En estos días se conmemora el centenario del asalto al Palacio de Invierno, hito que, por sus implicaciones y consecuencias, marcaría el devenir del SXX.
La insurrección popular, azuzada y preparada por el ala bolchevique del Partido socialdemócrata ruso, en la ciudad de Petrogrado (Leningrado luego, actual San Petersburgo), sede del llamado gobierno provisional ruso, toma, asalta el palacio, en un accionar perfectamente planificado, sin apenas causar bajas. En vísperas del II Congreso de los soviets, los hechos se suceden con rapidez, y en apenas unos días (con Lenin ya en la ciudad) los radicales del ala izquierda van tomando casi todas las ciudades más importantes de Rusia.
El temor de las burguesías europeas, a la propagación de los ideales de la insurrección armada, les obliga a ir haciendo concesiones al movimiento obrero europeo, cuestiones que irán perfilando a partir de los años 50 el llamado “estado del bienestar”.
Paz, Pan y Tierra, resuenan cien años después, en una memoria insurreccional que – pese al relato hegemónico y homogéneo que la demoniza – se niega a morir.
Feliz Viernes
Average Rating