA QUE SE AVECINA.

La serie narra las vivencias, aventuras y desventuras de una comunidad de vecinos de “alto standing” ubicada en las afueras de Madrid. Arranca con un enfoque sobre realidades sociales a las que se enfrenta la sociedad española como los problemas de la vivienda: irregularidades en la construcción, defectos en las terminaciones y déficit en las calidades. Aborda además el boom inmobiliario en estos momentos inexistente y el difícil acceso de los jóvenes a la vivienda. En posteriores temporadas se centra casi en exclusiva en las relaciones entre los vecinos que perspicazmente nos introduce, a través de situaciones totalmente burlescas y estrafalarias, en una atmósfera de alegórica realidad.

Aunque se trate de una trama inventada, muchas características de las imágenes, acontecimientos y de los mismos personajes nos identifican a menudo con lo que sucede en la serie, con sus protagonistas, con los sucesos incluso con las conversaciones y expresiones en boca de los actores. “Se aprovechan las situaciones cotidianas para llevarlas a cabo en el terreno salvaje y surrealista” –dice Alberto Caballero, productor y guionista de La que se avecina-

Empezaremos abordando una realidad social que llevan implícita la serie:

El desplazamiento de nuestros personajes desde la vivienda en el centro de la capital a las afueras teniendo que asumir unas hipotecas asfixiantes muy discordantes en cuanto a las bajas calidades de la vivienda, nos identifica el fenómeno conocido como “Expansión Urbana” proceso que produce una segregación social de la población en un territorio en el que accede a una residencia y por tanto a un determinado territorio en base a su capacidad económica. Proceso probablemente inadvertido por la población que lo practica y que no es sino resultado de la intensiva industrialización que sufren todas las ciudades modernas originando cambios socioculturales en todas las dimensiones de la vida humana y procesos de construcción de la identidad social y cultural.

Así podemos ver en la serie como esta “comunidad de vecinos” vive completamente al margen de las reglas, conductas y diseñadas obligaciones cívicas para y con la sociedad, sociedad de la que se han alienado por completo. Hemos advertido en ciertos capítulos multitud de peripecias para evadir impuestos y otras obligaciones fiscales eludiendo su responsabilidad con las cargas públicas; momentos en los que trataron de proclamarse como “la república independiente de Montepinar” en el intento de legitimar una estructura económica libre con la invención de un eco-mercado, un eco-huerto, eco-diésel doméstico e incluso una plantación de marihuana; secuencias en las que han extorsionado diversas figuras institucionales como la Iglesia, en el amago de resolver en milagros las alucinaciones de Berta Espinar con el propósito de obtener los privilegios contributivos eclesiásticos o como el agravio y suplantación de la propia Benemérita para derivar un autocar de turistas asiáticos a un casino levantado en las áreas comunes donde los vecinos celebrar sus “juntas de propietarios”.

En un sentido general en el arquetipo descrito, el proceso mencionado es fácil de identificar, no obstante hay un trasfondo de intencionalidad aún mayor que no es otro que mostrar el socavado proclamo del ciudadano indignado, irreverente, rebelde y desesperado que sobrevive en un estado tedioso, de hastío y lucha incesante contra la imposición de un sistema represivo, coercitivo y avasallador, sistema cuyo ejercicio de gobierno construido en la democracia parece no hacer práctica de la misma. Sutilmente, podemos intuir que esta “comunidad de vecinos” replica y proyecta si bien desmesurada y excéntricamente, la imagen del caos y la tiranía que el propio sistema transmite y refleja en el pueblo de manera globalizadora.

Consecuentemente, en esta “jaula de grillos” no puede haber sino individuos en concordancia con la identidad de la “comunidad” en la que se integran o al menos intentan integrarse y en la que prácticamente todos ostentan el cargo de la presidencia para cada uno a su manera, intentar rescatarla del caos en la que está sumergida. En la totalidad de los personajes que desfilan nos encontramos perfiles o estereotipos perfectamente definidos y premeditados que reflejan modelos y hábitos conductuales cotidianos que la mayoría de nosotros con total seguridad, logramos identificar en alguna persona de nuestro círculo más o menos cercano. Individuos que nos sugieren cualidades, actitudes, defectos, expresiones, deseos o caracteres que refieren a los protagonistas y que proyectan en nosotros mismos algún tipo de emoción, bien de empatía, bien de aversión, bien de solidaridad o por el contrario de rechazo.

