Las diferentes formas de poder en la obra de El Principito y su relación con el poder que aplasta, subyuga y enfrenta

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Cuando lo esencial deja de ser visible a nuestros ojos y damos mayor relevancia a lo material, es entonces es cuando nos alejamos de ese niño interior del que habla Antoine de Saint-Exupery en El Principito. Esta obra fue publicada inicialmente en 1943 en inglés y francés por la editorial norteamericana Reynal y Hitchcock, siendo traducida en más de doscientos cincuenta idiomas. Se convierte en la obra más famosa de este autor y en ella se reconcilia con su niño interior y da rienda suelta a la imaginación y creatividad que, por lo general, perdemos al hacernos adultos. Es una obra considerada como cuento largo o fábula, en la que el autor reflexiona sobre temas como los valores humanos, la amistad, la familia, la disciplina, la responsabilidad, etc.

A medida que vamos leyendo esta obra nos damos cuenta de que lo importante en el personaje principal es que sólo necesita lo esencial para vivir en su pequeño planeta: su flor, sus tres volcanes y observar el crepúsculo. Su único poder radicaba en el cuidado que profesaba a estos elementos, que se convierte en una relación de reciprocidad, en la que él prodiga cuidados y los elementos le dan un sentido a su existencia en su pequeño planeta.

Sin embargo, tal como nos señala Lewllen (2003) en las relaciones cotidianas también se pueden establecer pequeñas formas de poder, como la relación entre la flor y el principito, quien reconoce que la flor ejerce algún poder sobre él, que “le ha domesticado” (había “creado lazos”) y le hace de alguna forma depender de los sentimientos que ella le despierta. (Lewellen, 2003).

A lo largo de la obra el autor nos va mostrando diferentes formas de poder que va observando el principito, como la del rey que necesita de unos súbditos a quien darle órdenes, el vanidoso que basaba su poder en la admiración de los demás, el alcohólico que había otorgado todo su poder al alcohol, el hombre de negocios, que había concedido el poder a su supuesta posesión de estrellas, etc. En cada viaje el principito se daba cuenta de lo inútil que era este poder del que hablaban estos personajes, porque en realidad, estando solos no les servía para nada. Con esto el principito nos muestra lo solo que se puede quedar el hombre cuando se afana en atesorar riquezas materiales o en ejercer el poder absoluto sobre los demás. Como pasa en el sistema neoliberal que nos domina, en el que nos hacemos esclavos de los dictámenes de la moda y la tecnología y nos alejamos cada vez más de los verdaderos tesoros que nos intenta hacer ver Saint-Exupery en su obra.

Por lo general, quienes son más propensos a ser vulnerables (o a sentirse vulnerables), son un blanco fácil para quienes ostentan el poder económico, el poder político, el poder militar (o todos juntos), o simplemente para quienes se valen del poder que les otorgan las mismas personas, a quienes luego utilizan y subyugan. Tal como le dice la serpiente al principito: “me das lástima, tú tan débil en esta tierra de granito” […]. La serpiente, (que en muchas religiones representa el mal) pone de manifiesto lo fácil que es para quienes son vulnerables, ser el blanco de quienes tienen el poder de subyugarles.

–¿Dónde están los hombres? Preguntó con cortesía el principito (a la flor con la que se topó en el desierto) […]

–¿Debe haber seis o siete? Los vi hace años. Pero nunca se sabe donde encontrarlos. El viento los pasea, no tienen raíces y eso les fastidia mucho []. La sensación desarraigo les fastidiaba.

  

El desarraigo, la exclusión, la soledad, la precariedad, la pobreza y la desigualdad, hace a las personas vulnerables. Estas son formas de violencia, que se reproducen en las relaciones de poder marcadas por un enorme desequilibrio entre una clase desfavorecida y otra más que favorecida, que ostenta poder económico, político y social. Pero las personas, a pesar de sentirse vulnerables, son capaces de asumir formas de resistencia. A veces formas de resistencia cotidiana, con las que simplemente van rebelándose poco a poco de quienes les subyugan. Otras son formas de resistencia en las que, lamentablemente, se produce y reproduce la violencia que de alguna forma también reciben. Una violencia que no es visible y que se manifiesta a través de falta de recursos, de generación de desigualdad y pobreza, etc.

