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El encuentro entre el rey y el principito deja al descubierto cómo la costumbre nos hace ver las cosas en base a una socialización concreta. Pero lo que en un grupo social, comunidad o sociedad es lógico y natural, en otra puede carecer de significado o estar basado en postulados distintos consiguiendo, no obstante, el funcionamiento social de la comunidad. Miramos este capítulo desde la antropología política para comprender el “choque” entre los personajes

“Cuando yo tenía seis años vi una vez una lámina magnífica en un libro sobre el Bosque Virgen que se llamaba “Historias Vividas”. Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera. He aquí la copia del dibujo.”

Este es el primer párrafo de El Principito.

Partiendo de la niñez personal del narrador, comienza una historia que se reanuda en la adultez del mismo, donde su forma de estructurar el mundo ha evolucionado para bien o para mal, en base a la socialización que ha recibido. Con ella ha perdido la capacidad de ver el mundo con la perspectiva no coartada de un niño, mirándolo en el ahora del libro con una visión transformada por la experiencia, los conocimientos adquiridos y el uso de la costumbre. Lo que podemos presuponer un cambio ineludible y beneficioso para el narrador, se nos muestra ahora como algo que quizá no haya repercutido tan favorablemente en el nuevo adulto y que aquella perspectiva inocente y curiosa, le puede deparar más satisfacción de la que en principio pensaba. Este giro de pensamiento y apreciación de la vida lo consigue con la interacción con un niño extraño, venido de no se sabe bien dónde y que le muestra su experiencia en un viaje increíble. El Principito logra hacer ver al lector, tanto adulto como infante, una manera diferente de observar la realidad, puesto que narra una situación dando importancia a detalles que nos hacen reflexionar sobre el modo en el que analizamos lo que vemos y experimentamos. De entre todos los capítulos del libro, este artículo pretende aprender sobre la enseñanza que nos depara el número X.

El rey.

“-¡Ah! He aquí un súbdito-exclamó el rey cuando vio al principito.

Y el principito se preguntó:

-¿Cómo puede reconocerme si nunca me ha visto antes?

No sabía que para los reyes el mundo está muy simplificado. Todos los hombres son súbditos.”

Cuando leemos esta parte inicial, vemos dos puntos de vista, el del principito que no entiende el concepto de poder, soberanía, ley, mandato y el del rey, que da por sentado que es un súbdito como si de un axioma se tratara.

Seguramente, cuando leemos esto nuestra posición es la del rey, puesto que hemos aprendido lo que significa ese cargo y en la posición en que queda el principito con respecto a él. Pero ¿por qué? Realmente la existencia del rey está condicionada por la existencia del súbdito, es decir, solo en la interacción social “somos”. El principito no ha interactuado más que con su flor por lo que no puede comprender la posición del rey.

En antropología política se estudian conceptos como poder, liderazgo, legitimidad, que aparecen en la relación que una figura mandataria tiene con aquellos sobre los que ejerce su influencia o dominio. ¿Qué hace que el rey de muestra historia ordene esperando la pronta respuesta adecuada del principito? La legitimidad. En nuestro caso el rey es legítimo, porque en nuestra cultura, se es rey por nacimiento, no se elige. De igual manera un “gran hombre” de la Polinesia logra su legitimidad en base a la generosidad para con los miembros de su comunidad o un presidente de gobierno en base a los votos en una elecciones. Incluso un dictador puede alcanzarla si logra beneficios para su pueblo de alguna clase. Por lo tanto, cuando el rey ordena, está en el derecho a hacerlo en base a su legitimidad por nacimiento. Pero si leemos atentamente, vemos que aún creyendo legítimo su poder y posición, sus órdenes han de ser lógicas, entre otras cosas porque de no ser cumplidas se pondría en entre dicho el poder que emana de su persona.

El poder se detenta en multitud de situaciones y de diferentes maneras. El poder de los chamanes está en el sentido sobrenatural del mismo, éste lo ejerce porque es él quien tiene conexión con el mundo espiritual. En otros casos como en las sociedades igualitarias, el poder que puede ejercer el jefe solo puede ser ejercido en determinadas situaciones de manera que más que un concepto de control, es un concepto de realización como en el caso de los Cree.

En el caso de nuestro rey su poder es independiente, esto es, que lo ejerce porque va unido al cargo independientemente de que quien lo ostente, tenga las capacidades adecuadas para ello. Esto ocurre en sociedades centralizadas pero no así en sociedades igualitarias donde el poder independiente “se gana” porque a quien se le otorga ha demostrado unas capacidades superiores a las de otros para determinadas situaciones y por tanto son a estas situaciones a las que se circunscribe tal potestad. Así es por ejemplo en sociedades igualitarias de Oceanía donde aquellos que reciben esta capacidad de tomar decisiones por la comunidad, circunscriben su acción a servir de ejemplo o mediar en desacuerdos.  ¿Y qué es entonces el poder dependiente? En nuestra historia también tenemos esta figura política.

