La ciencia y sus científicos
En contra de lo que la mayoría de la gente piensa Einstein no ganó el premio Nobel de física por su teoría de la relatividad, si no que lo hizo mucho antes siquiera de que comenzase a desarrollar esta. Concretamente la academia sueca se acordó de él en 1921 por un artículo que había escrito dieciséis años antes, en 1905 titulado “Un punto de vista heurístico sobre la producción y transformación de la luz” Ese “punto de vista heurístico” lo aplicaría también a la futura ya mencionada teoría de la relatividad, pero ¿a qué se refería con este término?
Según el diccionario de la R.A.E. el término heurístico proviene de la raíz griega que podría traducirse por hallar, inventar y a ella se le habría añadido el sufijo –tico. A partir de aquí se desarrollan cuatro acepciones; (1) perteneciente o relativo a la heurística, (2) técnica de la indagación y del descubrimiento, (3) búsqueda o investigación de documentos o fuentes históricas y (4) en algunas ciencias, manera de buscar la solución de un problema mediante métodos no rigurosos, como por tanteo, reglas empíricas…
Lakatos, por su parte, lo definió como un conjunto de reglas metodológicas no necesariamente forzosas, positivas y negativas, que sugieren o establecen como proceder y que problemas evitar a la hora de generar soluciones y elaborar hipótesis.
Así puede decirse que el ser humano presenta como rasgo característico, es decir que le confiere parte de esa “humanidad”, esta capacidad heurística, resolver problemas mediante creatividad y pensamiento lateral o divergente.
George Polya, es uno de los autores que más han incidido en dar sentido a este concepto: “La base está en la experiencia de resolver problemas y ver como otros lo hacen”. En su obra “Como resolverlo” lo define con cuatro ejemplos:
Si no consigues entender un problema, dibuja un esquema
Si no encuentras la solución, haz como si ya la tuvieras y mira que puedes deducir de ella (razonando a la inversa)
Si el problema es abstracto, examina un objeto concreto
Intenta abordar primero un problema más general (paradoja del inventor)
Einstein dijo en una ocasión que “si no puedo dibujarlo, no puedo comprenderlo”, como si ya hubiera leído el libro de George Polya antes de que hubiera sido escrito.
Para lograr arrojar un poco más de luz al concepto nos apoyaremos en alguno de sus puntos fuertes; el resultado perfecto no se logra al primer intento (tal vez nunca llegue a conseguirse), no hay avances sin contexto ni “avanzadores”.
Como ya hemos visto que sucede con el número π, en la ciencia todo descubrimiento nuevo tiene un punto de apoyo previo sobre el que alzarse y no ha mucho tardar (a no ser que seas Zung Chongzhi que como ya vimos su logro tardó casi diez siglos en superarse), alguien usará esos datos para alzarse un escalón más. Es por lo aquí expuesto que ningún científico debiera apegarse demasiado a sus resultados por brillantes que estos sean, pues la ciencia es un número irracional, infinito; los descubrimientos que se producen, las nuevas teorías, sirven de epilogo a las anteriores, bien porque sean capaces de explicar un mayor número de cosas o porque lo hagan de un modo más simple, y éstas a su vez serán el prólogo de las siguientes sin llegar jamás a un punto definitivo e insuperable, ni siquiera con el más potente de los ordenadores logrará hallarse la totalidad de Pi. Pronto una nueva línea de pensamiento abordará los mismos problemas desde un nuevo punto de vista, con otro enfoque y un discurso epistemológico no usado antes, pero nutrido de todos los anteriores.
Antropología, lingüística, sociología, biología y psicología
Es por todo lo expresado anteriormente que ningún ámbito del conocimiento debiera cerrarse en sí mismo a la búsqueda de certezas. Valga la analogía para ejemplificar esto lo que sucede en el área de la biología genética cuando determinadas razas de una especie concretan únicamente se cruzan entre sí y el modo en el que determinadas debilidades cromosómicas se suceden de generación en generación, algo que no es producido con la misma facilidad en procesos de mestizaje. Esto puede observarse a modo de ejemplo en como decidían perpetuarse algunas casas reales de Europa durante la era moderna mezclándose entre ellos mismos y la larga lista de soberanos enfermizos que ocupaban el trono de las principales casas de sangre azul.
Emile Durkheim intentó algo similar en el ámbito de la sociología, algo que se ve muy bien reflejado en su ensayo “El suicido”; trató de dar a un asunto, que desde su óptica era social, únicamente explicaciones sociales con el fin de dar validez a la ciencia que profesaba.
La obra no solo es el inicio de una disciplina que haría prosperar, sino que además resulta de indispensable lectura para todo aquel que quiera acercarse a la sociología, a ello se añade que desborda ingenio y brillantez, es el “más difícil todavía”. Sin embargo al obviar muchos factores tanto médicos como psicológicos dio un paso atrás a la hora de dar una respuesta más completa que las previas al problema; hubiera sido tan sencilla añadir a las explicaciones previas las sociales sin haber obviado todas aquellas.
