No siempre se tiene la oportunidad de vivir una epidemia en la que la base y los pilares de la sociedad se ven comprometidos. En estos momentos en los que la incerteza campa, se ha declarado el Estado de Alarma por parte de las autoridades, el confinamiento en los hogares es obligatorio y hay una lucha sin cuartel contra la enfermedad y su expansión. Estamos siendo bombardeados con noticias, bulos, posiciones políticas enfrentadas y toda suerte de teorías que intentan explicar el origen y las consecuencias de la misma. Todas ellas se basan en “información”. Información de todo tipo. En forma de gráficos, comparecencias públicas, declaraciones de prensa, artículos, redes sociales, etc…
Culturalmente, en nuestra sociedad occidental y tecnificada, la información tiene un cierto halo de verdad indiscutible que le confiere el prestigio y la base estable en la que se cimenta toda posición oficial u oficiosa y que permite demostrar un determinado planteamiento. El planteamiento racional exige pruebas demostrables, empíricas y entendibles. Pruebas, en definitiva y en este caso concreto, que sirvan para que la población en general actúe de una determinada manera, acate las normas implantadas por las autoridades y sienta que ni se le está abandonando a su suerte, ni se le está engañando. Obviamente también sirve para todo lo contrario, o sea, para echar por tierra la posición oficial e incluso personal del adversario político. Pero, ¿a qué se le puede llamar prueba?, ¿cómo se obtienen?, ¿están libres de intencionalidad, incluso, están libres de sesgos culturales?
Para empezar a profundizar en el análisis, es necesario hacer algunas puntualizaciones respecto a qué se considera información, cómo se obtiene, cómo se ofrece, y ser capaz de diferenciar el concepto información de cualquier planteamiento moral respecto a su utilización, que también veremos. Es necesario, a su vez, hacer una distinción importante entre el concepto “información agregada” e “información personal y privada”. Y no es menos importante hacer la distinción mínima entre los siguientes conceptos: datos, información y conocimiento. En general, se tiende a utilizar indistintamente estos términos pero, como veremos y sobre todo en las ciencias de la información, son conceptos distintos y, en todo caso, pasos secuenciales en la cadena de valor agregada que lleva desde el dato hasta el conocimiento, tal y como Davenport y Prusak lo definieron en 1999.
Desde el punto de vista de la Antropología, iremos hacia un análisis que se centrará en las diferentes formas de gestión del poder, tanto desde el punto de vista de la Biopolítica (ayudada y apoyada por la Tecnopolítica), cómo de la gestión del mismo desde un punto de vista más general, enfoque procesual, su componente simbólico y, en todo caso, la forma de aceptación y resistencias generadas en diferentes sociedades mediante la comparación cultural.
En esta breve introducción, haremos una descripción somera de los diferentes pasos que compone el proceso de generación de conocimiento a partir de su unidad, el dato. Este repaso nos servirá de hilo conductor para ir mostrando los puntos más importantes en los que se realizará un análisis más concreto desde la óptica de la Antropología Política, fin último del presente ensayo. Esta secuencia permitirá poder visualizar conceptos claves que muchas veces quedan tapados bajo la capa de normalidad y cotidianidad, dando una base a partir de la cual profundizar en ellos, en nuestro propio comportamiento social de una forma holística.
El dato como unidad mínima no es considerado información como tal, sino, más bien, un hecho concreto que queda registrado y que ha de servir para, mediante su procesamiento, generar información que, ésta sí, tiene un objetivo concreto. En esta definición puramente técnica y aplicada a las ciencias de la información se desvincula cualquier tipo de intencionalidad o sesgo cultural al recogerlo y almacenarlo. Por ejemplo, al utilizar los servicios de un cajero automático o efectuar un pago mediante una tarjeta de crédito, o débito, la operación como una suma de datos relacionados con la misma queda registrada en una base de datos a la espera de su utilización. La recogida, así como su almacenaje, aparentemente no se ve influenciada por ningún sesgo cultural y se puede decir que la posible manipulación intencionada es prácticamente, o aceptadamente, inexistente.
En el mismo caso, en el proceso de recogida y almacenaje de datos podríamos poner otro ejemplo que está relacionado con esta crisis y que desmiente el ejemplo anterior. En España, a día de hoy, no existe una definición clara de cuando una defunción es considerada, o no, producida por el virus Covid-19. El dato es que ha habido una defunción, sí, pero a la hora de almacenarlo y registrarlo sólo se tendrá en cuenta si ha cumplido una serie de condiciones, quedando al margen aquellos que, o bien no las cumplen, o bien simplemente no se puede demostrar que las cumple. Así pues, la intencionalidad puede existir, bien por falta de rigor, bien por falta de medios, por falta de consenso o posiblemente por algún tipo de interés. A su vez, cada Comunidad Autónoma, utiliza criterios distintos a la hora de hacerlo, con lo que cuando se intenta agregar a nivel nacional plantean grandes problemas de coherencia.
