
En las sociedades antiguas, la jerarquización de los espacios públicos y privados constituyó el pretexto sobre el que se asentó una organización social basada en las diferencias sexuales entre hombres y mujeres. De esta manera, las mujeres siempre estuvieron vinculadas al ámbito privado, relacionado con la maternidad, la reproducción y la vida familiar en general, mientras que los hombres fueron los protagonistas de la vida pública y política. La literatura clásica y algunos de sus autores entre los que podemos destacar a Jenofonte, César, Platón, Aristóteles, Tácito, Cicerón o Columela, justificaron la diferenciación de sexos como el principio regulador de las ciudades antiguas. Bajo este pretexto, se calificó a la mujer como un ser lleno de vicios, de naturaleza débil, maleable e incapaz de actuar por sí misma, por tanto, necesitaban de la protección y cuidado constante de un tutor, forjando los principios de una sociedad eminentemente patriarcal. Estas características provocaron que la desigualdad entre varones y féminas adquiriese un carácter naturalista y sacralizado, justificando la relación de la mujer con el ámbito doméstico y la maternidad.
Sin embargo, a pesar del fuerte arraigo que tenía esta estratificación social basada en las desigualdades sexuales, fue el propio contexto histórico el que provocó grandes fisuras y contradicciones en el sistema preestablecido. A finales de la República y principios del Imperio, la legalización del matrimonio sine manu benefició a las mujeres romanas, puesto que les permitió aunar más riquezas, administrar su patrimonio con mayor autonomía y adquirieron la posibilidad de heredar los bienes que pertenecieron al pater familias, evitando que estos pasaran a ser propiedad exclusiva del marido. Asimismo, la aparición de referentes femeninos en las familias imperiales, impulsó el movimiento evergeta entre las mujeres romanas, que conscientes de la nueva realidad social, encumbraron su propia figura y la de su familia en el ámbito público. Otro de los factores que influyentes fue el proceso de romanización, que trajo consigo el auge de la vida urbana en las provincias. De hecho, fue en estos territorios periféricos, donde las mujeres romanas asumieron un mayor protagonismo debido a que contribuyeron a afianzar, expandir y asimilar la cultura y el estilo de vida romanos. Su actividad evergética transformó el urbanismo de las ciudades y colaboraron de forma decisiva en el proceso de monumentalización en las provincias. Finalmente, otro de los factores que favorecieron la presencia femenina en el ámbito público y político fue la expansión del sacerdocio femenino como consecuencia de la institucionalización del culto imperial. Si bien, el acceso al sacerdocio solo estuvo permitido a un grupo muy selecto de mujeres que pertenecieron a las clases sociales más adineradas y con mayor influencia en el ámbito urbano.
Como se ha comentado anteriormente, la promoción edilicia, fue para las mujeres el principal mecanismo que les permitió obtener presencia y prestigio en la vida pública. Este proceso de renovación urbana alcanzó su punto álgido a partir del principado de Augusto en Italia, es decir en el siglo I d.C, mientras que en Hispania se produjo a finales del siglo I d.C y mediados del siglo II d.C. Sin embargo, el evergetismo no fue una práctica exclusiva y original de los romanos, sino que ya en el mundo heleno, varias reinas helenísticas financiaron importantes conjuntos arquitectónicos con la finalidad de glorificar y exaltar su propia figura.
Resulta paradójico que la mayor parte de las obras cívicas financiadas por mujeres tuvieron como principal escenario el foro, considerado el espacio masculino por antonomasia. La munificencia cívica en el forum implicó para los patrocinadores alcanzar el prestigio y el reconocimiento social al que tanto aspiraban, puesto que era la zona donde se desarrolló la vida comercial, religiosa, política y judicial. El foro era el espacio del que emanaba el poder, el lugar de reunión y discusión donde se desarrollaba la vida política de forma plena. Esencialmente, el foro encarnaba una simbología de la que las mujeres quedaron totalmente excluidas. Por las propias características del foro la promoción urbana requirió del permiso y acuerdo del Senado, lo cual, en el caso de las mujeres representó una aceptación institucional de la nueva realidad social y su reconocimiento como artífices en el embellecimiento y reestructuración arquitectónica de su ciudad.
