¿Qué sabemos del hombre al que debemos en gran medida los ordenadores que utilizamos hoy día? ¿La sociedad de su época le compensó por todo lo que hiciera y su legado? Anthropologies te lo cuenta
“Un hombre provisto de papel, lápiz y goma, y con sujeción a una disciplina estricta, es en efecto una máquina de Turing universal”
Alan Turing
Corría 1952 cuando Turing, al entrar en su casa se encontraba con que esta había sido desvalijada. Como cualquiera haría, lo primero que hizo ante tal entuerto fue acudir a la policía para denunciar el suceso. Lo que no era capaz de percibir eran las consecuencias de esta denuncia.
Durante la investigación policial se descubrió que el ladrón contaba con la complicidad de Arnold Murray, el propio amante de Turing, lo que le obligaba, y no desmintió en ningún momento, porque creía que no era algo de lo que tuviera que disculparse, a reconocer su homosexualidad. Algo que estaba penado en la Inglaterra de mediados del siglo pasado.
Por lo que el que resultó condenado fue precisamente Alan Turing, al que se le imputaban los cargos de indecencia grave y perversión sexual. Ante esto, la “justicia” le daba dos posibilidades: ir a la cárcel, o someterse a castración química mediante un tratamiento hormonal, opción que eligió.
Pero… ¿a quién estaban condenando?
Tal vez el Reino Unido le debía mucho más de lo que le estaba dando al condenarle: por “su culpa”, se calcula que la II Guerra Mundial duró de dos a cuatro años menos de lo que hubiera durado sin su trabajo. Pues había sido el encargado de descifrar los códigos nazis, principalmente los de la máquina “Enigma”.
Pero nosotros también le debemos bastante, y es que gracias a su labor los ordenadores se han convertido en una herramienta de uso cotidiano; se dedicó a desarrollar el software de una de las primeras computadoras reales (la Manchester Mark I). Al mismo tiempo seguía desarrollando sus trabajos en inteligencia artificial con el que creó el “Test de Turing”, con el que pretendía verificar que máquina demostraba inteligencia propia similar a la humana. Una forma invertida de esta prueba nos es muy familiar para aquellos que navegamos por la red; los dichosos CAPTCHA.
¿Has jugado alguna vez una partida de ajedrez contra el ordenador? El primero que ideó algo así fue también nuestro protagonista. La primera vez que lo intentó, la computadora con la que estaba trabajando, no fue capaz de ejecutar el programa por falta de potencia. Posteriormente al ordenador le llevaba cerca de hora y media llevar a cabo un movimiento, pero a pesar de todo esto consiguió registrar la primera partida de ajedrez contra un ordenador. Ganó el humano sin mucho esfuerzo… ¿se imaginaba Kasparov cuando perdió contra el Deep Blue en 1997 como había empezado esta aventura y como jugaba aquella primera computadora de Turing que consiguió terminar una partida?
Sin embargo los logros de Alan no terminan aquí y para describirlos todos habría que escribir toda una serie de artículos.
Una educación estandarizada para una mente poco usual
Desde bien pronto mostró un interés inusual por la lectura, tanto es así que aprendió a leer solo, en únicamente tres semanas. En la escuela sobresalía en aquellas materias que le interesaban (como las matemáticas), sin embargo demostraba apatía en aquellas que no le llamaban la atención. Sin embargo su formación también estaría marcada por su carácter inconformista que le llevaba a alejarse una y otra vez del rígido sistema educativo de la época.
Las crónicas de la época recogen la anécdota de un muchacho cuyo primer día de clase en su nuevo internado de Dorset coincidía con una huelga general, pero su deseo de participar en aquella primera clase del internado era tan obstinado que le llevaría a recorrer 96 kilómetros en bicicleta y haciendo noche en una posada. Este chico era, naturalmente, Turing.
De cómo perdió todos sus ahorros
Al principio de la II Guerra Mundial Turing llegó a la, acertada, conclusión, de que la posibilidad de que Alemania invadiera Inglaterra era más que real, y que una vez se produjera esto el caos financiero sería inevitable. Por ello cogió todos sus ahorros y los cambió por dos enormes lingotes de plata los cuales transportó en un carrito de bebé hasta el campo donde los enterró en dos lugares diferentes con la determinación de recuperarlos cuando se diera una situación más segura.
Terminada la contienda construyó un detector de metales y pidió a un amigo que le ayudase a localizar los lingotes, lo cual no lograron nunca… por lo que en algún lugar de Inglaterra permanecen sepultados dos lingotes de plata enterrados por Turing.
Un runner adelantado a su tiempo
Hoy día la cultura del deporte está muy arraigada en un contexto que da tanta importancia al aspecto físico, pero en la época que hubo de vivir Turing no era así. Pero esto no le privó de desarrollar una actividad física frenética que le llevaba a recorrer una gran distancia diaria (ya fuese de un laboratorio a otro o a casa de su madre), hecho que le llevó a participar en maratones. En vacaciones incluso realizaba giras en bicicleta por Francia y Suiza. En una ocasión un equipo ciclista de campo a través le ofreció la posibilidad de participar con ellos en una prueba ante la ausencia de un integrante del equipo. Aceptó y realizó un papel más que destacado.
La manzana de Apple y el final de Turing
Cuando en 1976 nacía Apple Jobs y Wozniak diseñaron un logo en el que se veía a un hombre debajo de un árbol con una manzana en las manos en referencia a Newton. Sin embargo decidieron simplificarlo y fue así como nació aquella primera manzana arco-iris con un mordisco. Con este nuevo diseño en realidad se hacía un homenaje a Turing, y probablemente sin quererlo.
Los colores arco-iris por una parte, aludiendo a la orientación sexual de nuestro protagonista. Y para comprender la manzana mordida tenemos que irnos al final de la vida de Turing.
Tras haberse sometido durante un año a inyecciones de estrógenos como condena por su homosexualidad los daños físicos en su organismo eran claros: le habían salido pechos y aumentó considerablemente su peso, por no citar la disfunción eréctil que era el principal objetivo de aquel castigo.
Hasta que en 1954 el destino le hizo una jugada fatal, otra más. Según dijera su madre tiempo después era manifiesta la falta de precauciones que tomaba Turing al almacenar químicos del laboratorio en casa. Lo que le llevó a comer una manzana envenenada con cianuro que no llegó a terminar. Esto dio lugar a numerosas hipótesis, desde el suicidio hasta el asesinato.
Gordon Brown pide perdón. “Ha de ser un alivio ese silencio interminable”
En el poema de Cernuda “Birds in the night” se describe la doble moral llevada a cabo con Rimbaud y Verlaine, y estos versos describen perfectamente lo que le sucediera a Turing.
El 10 de Septiembre de 2009, el primer ministro Gordon Brown pedía disculpas en nombre de su gobierno por el trato que recibió Turing en sus últimos años. Sin embargo tres años después David Cameron denegó su indulto a título póstumo argumentando que la homosexualidad era entonces un delito. Algo bastante paradójico teniendo en cuenta lo que hiciera para desequilibrar la II Guerra Mundial, y luego el modo en el que esto le fue recompensado.
Pequeño documental sobre Turing
Referencias
www.thechristophermachine.blogspot.com.es
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