La construcción social que los seres humanos emprendieron hace cientos de miles de años, es un camino que no podía ser de otra manera. Las cosas ocurren porque tienen que ser así. Quizás este camino sea necesario para un posible salto evolutivo.
Los seres humanos que habitamos el mundo, no hemos evolucionado culturalmente tanto como aparentamos. A pesar de que somos capaces de recrear la historia de nuestros antepasados, desde hace millones de años, conociendo cómo vivían por el estudio de los restos arqueológicos y otras fuentes, también nos podemos aproximar en cierta medida, a cómo eran sus pensamientos, y cómo además podemos reconstruir como aconteció su historia.
Nosotros, no hemos construido en este mundo tanto como creemos, ni antes ni después de que apareciera a quien conocemos como el hombre primitivo, ya en su posición erguida. Postura física que responde a una pura necesidad biológica, y no porque entre su evolución esté el desarrollo material que conocemos hoy día, tampoco el de la felicidad, ni hacer un mundo mejor y más justo al tener las manos libres para ejecutar sus pensamientos; ese ideal sólo forma parte de la teoría de la ilusoria, pero jamás podrá ser una Verdad (al menos mientras el ser humano esté viviendo sobre la tierra). Lo que llamamos evolución, es una idea puramente material.
Actualmente, la idea de que algún día el mundo cambiará a mejor, o que simplemente trabajando se construye un mundo más placentero, donde todos los seres humanos y animales estén unidos, responde a un pensamiento universalmente idealizado. Nunca se cumplirá. Al igual que difícilmente habrá un líder político, religioso, ni cualquier otra persona que ostente el poder de una sociedad, que sea capaz de aplicar unos valores cuya consciencia universal, esté lejos del plano material. Es decir, los seres humanos han practicado desde los tiempos antaño, la profesión más antigua: la de ser guerrero. De manera que todos los grandes líderes han sometido al pueblo hacia la esclavitud en pro de una vida mejor para los hijos de los hijos; promesa o idea que nunca ha sido verdad. Y así es, que cada vez está más lejos un mundo mejor.
En cambio, a las sociedades que se le denominan desarrolladas, le han estado intentando convencer continuamente de que todo está cambiando, y para ello, utiliza fragmentos de la historia para que los individuos se crean que el progreso y la evolución está en este camino; líderes, capitalismo, etc., viven convencidos de que esto es así. Mientras, el pueblo subsiste con lo que le ha tocado vivir. Pero también convencidos de que esto cambiará algún día…
Pensamiento que se ha mantenido desde los inicios de la historia del hombre, y que se sigue creyendo, a pesar de que pensamos que estamos evolucionando. Realidad que nada tiene que ver con el progreso del hombre. Idea farsa e hipócrita, que se difiere en una supervivencia de las sociedades modernas, y que se hacen llamar la última etapa de la “civilización”. Definición que responde al antropólogo Lewis H. Morgan, que hizo alusión a esta ¿supervivencia o civilización? para describir dichas etapas. Pues los comportamientos del hombre en esta fase de supervivencia, siguen siendo los mismos que en toda la historia de la humanidad. Lo único que ha cambiado, son los sistemas culturales, que responden a los modelos educativos, o normativos que hacen que los seres humanos se comporten de determinada manera en un contexto social. Es decir, en un espacio físico concreto.
En resumidas, todo esto me hace pensar fehacientemente, de que el progreso no está en las transformaciones arquitectónicas que conocemos hoy día, ni en el desarrollo tecnológico, ni en los grandes líderes que prometen el camino hacia la felicidad. Porque no se puede considerar ni siquiera, que el progreso de la humanidad como seres humanos sea esta chapuza de evolución (donde el planeta se ha convertido en un vertedero por pura necesidad biológica del hombre material). Tampoco se puede afirmar, que estemos viviendo un proceso de involución, porque no hemos avanzado tanto como palpamos en nuestro mundo de la diversidad cultural. Pues sigue existiendo en lo más profundo de nuestro ser, las pulsiones más primitivas que nos hace ser lo que somos como una especie hereditaria de millones de años, con los mismos comportamientos que han existido en la historia del hombre: la envidia, el egoísmo, la maldad, la avaricia, la crueldad, etc. Comportamientos que a menudo forman parte indiscutiblemente de nuestra supervivencia, debido a nuestra necesidad biológica de sentirnos atraído por sobrevivir creyendo que la felicidad está en el plano material.
Un ejemplo claro lo podemos ver en nuestro espacio geográfico que denominamos país, y donde tenemos todos los ejemplos que ha habido y hay por haber. Por un lado los seres humanos en condiciones de desigualdad social, luchan porque quieren vivir mejor, y para ello se buscan la vida como pueden y/o saben hacerlo. Y por otro lado, los seres humanos que desde la condición social más alta, se sienten atraídos por el poder, la codicia, la manipulación social, y los mecanismos de control que desde la cúspide se puede implantar a los demás. Posición social privilegiada cuando se ostenta el poder de manera soberano.
Sin evolucionar pero creyéndolo, todos los seres de este mundo, quieren sobrevivir pese a todos los condicionantes que les haya tocado vivir hacia un proyecto de vida simulado, donde en realidad no se va a ninguna parte. Tan sólo es una necesidad biológica lo que construimos o destruimos.
Pero mientras un Sol sale y una Luna se oculta, la sociedad sigue subsistiendo, creciendo en su plano material y, convencido o no, de lo que es el progreso de la humanidad, una vida vivida más. Historia, que seguirá repitiéndose de nuevo durante siglos, pero con distintos personajes y escenarios.
¡Sálvense quien pueda!, porque como decía el poeta Juan Ramón Tagore: “servir, servir y servir, y servir era la alegría”.
Muy buen artículo para reflexionar y tomar perspectiva, al leerlo me surgen algunas preguntas críticas:
– ¿Qué razones tenemos para considerarnos más «evolucionados» que nuestros antepasados u otros pueblos? ¿Acaso somos más felices o convivimos mejor que ellos?
– ¿No será que nuestro sistema (cultural, social, económico…) nos impone estas ideas de superioridad para legitimarse?
-¿Es deseable alejarnos de nuestros instintos? ¿Por qué cuanto más lejos más «evolucionados» y mejores pensamos que somos?
La sociedad emprendió un Camino en sus orígenes y esto es lo que hemos construido. Necesitamos más humanidad y alejarnos de todo el mundo material. Pero mientras haya consciencia, no habrá un nuevo salto evolutivo.
Nadie puede vivir aislado, ni budas ni personas que elijan el camino de la soledad. Al final, la consciencia se construye entre todos.