Quino
Quino tiene la frente despejada desde que la memoria es posible. El hecho feliz de su nacimiento bajo el nombre de Joaquín Lavado ocurrió en la ciudad de Guaymallén, provincia de Mendoza, Republica Argentina, el 17 de julio de 1932. Nuestro plumín ignora en qué circunstancias fue guardando en los bolsillos esa sabiduría límpida que le ha dado esa universalidad con la que ilumina las cosas, pero si sabe que hay que agradecérselo a los dioses.
La vocación y el nombre le vienen se su tío homónimo, para distinguirlo del cual la familia comenzó a llamarlo Quino, y que era ilustrador y que despertó su interés desde pequeño. Quino era un niño cuando, poco tiempo después de la muerte de su madre, empieza a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Mendoza. Unos anyos después muere su padre, a los 16 de Quino, y tal vez esa soledad fundamental de la orfandad sea el primer viento de coraje de buscar el sueño propio. El de Quino tenía una joven lucidez : sabía que era dibujante. Pero para alcanzar la permanencia del verbo ser, a veces hace falta mucho esfuerzo, mucho hambre, mucha constancia. El año siguiente a la muerte de su padre, abandona la escuela, con la intención de convertirse en lo que era, autor de historietas cómicas; pronto vende su primera historieta, dentro de las costumbres de la publicidad de la época, para una tienda de venta de sedas.
El sino de todo país organizado de manera radial es que ese centro ejerce su gravedad sobre las vidas de todos, o como se dice por allá, Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires. El salto a la capital era el paso necesario. En Buenos Aires busca trabajo en casi todas las editoriales, sin más éxito que el cansancio, y después de hacer el servicio militar obligatorio, felizmente abolido, se queda a vivir en la capital, incluso pasando por situaciones de notoria pobreza. Y aun persevera. Luego de muchas puertas cerradas, consigue publicar su primera tira de humor en el semanario Esto Es, y a partir de entonces consigue vender su trabajo a otras revistas, como Usted, TV Guía, Vea y Lea, Damas y Damitas, Panorama, Adán, Che, el diario Democracia, y otras. Con la perspectiva del tiempo, sabemos que la vida gira, y si hoy aquellos medios, hoy desaparecidos, tienen alguna trascendencia, es por haber sabido dar lugar al genio de Quino.
Luego de publicar con regularidad en Tía Vicenta y Rico Tipo, en 1963 publica su primera recopilación, bajo el título de «Mundo Quino». Existir en libro es otro nivel, y le llegan varios encargos, entre ellos el que potenciará su trabajo y le dará universalidad.
Mafalda nació después de prenacer. Una casa de electrodomésticos de nombre Mansfield, le encarga una campaña de publicidad a través de una tira humorística a una agencia, que le traslada el encargo a Quino. Era el año 64 cuando nace Mafalda, una nena de pelo negro y terráqueo, que este anyo cumple 50, y que sigue diciendo hoy las verdades de entonces, que las clases decisorias mantienen vigentes. La campaña de Mansfield no llega a concretarse, pero Mafalda ya existía demasiado como para dormir en un cajón, y su primera historia aparece en la revista Leoplàn. Luego pasa a publicarse en Primera Plana. Entre 1965 y 1967 se publica en el diario El Mundo, también finado y casi enseguida aparece el primer libro, los tradicionales libritos más anchos que altos, a la manera de la historieta de los sesenta en Argentina. Ya en formato libro, se edita en Italia, en Portugal y en la España de la vejez del dictador, donde la censura obliga a etiquetarlo como publicación «para adultos», tan escasos o tan escondidos por aquellos tiempos pretransitivos.
Desde que esta lente con memoria tuvo acceso a un ejemplar de Mafalda fue inundada por un deseo urgente de seguir leyendo, la primera avaricia, una tira más, primero hasta el principio, luego hacia el final. Mafalda nunca se comienza por el número uno, y es entendible que la división original en diez tomos corresponda a criterios y conveniencias estrictamente editoriales. Hoy es difícil encontrar una casa argentina que no tenga un libro de Mafalda, el más profundo estudio sobre la compleja sociedad que teje el país, según algunas voces poco autorizadas. Los anteojos de Quino supieron ver lúcida y amorosamente las contradicciones producto de un pueblo hecho del aluvión, hijos del barco que comenzaban a afincarse en la nueva tierra. En el lenguaje de hoy perviven las palabras y frases pechuga de pavita con champignon, nervocalm, dejame disfrutar de mi angustia, anduvo con unas caras, pobre. Nadie lo hizo mejor.
Mafalda deja de publicarse en semanarios el 25 de junio de 1973, por agotamiento de ideas, al decir de Quino, quien se instala en Milán, desde donde continúa dibujando sus páginas de humor.
Mafalda es conocida en todos los países hispanohablantes, pero el trabajo de Quino trascendió ese límite, anchísimo limite, con su humor silencioso de palabras, con libros como Bien, gracias, y usted?, Qué mala es la gente!, Potentes, prepotentes e impotentes y muchos otros, publicados en carios países.
Este año, Quino ha sido elegido y recibirá el premio Príncipe de Asturias, justo cuando el cargo ha desaparecido en esa precisa denominación, además de la algo más prestigiosa Legión de Honor. No es ese el motivo de este retrato; antes celebrar la vida y el talento de este mendocino tímido y genial, del que tenemos el privilegio de ser contemporáneos. Si no fuera plumín, si no tuviera esa responsabilidad, a esta pluma le gustaría salir abrazada a él, con una mano apoyada en el hombro y una sonrisa ancha.
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Imágenes : Taringa
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