Cuando el rey ve que el principito terminará marchándose, quedando así sin súbdito y por lo tanto sin ejercer su poder y legitimidad sobre nadie, decide hacerle ministro de justicia. El poder dependiente aparece cuando quien representa al poder independiente, ya sea un individuo o un grupo de individuos delega, concede o asigna parte del poder a otro individuo o grupo de individuos. El principito recibe el poder de juzgar como actividad a su cargo de ministro de justicia, el poder independiente cede poder al dependiente.

Por otro lado, la forma en la que el rey dictamina sus órdenes, indica que se basa en la lógica y en la razón para pedir lo que pide.

“Si ordeno, decía corrientemente, si ordeno a un general que se transforme en ave marina y si el general no obedece, no será culpa del general. Será culpa mía”

El poder que ejerce el monarca, aunque sea un monarca universal como el de la historia, no está basado en la fuerza, es decir, no es un poder coercitivo, sino un poder consensuado. Un poder consensuado es aquel que se basa en el consenso de los ciudadanos para legitimarse y por tanto se pueda ejercer con los resultados que se esperan. Aunque podamos tener poder consensuado en sociedades centralizadas, éste suele aparecer ligado al poder coercitivo con lo que es difícil separarlos para analizarlos. Un ejemplo es el del pago de impuestos. Un ciudadano, ¿paga sus impuestos porque los cree justos para el sostenimiento del estado del bienestar o por miedo a la cárcel? Es más claro verlo en sociedades igualitarias.

Los estudios de Lewellen en Perú con los aymara, arrojan luz sobre este concepto con un ejemplo. El alcalde obtuvo la colaboración del municipio para la elaboración de un censo a petición del Ministerio de Educación, aún cuando los habitantes estaban recelosos del uso que se les pudiera dar a aquellos datos, porque pensaron que su alcalde lograría con aquello un beneficio para la comunidad más adelante. Podríamos pensar que el rey logra el consenso de su poder porque sus órdenes son razonables y por eso son cumplidas, de no serlo como en el caso del general que no se transforma en ave marina, es culpa del rey que no se cumplan puesto que no está basándose en el consenso de  que sus órdenes se atienen a razón y lógica.

El capítulo termina cuando el principito, cansado de la conversación y el personaje, decide marcharse.

“-Si Vuestra Majestad desea ser obedecido puntualmente podría darme una orden razonable. Podría ordenarme, por ejemplo, que parta antes de un minuto. Me parece que las condiciones son favorables…(…)

-Te hago embajador-se apresuró a gritar el rey.

Tenía un aire muy autoritario.”

Mirando esta última parte con los ojos de la antropología política, estaríamos contemplando cómo se defiende la ostentación del poder. Un líder siempre está expuesto a un segundo que quiera su lugar. Es por esto que es menos peligroso tener un grupo de personas con cierto poder controlado. El principito al decirle al rey la orden que podría darle pasa de ser un individuo con poder dependiente como había postulado el rey al nombrarle ministro de justicia, a poder ser un potencial rival capaz de ejercer el poder legítimo basado en este caso en la lógica y la razón. El talante razonable del monarca pasa a ser ahora autoritario como nos dice el texto y por tanto, deja claro quién puede dar órdenes o insinuarlas con total libertad de acción y quién no.

A estas alturas y volviendo al principio del texto, seguiríamos teniendo una idea preconcebida, aprendida e instaurada de lo que significa la figura del rey aunque fuéramos unos niños, puesto que la literatura infantil está llena de monarcas con un poder ilimitado que reina en los lugares donde ocurren los cuentos. A no ser que perteneciéramos a un grupo social igualitario, donde el poder, el liderazgo o la legitimidad tienen significados y desarrollos diferentes, tendríamos difícil no mirar el texto desde una perspectiva emic y por tanto la mirada del principito nos seguiría llegando a través del análisis de la lectura, en este caso desde la antropología política.

Concluyendo, el capítulo X puede parecernos un simple encuentro entre dos personajes que parecen tener una idea distinta de lo que son cada uno, pero solo cuando nos paramos a pensar más detenidamente en lo que significa aquello que define a cada personaje, vemos el peso de la socialización, de la interacción social, del aprendizaje de los roles que aparecen en una sociedad concreta y de cómo difieren de otras, sin que ello signifique que sea ni peor ni mejor, solo diferente. Lo importante es no dar nada por sentado, ni por lógico ni pensar que los demás compartan nuestro canon de pensamiento. Cada grupo social se adapta a un entorno con unas normas que les son propicias para la vida y desarrollo de la comunidad.

Sonia Hidalgo

Referencias

De Saint-Exupery, Antoine 1984. El Principito. Madrid. Ediciones Alianza.

Lewellen, T. C.1994 Introducción a la Antropología Política. Barcelona. Ediciones Bellaterra 2000.

 Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (jueves 22 de mayo de 2008).Cátedra de Sociología General [Blog].Recuperado de http://sociologiageneraluna.blogspot.com.es/2008/05/el-interaccionismo-simblico-desde.html

 

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