Otro ejemplo de todo lo que se viene hablando puede sacarse de uno de los episodios más célebres en ciencia de la segunda mitad del siglo XX:
Skinner se había convertido en una de las “vacas sagradas” a través de la psicología y el conductismo radical, el cual le llevó a enfocar al ser humano como una “tabula rasa” libre de precondiciones biológicas y que se iba desarrollando según los estímulos que recibía en el propio entorno en el que se iba desenvolviendo. Una de sus frases más famosas, y provocativas, que muestran cuales son los principios de ese conductismo radical es la siguiente: “dadme un niño y haré de él lo que queráis: un santo o un criminal”.
Sin embargo a finales de los 50 a este peso pesado le saldría al paso la figura de un “niño respondón” en el joven lingüista, en aquellos años ya que hoy día se le conoce más por su activismo político, Noam Chomsky, el cual estaba dispuesto a hacer caer las ideas hegemónicas del conductismo y criticó a Skinner de un modo voraz, en algunos momentos hasta rozando la crueldad, desde un punto de vista bastante biologicista. Desde su postura, que en los años posteriores se conocería como “innatista”, presentaba la adquisición del lenguaje determinada genéticamente. De ahí derivó a la “gramática generativa” y llegó a trazar paralelismos con una “activación de interruptores” hasta que finalmente renegó de todo ello y reconoció haber estado equivocado. Sin embargo de esto último poca gente se acuerda, tal vez porque ya había un gran número de innatistas que habían llevado a cabo un sinfín de proyectos siguiendo su estela.
En Antropología, sin ir más lejos, Lèvi-Strauss aplicó los principios que había comenzado a gestar Jakobson y habían culminado en el círculo de Praga desde la lingüística. Esto le llevó a desarrollar el “estructuralismo” haciendo mucho hincapié en las estructuras profundas (inspirado en Freud). Así le llevó a describir el parentesco en términos de la fonología saussuriana y establecer la comparación de distintos clanes en términos de oposición; algo válido para comprender los rasgos fonológicos del lenguaje pero que se quedaba demasiado corto para explicar la vida social.
Otro caso esclarecedor es el de Marvin Harris desde su materialismo marxista. Por medio de esto trataba de dar respuesta a algunos enigmas de la cultura describiendo sus condiciones ecológicas, heredero en este sentido de J. Steward, y a partir de su desarrollo tecnológico. Sin embargo en muchas ocasiones parecía tratar de dar validez a su marco teórico en lugar de llegar al fondo de determinadas cuestiones. En el caso concreto del tabú a comer carne de vaca en la India aplica sus razones materialistas pero obvia otros muchos factores; el hecho de que determinadas personas si consuman este tipo de carne, la imposición de esta costumbre por parte de las castas dominantes… en ocasiones parece que las consecuencias (materialistas) de un determinado problema son las que le sirven como causa de ello.
Conclusiones
Es, explicado todo lo anterior, por lo que se ha tratado de trazar paralelismos entre la aventura recorrida a lo largo de los siglos por el número Pi y el desarrollo de la ciencia, o más concretamente con el de la técnica heurística.
Así entendido la ciencia supondría una escalera hacia el infinito, del mismo modo que ocurre con el número Pi; con sus avances, regresiones, pasos en falso, y caminos paralelos con otro tipo de técnicas. En ello todo estadio se ha alzado sobre el peldaño anterior y constituye el punto de apoyo para el siguiente hacia una meta que probablemente nunca llegue (nunca debería de llegar).
En todos los ámbitos se ha pretendido por parte de algunos “subidores de escaleras” que aquellos logros obtenidos sean eternos; pese a que Newton casi lo consigue, Einstein se encargó de renovar ese trono, y en un futuro alguien volverá a hacer lo mismo con este último sin olvidar los méritos y logros ni de su “padre”, ni de su “abuelo”. Cuando parece que se ha dado un paso en firme sobre un peldaño el pie que se quedó en el paso previo ya está cogiendo impulso para saltar hacia el siguiente. Esto dentro de la Antropología se ha visto reflejado en el apego de determinados autores hacia su definición de cultura.
También se ha tratado de criticar el modo en el que en ocasiones se ha sucumbido al engaño de marcos teóricos sesgados a expensas de un avance firme en la resolución de determinadas cuestiones; ya sea el número π, el tratar de saber porque en la India no se come carne de vaca o tratar de desenmarañar las incógnitas de la cultura.
Para terminar volver a recalcar por última vez la idea de que cuantas más áreas, factores y variables se hayan tenido en cuenta a la hora de intentar de dar la solución a un problema más en firme se habrá dado ese paso debido a que se cuenta con un mayor número de información; para abordar el suicidio no se puede enfocar todo en la vida social y desechar otras muchas ideas que pueden ser facilitadoras de la cuestión.
Desde este punto de vista puede verse como desde las ciencias biológicas se ha puesto tierra de por medio con las ciencias sociales como si fueran autosuficientes con los conocimientos producidos en su seno para dar cabida a cuántas hipótesis haya. Así mismo, y tal vez por cierto rencor académico histórico, desde la Antropología, sobre todo desde su variante más social, se ha repudiado se ha repudiado, en ocasiones en exceso, el hacerse partícipes de los conocimientos que desde la biología pudieran aportarse.
Referencias
es.wikipedia.org
Los Simpson y las matemáticas, Simon Singh
elrincondelacienciaytecnologia.blogspot.com.es
Imágenes
http://antropologialupitasiboney.blogspot.com/
http://curiosidades.batanga.com/
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