Respecto al sesgo cultural, podemos utilizar el ejemplo de la lista de defunciones pero, en este caso, utilizando dos países diferentes; Francia y Países Bajos. Ninguno de los dos Estados considera que una defunción ocurrida fuera del ámbito hospitalario se pueda, ni se deba imputar, a la concurrencia del virus Covid-19. En el caso en concreto de los Países Bajos, su cultura calvinista considera, incluso, que trasladar a un anciano con bajas posibilidades de supervivencia desde su lugar habitual de residencia a un centro hospitalario un acto de crueldad extrema para con el anciano sin ninguna posibilidad, además de ser contraproducente para alguien con posibilidad de sobrevivir que se podría beneficiar de esa plaza y de esos recursos. Por supuesto, estos casos no son tenidos en cuenta a la hora de contabilizar, ni operar, con las cifras de decesos provocados por el virus.
Estos ejemplos no hacen sino mostrar las diferencias que se pueden encontrar en la naturaleza del dato, y que como se ha apuntado anteriormente tiene una incidencia directa en los siguientes procesos de la línea secuencial de transformación que lleva hasta el conocimiento.
Antes de seguir con el análisis de las siguientes fases de procesamiento y transformación no está de más hacer un recordatorio histórico de la importancia de los datos y su recogida en una sociedad como la española. Como muy bien apunta la periodista Marta García Aller en su artículo del pasado 08/04/2020 “La hipocresía de escandalizarse por usar la geolocalización contra el coronavirus”, se ha producido, mejor dicho, se está produciendo un debate intenso en la sociedad en general e incluso entre los intelectuales afamados a nivel mundial, relativo al miedo que provoca el control individual sobre las personas, sobre todo en las sociedades occidentales. Este miedo está basado y potenciado en la posible pérdida de libertad individual que permitiría al Estado poder hacer un seguimiento directo sobre cualquier tipo de movimiento y desplazamiento con la utilización del GPS de nuestro terminal de telefonía móvil, del control de nuestras opiniones en las redes sociales, en definitiva, de un giro dictatorial de nuestras democracias al más puro estilo orweliano del “Gran Hermano”.
Es preciso destacar y dejar claro, más adelante haremos especial énfasis en este punto, que esos datos ya se están recogiendo, de hecho, hace mucho tiempo que se recogen, se procesan y se genera información y conocimiento a partir de ellos. Conocimiento que, por otra parte, sirve tanto a los Estados como, sobre todo, a las industrias y empresas, a los partidos políticos y a los medios de comunicación. A partir de ellos se prepara campañas de Marketing, segmentación de la población respecto a gustos, opciones políticas, intenciones de voto, etc. Existen un sinfín de aplicaciones que inciden directamente en nuestro día a día, en muchas de las acciones que realizamos, de nuestros gustos, en nuestras compras y lo que es más importante, en nuestro comportamiento. La diferencia, en todo caso, respecto al control directo sobre cada uno de los individuos, ese que provoca tanto miedo y rechazo, es que, preservando la privacidad personal, amparada por leyes al uso, se consigue la incidencia y el control indirecto mediante la “información agregada”.