En la socialización de las personas es necesario “crear esos lazos” de los que hablaba el zorro al principito, los que llamaba “domesticar”. Estos son los lazos de cariño, los que conforman redes familiares y sociales con las que las personas se sienten apoyadas. La búsqueda incesante de amigos del principito, denota la importancia que el autor le confería a la amistad. Esto es importante sobre todo en las etapas de infancia, adolescencia y juventud, pero no dejan de ser importante en la etapa adulta. El autor hace una crítica a la banalidad de la sociedad en la que los valores de la amistad se pierden en la búsqueda de incesante de acaparar bienes materiales o como diría Bourdieu, “capital económico, o capital social”, imponiendo unos cánones que muchas veces se anteponen a los valores de la amistad e incluso la familia. (Bourdieu en Lewellen, 2003).

El principito se supone que representa al niño interior que el autor nunca quiso que desapareciera, y que de alguna forma desaparece cuando nos hacemos adultos. Un niño que se rodea de un pequeño espacio en el que sólo cuenta con las pocas cosas que le hacen feliz. En muchas zonas del planeta, donde se vive en situación de pobreza, también los niños pueden ser felices con las pocas cosas que le rodean y con las que su imaginación

y creatividad les facilita crear mundos imaginarios. Son los adultos que se enfrentan a una constante lucha por el poder, quienes dejan detrás a su niño interior y necesitan someter a los demás para sentirse poderosos.

La obra de El Principito es considerada una narración de experiencias vividas por el propio autor, un aviador que sufrió varios accidentes y a raíz de un percance en el desierto del Sahara con una avioneta, surge el personaje de el principito. Esta obra, nos muestra la búsqueda incansable del autor de su niño interior, la inmensa soledad que se siente durante la etapa de adulto y la decepción que le provoca el darse cuenta de la pérdida de valores, que cada vez mayor, en la sociedad que le rodea. Valores como la amistad, la familia, la humildad, responsabilidad, disciplina, etc.

Pero en la obra también se ponen de manifiesto diferentes formas de poder que siguen estando presente en la actualidad, en donde el neoliberalismo potencia la acumulación de bienes materiales, provocando la precariedad, la explotación y la subyugación de las sociedades menos favorecidas.

Kattya Núñez

Referencias

https://es.wikipedia.org/wiki/El_principito

Lewellen, T. C. (2003). Introducción a la Antropología Política. Bella Terra, S.L. Barcelona. pp. 250-22.

De Saint-Exupery, A. (2202). El Principito. Enrique Sainz Editores, S.A. México.

Imágenes

https://www.google.es/search?q=im%C3%A1genes+del+principito&tbm=isch&imgil=-h1SbmwuLQfoWM%253A%253B9IgWMejrijaBZM%253Bhttp%25253A%25252F%25252Ffraseshoy.org%25252Fimagenes-con-frases-de-el-principito-para-reflexionar-dedicar-o-compartir%25252F&source=iu&pf=m&fir=-h1SbmwuLQfoWM%253A%252C9IgWMejrijaBZM%252C_&usg=__awgxl7wQKk820GaqRMwox9QKotc%3D&biw=1280&bih=607&ved=0ahUKEwiCyZXmw4LWAhUD5xoKHTQNDlEQyjcIQA&ei=yY6oWcLAK4POa7SauIgF#imgrc=sP7CKyU5oYj3ZM:

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One thought on “Las diferentes formas de poder en la obra de El Principito y su relación con el poder que aplasta, subyuga y enfrenta

  1. Rocio, en El Principito el planeta representa a nuestra persona. Los baobas a los malos pensamientos que hay que cortar cada mañana. Decir que el planteta representa a la sociedad alemana es no haber comprendido nada de El Principito. Ahora eso si, pordemos decir que representan a «las religiones que pervierten al hombre» a el capitalismo, a el machismo… yo que sé, digamos lo que sea que siempre habrá un modo de que encaje pero eso no es así. Eso en no haber comprendido en absoluto al principito o, lo que es peor, querer manipularlo para que «encaje» donde nos apetezca.

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