A continuación, haremos referencia a algunas de estas mujeres, cuya contribución edilicia destacó no solamente por su magnificencia, sino por la repercusión que tuvieron desde el punto de vista social y urbano. La epigrafía constituye la principal fuente de información que ha permitido estudiar los actos de evergetismo femenino, así como sus contribuciones cívicas en la ciudad de residencia. El matronazgo cívico se orientó a la financiación de multitud de proyectos entre ellos la arquitectura foral y de prestigio, arquitectura del agua, arquitectura religiosa, renovación de infraestructuras y edificios de espectáculo y ocio. En el caso de Hispania, podemos destacar a Iunia Rustica, una rica matrona de Cartima (Cártama, Málaga), que financió un proyecto de embellecimiento y remodelación de los pórticos del foro, además, del pavimento, pórticos y piscina de un conjunto termal. Sus obras cívicas demuestran no solo su gran riqueza, sino también, su influyente posición social. Por otro lado, es importante destacar que entre las actividades evergéticas femeninas no solo se encontraba la promoción edilicia, sino que también fue frecuente la inversión de dinero en fundaciones alimentarias. En Hispania destacamos a Fabia Hadrianilla de Hispalis, que cedió grandes sumas de dinero destinadas a la alimentación de niños y niñas. Un aspecto llamativo de estas fundaciones es que las matronas distribuyeron una mayor cantidad de dinero para las niñas que para los niños, siendo conscientes de que los varones recibieron mayor cantidad de comida en comparación con las niñas en aquellos lugares donde el Estado repartía alimentos.
En relación con esta premisa, estos actos de generosidad pública o beneficencia, favorecieron el establecimiento de relaciones de sororidad, puesto que en muchas ocasiones las matronas romanas invirtieron sus recursos en actividades que beneficiaron a otras mujeres. Este aspecto proporciona claros indicios del gran poder de decisión que fueron asumiendo las mujeres, así como su evidente participación activa en la vida diaria de la ciudad.
En esencia, a pesar de que los cimientos de la sociedad romana se sustentaron sobre unos principios – muy arraigados- que justificaron la desigualdad entre géneros, fue la propia coyuntura histórica la que permitió que las matronas romanas fuesen adquiriendo mayor visibilidad en la vida pública y política. El matronazgo cívico es la principal manifestación de que las mujeres romanas adquirieron cada vez más presencia y poder de decisión en la vida pública y política, a través de grandes proyectos municipales que embellecieron y monumentalizaron las ciudades.
Su patrocinio contribuyó a la expansión de nuevos programas ideológicos y artísticos en las provincias, lugares donde su acción edilicia se realizó aún con más intensidad. En este sentido, la presencia femenina en los espacios públicos demuestra que las mujeres romanas hicieron política urbana y tuvieron poder suficiente para modificar la imagen e identidad de su ciudad. La feminización de la arquitectura demuestra que las mujeres fueron plenamente conscientes de la nueva realidad social y la utilizaron como una herramienta a través de la cual alcanzar la influencia y el prestigio social, así como mantener su nombre, y el de su familia, en la memoria cívica.
Celia Muñoz Rosado.
Bibliografía:
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- Melchor Gil, Enrique (1993). “Construcciones cívicas y evergetismo en Hispania romana”. Espacio, tiempo y forma. Serie II, Historia Antigua, nº 6, pp. 443-466.
- Melchor Gil, Enrique (1994). “Ornamentación escultórica y evergetismo en las ciudades de la Bética”. Revista de ideas y formas políticas de la Antigüedad Clásica, vol. 6, pp. 221-254.
- Medina Quintana, Silvia (2012). “Las mujeres hispanas en el forum: prácticas evergéticas sacerdotales”. Antesteria: debates de Historia Antigua, 1, pp. 37-49.
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