Cuando hablamos de “información agregada” estamos haciéndolo de un producto elaborado a partir de los datos, cuyo concepto hemos presentado anteriormente, y de una serie de procesos que buscan, agrupan, modelizan y generan resultados estadísticos, descriptivos o prospectivos. Sí, ya estamos en el famoso “Big Data”. De hecho, el Big Data no es más un concepto informático en el que se explotan un gran volumen de datos sin una estructuración inicial y homogénea, normalmente con programas basados en “Inteligencia Artificial”. No hace mucho tiempo, el concepto “Big Data” se encuadraba en una rama separada de las técnicas de programación y de gestión de información llamada “Informacional”. El concepto está, todavía, en vigor y consiste en la orientación de los procesos a un objetivo distinto de la informática “operacional”. A grandes rasgos y sin entrar en demasiada profundidad, pero sí deseando que la breve explicación clarifique lo suficiente para poder seguir el hilo explicativo, podríamos decir que mientras que la informática operacional es aquella que registra operaciones, tales como: el pago de una compra con tarjeta, la compra on-line, el simple “like” en una red social, etc. La informática informacional es la que explota los datos resultantes de la operacional y, a partir de ellos y como hemos visto ya, genera información y conocimiento para incidir en la sociedad, sea comercialmente, sea de cualquier otra forma. En esta fase, a diferencia de cuando hablamos de datos y de los procesos de recogida o captación de los mismos, sí que existe un claro objetivo último, sea éste el que sea. Así pues, la intencionalidad en la modelización no se ha de contemplar ni como una manipulación, en su sentido peyorativo, ni como una falta de seriedad a la hora de plantear tanto las búsquedas como las reglas matemáticas con las que se operará. La preparación de estos datos que se están perfilando como “pre-información” ya están orientados a un perfil profesional diferente al técnico informático. En este momento los matemáticos, sobre todo estadísticos, son los amos del proceso. “Juegan” con algoritmos, generan muestreos, piden datos base para comprobar la corrección de sus fórmulas y ecuaciones, y, por último, una vez han conseguido los resultados que cumplen los requisitos demandados, los pasan a otro perfil profesional.
Los profesionales que cumplen el perfil y que valoran, gestionan y utilizan esta “pre-información” o información en bruto, está compuesto entre otros por técnicos en Marketing, Sociólogos y Politólogos…es posible que algún Antropólogo se encuentre entre ellos, aunque no suele ser lo habitual. Son ellos los que analizan desde un punto de vista de las Ciencias Sociales los resultados obtenidos y los que deciden cuál es el planteamiento final a aplicar para responder correctamente a las necesidades de quién ha demandado el trabajo, sea una corporación empresarial, sea un partido político, sea el Estado.
En esta fase, que normalmente queda diluida y tapada por ese miedo visceral al control individual, es donde realmente se cocina el verdadero control social, de segmento o grupo. Aquí, es donde se puede y se debe aplicar el análisis concreto y pormenorizado desde la Antropología Política viendo la fase desde la generación de información como herramienta para mediante símbolos, conseguir el mayor acatamiento, éxito, de la campaña. La manipulación como concepto de gestión de las facciones, llámese grupos o segmentos de consumidores, las dinámicas de grupos, la gestión de las posibles resistencias previstas, incluso, la gestión en positivo de quién o quienes no cumplen con el objetivo propuesto. Toda esta gestión está a medio camino entre la dinámica de la gestión de poder y de la adquisición de beneficios económicos, que también lo es. Por último, aunque será en una fase posterior a la que vamos a empezar en el siguiente párrafo, una vez lanzada la campaña y se empiecen a cosechar los resultados en forma de datos, este mismo grupo harán los análisis pertinentes para comparar la definición realizada con los resultados obtenidos, una vez se haya pasado los pasos ya descritos con anterioridad en la cadena de procesual, desde la recogida de datos hasta la entrega de la pre-información añadiendo la experiencia de la definición anterior, la de los requisitos, y consiguiendo con ello la generación del conocimiento aportado.
El último paso de la cadena, como es obvio, es la puesta en marcha de los resultados. Es la fase de los líderes, de las campañas publicitarias, de los mensajes rápidos, pegadizos y convincentes. Incluso de la gestión de noticias y artículos de opinión, y ¿por qué no?, de bulos, de intoxicación informativa, a fin de cuentas más allá del planteamiento moral no deja de ser un resultado, un producto pensado para ser utilizado con un objetivo claro. Así pues, se puede definir como la fase de la lucha en la arena pública, sea ésta política, económica o comercial. Es, por supuesto, en este punto donde se concentra el resultado final y, además, se puede comprobar le eficacia de los resultados asociados, como es preceptivo, a las técnicas asociadas al público objetivo al que van encaminadas. Este, por supuesto, es el momento del análisis de los resultados desde el punto de vista de la Biopolítica de Foulcault, de Bordieu, e incluso desde la perspectiva de la idea del “Discurso Hegemónico” de Gramsci.
Por último, quiero insistir en que esta introducción pretende simplemente plantear el alcance del análisis que, en diferentes bloques, se pretende llevar a cabo. Aunque el momento es propicio para analizar, estudiar y plasmar posibles conclusiones, el problema planteado es de una gran envergadura, espero y deseo, salir mínimamente airoso de él.
Carlos Marqués Lacalle
Referencias
Portada: Imagen de Pete Linforth en Pixabay
Imagen 1: Imagen de Darwin Laganzon en Pixabay
Imagen 2: Imagen de 272447 en Pixabay
Imagen 3: Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
Imagen 4: Imagen de Photo Mix en Pixabay
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