Si bien, el sarcasmo, la mofa y la diversión están impresos en el estilo argumental e interpretativo de sus personajes al sondear más allá del sentido caricaturesco llegamos la apreciación de que gran parte de éstos desarrollan hábitos implícitos en algunos de los pecados capitales como la avaricia, la lujuria, la envidia o la pereza… Deslices, faltas y flaquezas que consciente o inconscientemente todo ser humano, todo individuo perpetra con más o menos intensidad en su día a día y en multitud de escenas cotidianas. Quizás en este sentido el individuo al otro lado de la pantalla se retroalimenta de esta mecánica distorsionada y extrema observada en los personajes para volatilizar y redimirse de sus propios pecados.

Al mismo tiempo y sin desviarnos del tema que nos ocupa podemos analizar uno por uno los prototipos del reparto que tratan escenas desde la que confrontar ficciones que evocan nuestras propias realidades individuales y sociales. Así es el caso de Antonio Recio Matamoros que reproduce en sí mismo varios de los pecados mencionados en el párrafo anterior haciendo apología continua de asuntos trágicamente habituales en nuestra sociedad como la homofobia, el machismo o el racismo; o el de Amador Rivas, desempleado, padre de cuatro hijos, uno de ellos fruto de un desliz de su mujer Maite Figueroa, de la que se termina divorciando y por la que siente un amor-odio sempiterno, cuyo único objetivo presente en su vida es el sexo, los amigos y los coches eludiendo en un continuum sus parentales y en una justificada revancha por el adulterio de su exmujer a la que acusa y castiga por la pérdida de su hogar y bienestar, situación que indudablemente terminan padeciendo los más pequeños. Quizás menos pernicioso es el papel de Judith Bécquer, psicóloga treintañera de éxito, buena posición económica y una belleza envidiada pero que vive en un incesante estado de insatisfacción, inseguridad y miedo: miedo a quedarse soltera, miedo a no tener hijos, miedo a sacrificar su vida profesional por la familiar, miedo a engordar y perder su adulado canon de belleza, desequilibrios provocados quizás por haber llevado siempre una vida demasiado fácil pero de la que indudablemente ha perdido las riendas abandonándolas en el devenir de los hombres que pasan por ella; o el caso simpático caso de Araceli Madariaga que abandona a su familia en la incesante búsqueda de su yo interior que parece no termina de encontrar y que rastrea fuera del consumismo y de la vida convencional hasta llegar a un estado místico y espiritual en el que se reconoce como lesbiana…

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Se ha de hacer frente al hecho de que la televisión crea una nueva perspectiva de la realidad y esto proporciona al individuo y a la sociedad una multitud de visiones que provocan una dualidad de valores, ideas y praxis. Quizá por esa capacidad de interpretación de la realidad cada individuo contemporáneo encuentra su otro yo en las series, y las series cobran vida desde el momento en el que el espectador las observa, algo similar a lo que sucede, en el Arte Contemporáneo, con la teoría del espectador.

No obstante con una teoría sobre los usos del medio se tiene mayor probabilidad de conocer sus efectos. Lo que si se conoce es que la exposición de los individuos ante los medios constituye un conjunto de “alternativas funcionales” encaminadas a satisfacer sus necesidades, así La Teoría de Usos y Gratificaciones ha demostrado empíricamente que el uso de los materiales ficticios de los medios, las funciones de utilidad social pueden ser relaciones con una necesidad de afiliación y las funciones escapistas pueden estar vinculadas a la necesidad de liberar las tensiones y reducir la ansiedad.

Marga de Tena

Referencias

Gaceta de la Antropología, 2008, 24 (2) “De la Antropología a la Antropología Urbana”

Proceso de Urbanización, – Revista Histórico Digital

“Medios de comunicación y globalización: ¿destrucción o reconstrucciónde identidades culturales?” (Enrique Vergara L.

Facultad de Comunicación y Letras Universidad Diego Portales).

Realidad y ficción en el mundo televisivo “Enrique Martínez- Salanova Sánchez

“TEORÍA SOBRE USOS Y GRATIFICACIONES VALBUENA DE LA FUENTE” Catedrático Facultad de Ciencias de la Información Universidad Complutense MADRID

http://paulag2garcia.blogspot.com.es/2013/03/como-influye-la-television-en-la.html

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