Ella había sufrido golpes muy duros de todos los tipos, pero ninguno tan duro como este. Una amiga de su entorno había vivido esto antes y le había hablado de lo durísimo que era levantarse cada mañana y tener que tirar para adelante con ese dolor a sus espaldas, pero ella, como nos pasa a todos, por dentro pensaba que no sería para tanto y que a ella jamás le pasaría.
Estaba dolorida, destrozada tanto por dentro como por fuera, triste, depresiva….lo estaba pasando realmente mal. Pero sabía que tenía que tirar para adelante y levantarse de este duro golpe más fuerte que nunca. Era un ejemplo a seguir en muchos aspectos, muchos ojos la miraban cada mañana, necesitando de ella multitud de cosas distintas y ella, quería y debía corresponder.
Por ese motivo, una mañana de un 18 de Agosto, Barcelona se levantó, se miró en un espejo, tragó saliva y se dijo a sí misma «hay que seguir».
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